Un cuarto del suelo de Doñana y casi todos sus pájaros

Sevilla pide su sitio. La provincia integra el 25 por ciento del total del territorio de Doñana y casi todo el ecosistema donde habita su valiosa avifauna. Los cinco municipios sevillanos que integran el parque reivindican su papel y apuestan por el turismo

22 feb 2017 / 06:43 h - Actualizado: 22 feb 2017 / 21:52 h.
"Medio ambiente","La Doñana sevillana"
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Desde tiempos inmemoriales, hablar de Doñana es hacerlo de Huelva. La relación, está justificada. Porque a decir verdad, la provincia onubense guarda un indisoluble vínculo con un espacio natural que es considerado como la reserva ecológica más importante de Europa. Incluso desde antes que en el año 69 Doñana ganara su preservación al ser declarado Parque Nacional, la zona onubense ya gozaba de un conocimiento extraordinario, en parte, por la exhibición de ecosistemas marismeños, de coto o de litoral en la desembocadura del Guadalquivir. No es menos cierto que el núcleo que cobijaba el foco original de la Doñana más genuina está enclavado en el conocido paraje de La Rocina, a escasos kilómetros de la también onubense aldea de El Rocío. Ésta es la vetusta porción de terreno que antaño sirvió como cazadero real y morada de recreo de nobles.

Doñana, por tanto, ha crecido en fama e importancia al compás de la provincia vecina, que por otra parte, también ha recibido la mayor tajada del reparto de la tarta de fondos y programas destinados para un territorio vertebrado en tres provincias. Lo anterior no ha sido, sin embargo, óbice para que resalte la importancia estratégica que desde los inicios del periodo proteccionista sobre el parque ha tenido Sevilla. El territorio hispalense goza de una extraordinaria representación en los límites del Espacio Natural Protegido, la figura de protección que engloba a los parques Nacional y Natural.

Así, de los 14 municipios que tienen término municipal en la zona protegida, cinco son sevillanos: Aznalcázar, Isla Mayor, La Puebla del Río, Pilas y Villamanrique de la Condesa. Las cifras, en este caso, ofrecen una panorámica palmaria de extensión, con unas 33.000 hectáreas de Espacio Natural ubicadas en la provincia hispalense, del total de 128.385,8 de las que consta Doñana. Esto se traduce en más de un cuarto de un territorio global que, además de las referidas Huelva y Sevilla, también llega a extenderse por la provincia gaditana, en Sanlúcar de Barrameda.

Pero nadie mejor que los municipios representados para interpretar la relación que Sevilla guarda con un espacio que siendo Patrimonio de la Humanidad entraña valores ecológicos y faunísticos únicos en el continente europeo.

Aznalcázar

Con casi 20.000 hectáreas (19.178,09) de Espacio Natural Doñana, Aznalcázar es la localidad que mejor representa la importancia que Sevilla adquiere en Doñana. Solo Almonte dispone de más término en el parque, aunque es aquí, en este enclave sevillano de alto valor ecológico donde se concentran grandes extensiones de marisma y agua, el ecosistema que más fama da a este reducto natural. Una charla con Manuela Cabello, su alcaldesa, da para entender la influencia que su municipio adquiere: «El 86 por ciento de nuestro término está protegido», exclama, al tiempo que reivindica el papel que a su juicio han de jugar los municipios sevillanos. «Desde nuestro punto de vista se ha vendido que Doñana es Huelva, porque en épocas atrás nos ha faltado subirnos a un carro que ahora por intereses es más difícil, pero estamos luchando mucho para que eso cambia», especifica, antes de reiterar que «es hora» de que se conozca Doñana también por Sevilla.

Su opinión, compartida por otros alcaldes, también coincide al respecto de que más allá del orgullo de pertenencia, estar en el cogollo protegido del parque entraña inconvenientes, principalmente para el desarrollo económico de una comarca en la que se requieren permisos especiales -y más lentos- para impulsar explotaciones agrícolas o núcleos industriales. «Por lo que hay empresas que al final se decantan por ir a pocos kilómetros de aquí y salvar tanto trámite».

Isla Mayor

Pese a constituirse como pueblo una vez estaban declarados tanto el Parque Nacional como el Natural, Isla Mayor integró con su independencia de La Puebla (1994) el espacio de Doñana, en base a sus 563,85 hectáreas en el espacio protegido. El pueblo está enclavado en mitad de un mar de cultivos de arroz, lo que supone servir de hábitat para una diversa y nutrida avifauna. Esta zona, pura Doñana sevillana, es toda una referencia del turismo ornitológico.

La Puebla del Río

La referencia anterior de turismo ornitológico tiene a La Puebla como punto clave. El municipio cigarrero impulsa el sector turístico en base a la importancia que adquieren las más de 11.000 hectáreas que ocupa en Doñana, y en las que se ha desarrollado toda una infraestructura dotada de equipamientos para la observación de aves y disfrute del ecoturismo. «300 especies de aves se pueden ver aquí, en Europa no hay otro sitio así», explica Manuel Bejarano, su alcalde. El Consistorio también pelea por reivindicar el importante papel que juega Sevilla en el espacio natural más importante del continente, a pesar de compartir la visión de que su existencia quizás pueda limitar al desarrollo, aunque en su opinión, «hay que hacer valer este plus que supone para los productos locales, hay que fomentar actividades compatibles».

En ese aspecto, como ocurre en municipios limítrofes, La Puebla deposita esperanzas en un turismo especializado que ya les da frutos, ejemplo de ello es la feria anual de Doñana BirdFair que celebran cada abril. Hay un filón que en los planes de turismo tienen señalado en el Ayuntamiento cigarrero, el río. La Puebla es el municipio español que más kilómetros de costa alberga en su término municipal: 235 kilómetros. Sí, ha leído bien. Los márgenes del Guadalquivir en su desembocadura son considerados litoral, dada la influencia marítima del caudal.

Pilas

De toda la presencia sevillana en Doñana, la de Pilas es quizás, la más testimonial. El municipio pileño solo tiene 119,68 hectáreas en el espacio natural, aunque sí supone un área importante de influencia en la zona protegida. En palabras de su regidor, José Leocadio Ortega, la posición de Pilas con Doñana tiene, para empezar, una vertiente histórica, «sentimental», vinculada a la pertenencia a la comarca y la relación de sus habitantes con el entorno. Pese a que solo es una porción de su arroyo Alcarazón el que goza de protección, Doñana sí tiene importancia «para las empresas de Pilas, que al vincularlo con su nombre salen beneficiadas» en palabras del alcalde.

En el aspecto menos positivo de la pertenencia a Doñana, es decir, la limitación por leyes de protección, apenas afecta a Pilas, que está incluso señalado en el POTA (Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía) como lugar propicio para el desarrollo industrial. Ortega, por su parte, también se refiere a la situación actual de los pueblos de la Doñana sevillana: «Los cinco estamos defendiendo de forma conjunta la problemática, un frente común con resultados positivos», reconoce, pese a ser el único de los cinco alcaldes de signo político distinto (PP, el resto son de PSOE)

Villamanrique

El núcleo urbano más cercano a la zona de parque está en Villamanrique de la Condesa, un municipio que también desde hace siglos guarda un vínculo ascentral con el espacio. Cuenta con unas 1.800 hectáreas en el territorio protegido, lo que significa un 30,78 por ciento del total de su término municipal. Su alcalde, José de la Rosa, arranca la conversación abogando por el carácter unitario de Doñana: «No se puede definir a Doñana en Sevilla o en Huelva, Doñana es un territorio homogéneo, una comarca natural», explica.

El turismo activo también se gana la vitola de fundamental en Villamanrique, aunque «no es la panacea», dice el alcalde. «Sí es verdad que hace años no se contemplaba, y que ahora se está desarrollando. Es importante que la iniciativa privada apueste, y junto con las instituciones, modelar el producto turístico, que es lo que atrae al visitante, que ya se demuestra que interés hay, porque el turista viene ya al destino».

Al respecto de la situación que se genera por la ubicación en una zona caliente de protección, el regidor manriqueño redunda en la opinión de sus homólogos: «Doñana nos afecta, para lo bueno y para lo malo, pero la apuesta es convivir con el espacio, aquí tenemos las raíces y hay que aprovechar las cosas buenas». Sin embargo, sí valora De la Rosa que han de reforzarse las líneas de ayudas al territorio, ya que considera que hay aspectos de desarrollo local que se ven limitados por estar aquí.