La historia de Enrique Mellado es un ejemplo más de cómo el deporte hace a las personas fuertes y luchadoras. El sacrificio y la superación son las claves de este joven de veinticinco años, que desde los ocho meses de vida lleva amando el agua y las piscinas. «Siempre he estado nadando. Me gusta el agua, como a los peces» asegura Enrique.
Su día a día es un constante entrenamiento. «Yo me levanto todos los días, me preparo y me voy directo a la piscina, a entrenar». Con ese esfuerzo ha conseguido convertirse en deportista de alto rendimiento. En poco tiempo viajará a París para disputar el Campeonato de Europa de natación en su modalidad. «Uno de los secretos más importantes para llegar a este nivel, además del constante entrenamiento, es comer bien», afirma.
Enrique tiene Síndrome de Down, y los médicos desde muy pequeño recomendaron a sus padres que practicara natación. «No pensábamos en un principio que llegara a ser nadador de alto rendimiento, como es él. Al principio, este deporte fue recomendado por los médicos porque nos dijeron que sería bueno para su musculatura. Y ahí empezó todo», cuenta su padre, Francisco, que acompaña a su hijo en los entrenamientos y las competiciones.
Su familia es el mayor apoyo para el nadador. «Estoy muy orgulloso de tener un hijo como él», afirma su padre. «Cuatro o cinco horas diarias dice bastante de su voluntad de trabajo». Asegura que con algo más de apoyo de las instituciones, su hijo podría tener más oportunidades de promocionar al siguiente nivel. «Hace falta que la federación apueste por estos deportistas, de esa forma podrían conseguir objetivos como participar en los Juegos Paralímpicos».
Para Enrique lo más importante es seguir creciendo en las piscinas. Los campeonatos internacionales tienen «un nivel muy alto», asegura, «ganar es muy difícil, hace falta mucho esfuerzo y dedicación». Participa en las distintas variantes de la natación, aunque tiene una especialidad. «Lo mío es el estilo de espalda. Aún así nado en todas las modalidades que me pongan».
El agua es su medio natural, lleva veinticinco años dedicados a este deporte. Son muchas las pruebas que completan su historial deportivo, y en ellas ha conocido a mucho compañeros. «Me encanta competir con compañeros a quienes ya considero amigos. Y cuando ganan, igualmente me alegro».
Hay otro elemento principal para Enrique en sus viajes a las distintas competiciones: Siempre lleva consigo una bandera del Betis. «La llevo a todos los campeonatos junto con mi gorro del Betis. Me dan suerte». Aunque tiene claro cuál es su verdadero amuleto: «Cuando miro mis medallas me acuerdo de mi padre, mi madre y mi hermano. Ellos vienen conmigo allá donde voy». Se muestra visiblemente emocionado al nombrarles, pues son su apoyo incondicional.
Su padre hace todo lo posible para que el joven nadador pueda seguir avanzando en su carrera deportiva. «Todos estamos volcados con él, para poderlo llevar a los distintos lugares. La familia entera se involucra. Compatibilizamos los horarios para poder llevarle a los distintos lugares sin dejar de atender nuestros trabajos. De esa forma contribuimos a su desarrollo deportivo para que pueda estar donde está».
Ha tenido algunas lesiones, es duro, a veces, seguir el ritmo que exige la competición de alto rendimiento, pero para los suyos, todo el esfuerzo merece la pena. Francisco Mellado sonríe al hablar de su hijo. «Es muy emocionante verle competir, se pasan muchos nervios y se siente mucho orgullo de tener un hijo como él. Es un regalo».