Un derecho fundamental quebrantado

El ruido de la movida, los bares, las bandas o las obras perturban la vida de los sevillanos más allá de lo deseable

23 ene 2017 / 22:01 h - Actualizado: 23 ene 2017 / 22:12 h.
"Aquí no hay quien viva"
  • Noche de fin de semana en el entorno de la Alfalfa. / El Correo
    Noche de fin de semana en el entorno de la Alfalfa. / El Correo
  • Botellona y Feria, una dupla con poca solución hasta la fecha. / Jesús Barrera
    Botellona y Feria, una dupla con poca solución hasta la fecha. / Jesús Barrera

¿Imagina tener que salir de su vivienda y mudarse a otro entorno lejos del elegido, por culpa del ruido? Esto han tenido que hacer, o se lo están planteando vecinos de toda la vida de El Plantinar, Los Remedios o del entorno de la Alfalfa, hartos de soportar una noche sí y otra también –los fines de semana en la zona céntrica, o cualquier día, menos en época de exámenes universitarios en la barriada del distrito Sur–. Un verdadero suplicio que no les deja dormir por los ruidos en los pisos o en las calles y que parece no tener remedio.

En ambos casos la gran mayoría de los responsables de conculcar el descanso de los vecinos son estudiantes: en El Plantinar, los inquilinos que cursan sus estudios en el campus de Ramón y Cajal, y en la Alfalfa, se reparten al cincuenta por ciento entre Erasmus y autóctonos.

La portavoz de Alfalfa Degradada, Silvia de Carrión, denuncia que la situación apenas ha variado en los últimos años: «La Policía se va antes de que llegue el público y siguen bebiendo en la calle, dejando un rastro de vómitos, orines, vandalismo... y de un tiempo a esta parte también pintadas, en las puertas de los vecinos, en las paredes blancas, en las persianas de los comercios... Yo no sé qué está haciendo el Ayuntamiento».

De Carrión reconoce que «estamos cansados de que no se tomen las medidas correctas y que estemos así todos los fines de semana –de jueves a sábado–». Con el Ayuntamiento «la última reunión la tuvimos antes de Semana Santa y no se han puesto más en contacto con nosotros». Así, señala que «se han ido muchos vecinos», y asegura que «queremos ser colaboradores y mediadores». De ahí que entre sus peticiones al Ayuntamiento esté «que pongan cartelería a favor del silencio, señalización de las ordenanzas, que se hable con la universidad y que haya seguridad cuando está el problema», no antes.

Pero la movida-botellona no es el único foco de ruido molesto. Las quejas de los vecinos con respecto a la hostelería viene de los veladores y de los bares que no cumplen la normativa. En ambos aspectos desde el Ayuntamiento que preside Juan Espadas han incidido especialmente en hacer frente a esta situación. Sólo en el pasado mes de octubre el consistorio abría cinco expedientes en 15 días a bares de la Alfalfa, mientras que en diciembre cerraba tres establecimientos por reincidentes: un bar con música en la calle Julio César, otro también por ruidos en la Carretera de Carmona, y un tercero por malos olores en el entorno de Viapol.

El alcalde se comprometió en septiembre de 2015 con una veintena de representantes de plataformas y asociaciones por el descanso a revisar la ordenanza de ruidos aprobada por el gobierno de Zoido en julio de 2014.

A raíz de ahí se creó una comisión de veladores, de la que es representante vecinal la presidenta de la Plataforma por el Derecho al Descanso, Lola Dávila, quien hace un balance no muy positivo de lo alcanzado hasta hora: «Por varias zonas el ruido ha bajado, pero el gran problema siguen siendo las terrazas de ocio nocturno con veladores, que consideramos ilegales, como en el Paseo Colón o la calle Betis, que están hasta las seis o las siete de la mañana».

Dávila destaca que «en la Alfalfa y en el Salvador están desesperados los vecinos, especialmente aquí, donde no se controla el aforo como en los veladores y alrededor de un barril puede haber 10 o 15 personas a cualquier hora del día». Y «la Alameda es una asignatura pendiente por parte del Ayuntamiento», explica, y agrega que «hay bares con música hasta altas horas de la madrugada sin licencia, y no se ha tocado». La comisión estaba prevista que se reuniera cada dos meses y «supongo que en breve nos reunirán de nuevo», afirma. En la misma, la plataforma ha insistido en que «no se les renueve automáticamente la licencia a los incumplidores, que se haga antes un estudio, y que se les ponga la sanción máxima».

Aunque pudiera pensarse que la relación con los hosteleros, cuya asociación preside Pablo Arenas, es pésima, Dávila señala que «hay colaboración entre vecinos y hosteleros en las zonas con botellón y movida, y hay muchos bares en Sevilla que cumplen, pero son tantos los que incumplen que no tenemos más remedio que decir que no se puede vivir por esos bares».

A ese respecto, Arenas destacó, sobre la situación en la Alfalfa, que «parece que en los últimos meses la situación no está tan desbordada como antes, aunque se puede mejorar». Destaca que «han pasado las fiestas más o menos normales y con el frío parece que está la cosa más tranquila. Puede haber un pequeño repunte en la Alfalfa pero está mejor».

En cuanto a los veladores, la última noticia que tienen del Ayuntamiento es que «presentamos las alegaciones a las propuestas de la comisión pero no nos hemos reunido ni hablado». La asociación ha pedido «la suspensión de la propuesta y que nos sentemos a hablar de estética, pero no hemos recibido respuesta».

Ferias y fiestas

Además de los problemas causados por los establecimientos hosteleros, las fiestas religiosas y laicas y todo lo que se origina a su alrededor es otro foco de ruidos.

En este sentido dos son los motivos que han causado más denuncias: los ensayos de las bandas de música y los cohetes al alba de las hermandades del Rocío o de otras hermandades de Gloria. Según las ordenanzas municipales, los ensayos deben realizarse en zonas distanciadas de viviendas o en locales aislados y no ubicados en bloques de pisos, y siempre con el límite de las 12 de la noche. Pero las bandas no sólo ensayan las piezas musicales que tocarán tras los pasos en la Semana Mayor, sino también los pasos y la forma de desfilar, y eso lo tienen que hacer en las calles.

Y en cuanto a los cohetes, la ordenanza señala que los productos pirotécnicos necesitan luz verde para usarse en las vías públicas, y nunca entre la una de la madrugada y las diez de la mañana, con la excepción de la Navidad, y las salidas y entradas de las hermandades del Rocío, si bien los cohetes no deberían usarse antes de las nueve de la mañana. Claro que las hermandades sevillanas salen mucho antes, y previamente suelen avisar, vía cohete, que todo está listo para partir hacia la aldea almonteña.

Y qué decir de la Feria y su incidencia en la vida de los vecinos de Los Remedios. Desde la colocación del primer tubo de la portada –ya ha comenzado a construirse la de 2017– hasta que concluye el desmontaje final en todo el recinto ferial son meses de ruidos y de avenidas cortadas, a los que hay que sumar la habitual botellona en el mismo recinto ferial.

El presidente de la asociación de vecinos Los Remedios, José María Cañizares, lo tiene claro: «Me voy a ir de Sevilla por el ruido, en un par de años», y empieza a explicar que ya ha comenzado su calvario: «El viernes pasado empezó la Feria, y entre ponerla y quitarla dura nueve o diez meses, con el montaje y el desmontaje. Si se trata de tubos galvanizados, que no se oxidan, ¿por qué no se dejan puestos el resto del año? Se ahorraría y se evitaría el plin, plin, plin de los tubos, y el camión a las seis de la mañana descargando todos los tubos que hay que montar cada día. Y yo tengo doble ventana, pero el ruido entra por todos lados. No puedes tener una conversación normal y ni hablar de escuchar la tele. Y que conste que yo soy un privilegiado, que los fines de semana me puedo permitir irme, y también en la Feria».

Además, destaca «todo está vallado y no hay problema de seguridad, que debe pagar el Ayuntamiento para que no haya una segunda versión del Vacie». Por último, indica que una buena solución sería poner en el recinto ferial «un aparcamiento como el que está junto al Mercantil, con una sola puerta».

Y volviendo a la materia religiosa, qué decir de las campanas. Según las ordenanzas municipales, tienen prohibido dar las horas, y solo pueden llamar a las misas y oración en momentos puntuales. Pues en el Barrio León se lio una buena con las campanas de San Gonzalo, pero solo fue por un tiempo, en concreto en el verano de 2015, y fue solo a «modo de prueba», indicó el párroco, Carlos Javier López. Desde entonces solo toca a la hora del Ángelus y para convocar a los fieles a las misas.

Las obras acarrean división de opiniones: quejas por la duración y el ruido, pero satisfacción por las mejoras que suelen traer para el lugar. Las quejas son las menos, aunque haberlas haylas. Pero, como bien reflejaba el estudio realizado por Gaes con motivo del Día Mundial contra el Ruido, no es esta la principal queja de los sevillanos, sino el ruido provocado por vecinos y bares. En su mapa sobre los lugares más ruidosos de la ciudad se lleva la palma la Enramadilla, a la altura de la estación de San Bernardo, seguido de la avenida Menéndez Pelayo, y en Nervión, Luis de Morales, Eduardo Dato y la avenida de la Buhaira. De los ruidos de los claxons, de los bares y las festividades en la calle vienen las principales quejas.

No hay circunstancia que justifique un nivel de ruido tal que impida llevar una vida normal. Todas las medidas que se puedan poner para evitarlo son pocas, y están en manos de la autoridad competente.

Mejores horarios y «sentido común» en Lipasam

¿Y qué decir del ruido que hace el camión de la basura o los barrenderos de Lipasam de madrugada? Pues para evitarlo en la medida de lo posible –aunque sigue habiendo problemas–, se diseñó hace algo más de un año un plan antirruidos que, según el balance de Lipasam, ha producido un descenso del 37 por ciento en el número de reclamaciones realizadas en verano –cuando los vecinos lo sufren más al dormir con las ventanas abiertas–. Entre las medidas llevadas a cabo está el traslado de buena parte de los servicios a las mañanas, a las que hay que sumar la sustitución de los tradicionales cepillos metálicos de las barredoras por otros de goma, y está prevista la introducción de una maquinaria innovadora y menos ruidosa.

Pero esto no es todo. el plan se ha completado con tareas formativas para los empleados de la empresa pública de limpieza, con el fin de que mejore la conducta por parte de la plantilla. Así, la gerente de Lipasam, Virginia Pividal, señalaba el pasado octubre que se les ha instado a los trabajadores a una «puesta en común» para que lleven a cabo su trabajo sin hacer tanto ruido, en la medida de lo posible.

Entre las labores realizadas se difundió un vídeo interno en el que se trata de infundir a los empleados de Lipasam a que usen «el sentido común», como usar las sopladoras al nivel más bajo, utilizar los walky-talkies en vez de vociferar o incluso apagar el motor de los vehículos en el momento de descanso. Asimismo, la empresa se puso en contacto con las más de 300 personas que habían presentado alguna queja por los ruidos para indicarles las medidas que se estaban llevando a cabo, y comprobar en primera persona su situación.