Qué pesados nos ponemos los periodistas de los medios de comunicación con la sección de sucesos, ¿verdad? Me arriesgo a decir que no existe ni una sola casa en Sevilla en la que a la hora del almuerzo se vea el informativo sin criticar la aparición de tal cantidad de noticias escabrosas. Pues sí, el telespectador, y en este caso, el lector lleva toda la razón del mundo. El problema es que no nos estamos inventando nada y estamos obligados a relatar barbaridades que no deberíamos contar nunca. Independientemente de lo deleznable de este mundo enfermo de fanatismo que sufre en Europa los ataques del Estado Islámico, en España y en Andalucía tenemos que convivir con otro tipo de terrorismo que también hay que contar.
Ocurrió el pasado jueves. Uno de junio. Un bebé de ocho meses fallecía asfixiado a manos de su propio padre. La madre del pequeño, embarazada, recibió mientras discutían una brutal paliza. Fueron los propios vecinos del municipio gaditano los que tuvieron que informar a la Policía de los gritos y del llanto que se escuchaba a través de las paredes. El detenido, de 44 años, no tiene denuncias previas. Un relato negro más para la historia de la falsa igualdad que se vive en este país. ¿Qué es lo que ocurre para que tengamos que contar semana tras semana por sistema un nuevo asesinato? ¿Por qué tenemos que soportar, tanto la sociedad como los medios, mensajes que exculpan a los asesinos? Nunca le había puesto la mano encima. No tenía denuncias previas. Jamás le haría daño a nadie. Se puso muy nervioso. Cuando dos personas discuten se pierden las formas.
¿Quién se traga a estas alturas de la vida la pobre y vaga explicación de los motivos que llevan a cometer tal atrocidad? ¿Quién me explica qué hay de normal en una noticia sobre una mujer o niño muertos en su propia casa? La magnitud del problema está cogiendo una aceptación que el 016 no está arreglando; y por muchos mecanismos que se intenten impulsar hay que formalizar a nivel estatal una lucha veraz y comprometida. Urge de una vez por todas un Pacto de Estado capaz de hacer frente a uno de los males más oscuros que tiene este país. Y los medios de comunicación vamos a seguir siendo cansinos, y contando lo que ocurre y lo que no. Al igual que la lista de muertas por violencia machista ha ascendido este año ya al número 27 en toda España, existe otra escrita con los nombres de los hijos y los menores, y mientras no se haga nada la lista aumentará. El pacto de estado debe abogar ya por un cambio conyuntural en la educación y por supuesto por revisar las custodias de aquellos que aun siendo padres no son personas, y son capaces de agredir y de matar. Este terrorismo tiene que acabar. Ojalá, un día dejemos de contarlo.