Triana, sí, pero ¿qué ver en ella?

15 mar 2017 / 15:17 h - Actualizado: 15 mar 2017 / 18:05 h.
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  • Un ciudadano da unas explicaciones a un ciclista en el Puente de Triana. / El Correo
    Un ciudadano da unas explicaciones a un ciclista en el Puente de Triana. / El Correo

Hay dos clases de turistas; los que viajan con todas las rutas planificadas al milímetro y los que dejan margen a la improvisación optando por perderse por las calles de una ciudad. El problema es cuando, realmente, el visitante no tiene ni siquiera una idea clara de qué debe ver, de qué no puede pasar por alto. En esto Triana es emblemática. Puede que sea uno de los barrios más conocidos del mundo: el Soho, Montmartre, Mitte, Trastevere... Triana. Pero, realmente, la mayoría de los turistas que, atraídos por la fama del lugar, cruzan el puente lo hacen sin un objetivo claro. ¿Qué hay que ver aquí?

El trianero de pro puede tirar de poesía y hablar de que aquí lo que conviene hacer es impregnarse de la idiosincracia del viejo arrabal. Pero hay que ser pragmáticos, y cuando se tienen solo un par de horas, a lo mejor es más conveniente saber qué enfocar con el objetivo. Un estudio de Telefónica centró el debate el pasado verano: «A pesar de que es el tercer lugar más visitado por los turistas, la mayor parte de ellos no saben qué hacer, a dónde ir, cuando se cruza el puente», decía.

Entonces, el delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Sevilla, Antonio Muñoz, ofreció «un plan para estructurar la oferta turística» basada, fundamentalmente, en la implementación de nueva señalética en el barrio y la confección de rutas específicas que ya se están empezando a dar a conocer en las oficinas de turismo. El punto clave es el Altozano. Y sí, en este punto son más o menos advertibles las señales que indican que por ahí está la calle San Jacinto, para allá la calle Betis y que el Mercado de Triana está ahí mismo.

«Es normal que los turistas extranjeros te paren para preguntarte dónde está esto o lo otro... ir por ejemplo desde la calle Betis a la Parroquia de San Gonzalo puede resultar una odisea si solo se tienen en cuentan las señales que hay colocadas», cuenta María, que despacha en una farmacia en San Jacinto. «El Callejón de la Inquisición y la calle Betis se llevan la palma; es lo que más buscan los que llegan por aquí», abunda Ignacio, parroquiano de la aledaña al Altozano calle Fabié.

«Seguramente sea verdad que Triana es un lugar más de atmósferas que de cosas que ver, que las hay, pero lo mejor es su particular encanto», opina Irena, estudiante de Erasmus de origen polaco.

La historia viene de lejos. En el año 2012, el Plan Turístico de Sevilla puso en marcha una serie de rutas que ahondaban en la gastronomía y en la cultura de la zona, con visitas a los corrales, patios o iglesias trianeras, además del Centro de Artesanía de Triana. Sin embargo aquellas actuaciones –con mupis informativos diseminados– resultaron insuficientes. Dos años más tarde se dio otro paso, con la instalación de un centenar de códigos QR en los principales edificios, monumentos y obras arquitectónicas de la ciudad; alrededor de 20 cayeron en Triana. Pero... ni por esas la pregunta deja de repiquetear, ¿qué hay que ver aquí?, en el segundo barrio más valorado por los turistas tras el Casco Antiguo.

La actual corporación municipal añadirá su granito de arena para intentar reparar la situación. El mes pasado el delegado de Turismo, Antonio Muñoz, anunció el diseño de un itinerario cultural y turístico, con una dotación presupuestaria de 80.000 euros, y que habría de ponerse en marcha de forma inmediata en los próximos meses.

Esto de mover al turista por la ciudad no es una ciencia exacta. No existe universalidad alguna en lo que respecta a las señales, y cada ciudad se las apaña como puede. Puede afirmarse, a tenor de los estudios e informes que puntualmente se emiten desde el sector, que Sevilla está razonablemente bien señalizada; o al menos eso podemos deducir del 5 que nos otorgan cuando se pregunta a los visitantes por este aspecto. «Es verdad que nadie se pierde en el centro, pero en cuanto se sale de sus contornos empieza a cundir cierta desorientación; tampoco están bien señalizados los posibles puntos de interés que existen en zonas más alejadas; a donde puede llegar un turista que quiera tener un conocimiento más profuso de la ciudad», comenta Roberto Rojas, experto en Turismo y guía.