Un pedazo de Zhejiang en Sevilla

Diversificación. El comercio chino en la capital hispalense se reinventa visualmente y busca nuevos sectores en los que operar. Las nuevas tecnologías, la industria agroalimentaria y el turismo son los favoritos

Manuel Pérez manpercor2 /
16 ene 2018 / 22:19 h - Actualizado: 16 ene 2018 / 22:20 h.
"La reinvención del bazar chino"
  • La carta del restaurante Qi Lin Ke ofrece la gastronomía propia del sur de China, zona de donde procede su propietario, David Zhu. Es considerado como ‘el verdadero chino’. / Jesús Barrera
    La carta del restaurante Qi Lin Ke ofrece la gastronomía propia del sur de China, zona de donde procede su propietario, David Zhu. Es considerado como ‘el verdadero chino’. / Jesús Barrera
  • Un pedazo de Zhejiang en Sevilla
  • Un pedazo de Zhejiang en Sevilla
  • Vista de Ciudad de Qingtian o Hecheng, en Zhejiang (China). / Mrund (Wikipedia)
    Vista de Ciudad de Qingtian o Hecheng, en Zhejiang (China). / Mrund (Wikipedia)

Un cuadro horizontal domina una de las paredes del establecimiento. En él se observa un río que divide una pequeña ciudad en dos y se adivinan varios puentes que unen una orilla con otra. La población se asienta en un valle, en las riberas del río Ou. Se trata de Ciudad de Qingtian, también llamada Hecheng, una zona montañosa perteneciente a la provincia de Zhejiang, al sur de China. Si no se hubiera especificado ningún nombre, podría pensarse que era Sevilla lo que se describía. Más allá de este anecdótico parecido entre Zhejiang y la capital hispalense, situadas a cerca de 11.000 kilómetros de distancia en línea recta, ambas ciudades guardan una relación cuanto menos curiosa.

Según una tesis doctoral publicada en 2013, ocho de cada diez inmigrantes chinos residentes en Sevilla proceden de la mencionada ciudad china. Uno de ellos es David Zhu, propietario del restaurante Qi Lin Ke –el verdadero chino, según apuntan los paladares más exquisitos en cocina asiática–, en la calle Marqués de Pickman. Mientras mira el cuadro antes referido, a Zhu se le dibuja una sonrisa en el rostro. «Es muy bonita, pero la vida allí es muy difícil», explica con cierta nostalgia.

«Todo es montaña, no hay tierras y teníamos que buscarnos la vida fuera», afirma Zhu, que puso rumbo a Europa cuando contaba con 21 años de edad. Zhu llegó a Sevilla hace 12 años, en pleno apogeo del negocio chino, que empezó a echar raíces a mediados de la década de 1990 al calor del boom inmobiliario.

Aunque nacido en Sevilla, el encargado del gran almacén de venta al por mayor Euroxanty, Santi Wang, también guarda lazos familiares con Zhejiang. «Era una zona muy pobre y a día de hoy ha evolucionado mucho y es más moderna», apunta Wang a este periódico.

Mucho ha cambiado este sector en este tiempo. Atrás quedaron esas imágenes de bazares en los que se vendía de todo y que vinieron a sustituir a los antiguos veinte duros o el todo a cien. El comercio chino se ha sometido a una verdadera reinvención, un lavado de imagen, si se permite la expresión. En este sentido, ahora existen tiendas de ropa y textiles con grandes escaparates y cristaleras, a imagen y semejanza de las grandes firmas de la moda occidental, pero con la férrea organización y disciplina propias de la cultura oriental.

Actualmente, vemos a numerosos chinos regentando negocios de frutería, un sector en el que esta población extranjera ha encontrado un nicho de mercado muy potente. «Es un sector en el que hace dos años no había nadie y hoy en día se ha masificado», señala Wang, quien afirma que los modelos de negocio que consiguen cuajar se van transmitiendo de unos a otros «y poco a poco se va descubriendo cada vez más sectores en los que anteriormente no operábamos».

En Marqués de Pickman se concentra un elevado número de inmigrantes chinos y todos, o casi todos, regentan negocios. La cultura empresarial está fuertemente arraigada en la idiosincrasia china. Zhu explica que ello se debe a que muchos aún no dominan bien el español, lo que dificulta la búsqueda de empleo. Por esta razón, muchos optan por poner en marcha sus propios negocios. «La prioridad es buscar locales, abrir una tienda y hacerte autónomo. Es más fácil que buscar trabajo», añade Zhu.

El responsable de Euroxanty, que se encuentra en el Polígono Industrial Carretera Amarilla –otro de los focos de atracción de negocios chinos–, coincide con Zhu. «Casi todos luchan por tener algo en vez de trabajar por cuenta ajena, esa es la mentalidad y la filosofía: trabajar para uno mismo», explica.

Esta filosofía centrada en el esfuerzo y el trabajo ha permitido una diversificación de los negocios regentados por chinos. «Ahora hay otro tipo de tiendas, como las de accesorios para móviles», explica Zhu. Y es que la tecnología está ganando terreno en este campo.

En este sentido, la tesis citada anteriormente indica que un 40 por ciento de los chinos en edad de trabajar son empresarios, mientras que el 97 por ciento de los que aún no están en dicha edad, tienen en mente serlo. Muchos de los que abren nuevos negocios, en primer lugar, trabajan durante un tiempo por cuenta ajena para reunir el dinero suficiente. Es lo primero que suele hacer un chino cuando llega a Sevilla, explica Wang. «Así empieza a ahorrar dinero hasta que pueda montar su propio negocio. Esa es la tradición», añade.

También David Zhu explica que el inmigrante trabaja «durante tres o cinco años» para ahorrar algo de dinero que, sumado a alguna que otra ayuda familiar, le permitirá abrir su propio negocio. E incluso «si alguien entiende bien español, se pide ayuda al banco con un crédito o una hipoteca», señala.

Creación de empleo

En lo que a empleo se refiere, el negocio chino no suele generar numerosos puestos de trabajo. En los sectores de venta al por menor y fruterías, se crea autoempleo que incluye, por lo general, a la familia y poco más. Por ejemplo, el negocio de David Zhu da empleo a cuatro personas, de las cuales dos son españolas.

No obstante, la diversificación del negocio asiático hacia otros sectores como el tecnológico, incluyendo la venta de accesorios para móviles y dispositivos electrónicos, ha permitido la entrada de un mayor número de trabajadores. Estas tiendas sí suelen incorporar mano de obra autóctona. Una de esas personas que estuvo trabajando para una de ellas afirma que la plantilla estaba formada por cerca de una veintena de trabajadores, de los cuales «12 o 15 eran españoles».

La joven, que prefiere guardar el anonimato, reconoce que el empleo «era estable» y explica que el empresario prefería mantener a los trabajadores ya contratados en vez de «estar enseñando a gente nueva». No obstante, lamenta que las condiciones relacionadas con la flexibilidad horaria no eran óptimas. «Había mucha gente que trabajaba muy bien y se iba porque no estaba dispuesta a echar tantas horas», asegura.

Otro de los puntos que denuncia esta persona es el nulo compromiso de la empresa en cuestión con el calendario laboral vigente. Todo quedaba reducido a si abría o no una reconocida empresa de grandes almacenes. Si abría, se consideraba que «era un día normal» y lo pagaban como tal. Si dicha marca no abría sus puertas, «o te lo pagaban o te daban el día libre».

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), la población china residente en la provincia sevillana viene creciendo en los últimos años, hasta alcanzar las 5.381 personas en 2016, mientras que en la capital viven unos 3.624 chinos.

Esta comunidad ya representa una porción significativa de la población sevillana y, actualmente, sirve para «ayudar, asesorar y apoyar a los nuevos», según Wang. El papel de la comunidad china es fundamental, ya que el extranjero se decide a venir «cuando tiene algún contacto o algún familiar o algún conocido con algo seguro», explica este joven empresario.

España, junto a Italia o Francia, es uno de los principales receptores de inmigrantes chinos. La razón puede hallarse en que hace una década, antes del estallido de la crisis económica, «había más oportunidad de negocio y de empleo aquí que en China», reconoce Wang. No obstante, apostilla que hoy en día «hay muy pocas diferencias» debido al crecimiento industrial y tecnológico de China.

A este respecto cabe destacar el buen comportamiento del comercio y los negocios chinos, a quienes no les ha afectado la crisis. Ejemplo de ello es que entre 2008 y 2016 el número de negocios chinos creció en torno al ocho por ciento. Mientras tanto, las empresas andaluzas descendieron un 6,4 por ciento, según datos ofrecidos por el Análisis Económico-Financiero de la empresa andaluza 2017, editado por Unicaja Banco.

No parece que esta tendencia vaya a cambiar en los próximos años, ya que todo apunta a una mayor diversificación del negocio. «Cada vez va a abarcar más sectores», augura Wang, quien cree que las empresas chinas darán «un paso adelante en las nuevas tecnologías y en las nuevas industrias».

En este sentido, la presidenta de la Asociación de Empresarios Chinos en Andalucía, Leticia Chen, expresa que Andalucía es «un buen destino para invertir», sobre todo en el sector agroalimentario. Además, Chen apunta a las bodegas de vino y las conservas como principales focos de atención sin olvidar al turismo, «donde hay una gran fortaleza». ~