Un pico y una pala a quien le toque la rifa

Hace falta una furgoneta para llevarse los premios de la cesta de Navidad del Cerro, llena de regalos a cuál más sorprendente

16 nov 2017 / 07:53 h - Actualizado: 16 nov 2017 / 08:48 h.
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  • Santiago López, uno de los voluntarios del barrio, con algunas de las papeletas en juego. / El Correo
    Santiago López, uno de los voluntarios del barrio, con algunas de las papeletas en juego. / El Correo
  • Santi López, hermano de la corporación del Cerro, muestra las papeletas del sorteo.
    Santi López, hermano de la corporación del Cerro, muestra las papeletas del sorteo.

Hay rifas donde le toca a uno un jamón. Hasta ahí, normal. Tan amigos. En otras, cae una panera o a lo mejor un cuadro estupendo de la Virgen del Carmen. Bueno. En los más o menos estrafalarios sorteos populares del planeta Tierra, uno puede resultar agraciado con una moto campera, con una cena junto a un famoso o, como observó el cineasta Juan José Campanella sin poder parar de reírse, aquella otra cuyos premios eran los siguientes: primero, un cerdo sin una pierna; segundo, una pierna de cerdo, tercero, dos botellas de ron. Ahora: eso de que entre los más de 150 regalos de la Gran Cesta de Navidad organizada en El Cerro del Águila haya un pico y una pala, eso lleva un sello sevillano así de grande. Aunque no sea el objeto más raro de cuantos forman parte del lote de esta iniciativa cuyas ganancias van, como todos los años, para la bolsa de caridad de la Hermandad de los Dolores.

Hijo del Cerro y hermano de su cofradía, Santiago López es uno de los voluntarios que llegadas estas fechas salen a la calle con el mazo de papeletas, a euro cada una, entonando el celebérrimo que me las quitan de las manos, lo cual es exactamente así. Y no ya por la trascendencia del premio, que tiene uno que ir a recogerlo con una furgoneta –no es exageración: si no, no hay manera. Y de las grandes–, sino porque participar en semejante derroche de originalidad es algo que tira de uno, que vence toda resistencia de los expertos escurridores del bulto. Ya puede ser uno de esos pocos que logran salir de la calle Tetuán sin haberle dejado sus ahorros al tercer mundo o de esos otros que pasan de largo por la calle Sagasta con una sonrisilla de desdén: ante la papeleta del Cerro, el euro salta solo del bolsillo a la mano, y de esta a la cartera del vendedor. Si Sevilla fuese de otra manera, hace tiempo ya que habría explotado.

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En efecto, los dos principales atractivos de esta rifa son la abundancia y la variedad. Porque uno se imagina que le toca el Gordo y, aparte de la natural alegría, los saltos y las llamadas de rigor para hacer la trompetilla, todo lo demás se antoja abstracto: hipoteca, vacaciones, banqueros extendiendo alfombras rojas y pintándose sonrisas de carmín como en la canción de Perales, gente con miradas asesinas... Está genial, sí, pero el dinero así, a pelo, provoca ensoñaciones mezquinas que distraen del disfrute. Sin embargo, en este caso concreto es justo lo contrario, es pura concreción, y aunque el premio sea menor uno se ve envuelto en cajas de botellas y botellines, productos del cerdo, electrodomésticos diversos, carnes y mariscos, kilos de dulces y turrones, calorías capaces de desatar una supernova, víveres para pasar tres inviernos seguidos en la cabaña de Grizzly Adams... Es decir, la versión moderna de lo que tradicionalmente se ha venido llamando un maharajá. He ahí el secreto del éxito.

Como contaba Santi López, la Gran Cesta de Navidad es una iniciativa ya tradicional de la cuadrilla de costaleros del Cerro, un grupo de hermanos, comerciantes y colaboradores del barrio, de modo que quien ansíe hacerse con un par de papeletas se las encuentra en un montón de establecimientos del lugar. «No ha quedado desierto ni un solo año, por ahora», explica el vecino, que afirma que no ha habido una vez en la que él no haya vendido todas las que lleva con ese propósito. «Y lo de la furgoneta es verdad, ¿eh?», recalca el hombre. «Es que, si no, no hay forma de llevarse los premios», que ellos previamente han agrupado en la casa hermandad para que el afortunado solo tenga que entrar a recogerlos, preferentemente con la colaboración de los porteadores de las películas de Tarzán.

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Porque claro, aún no se ha hablado en profundidad de lo que toca en este sorteo. Por un lado, están los llamados regalos especiales: un televisor de pantalla plana, una tablet, una cámara de vídeo y otra de fotos, un gps, una barra de sonido para la tele, una bici de montaña, 500 euros en metálico, dos noches de hotel para dos personas en el Meliá Sevilla con alojamiento y desayuno y un décimo para la Lotería de Navidad. Pero claro, es que en el resto del premio hay casi de todo, y eso es muy amplio. por señalar lo más curioso: un lavado de perro, una figura de santo, una declaración de la renta, una apertura de puerta de emergencia en horario de 24 horas, 2.500 folios, un búcaro y una hucha de barro, cuatro clases de hípica, un trompo con su guita, un lavado de coche, dos cedés de la Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora del Sol, un enrollador eléctrico, un kilo de coquinas, un corte de pelo, una consulta profesional de abogado, un kilo de chicharrones y otro de manteca colorá, un puchero con todos sus avíos...

En el apartado que podríamos denominar Póngase usted como el Quico se incluye el muy navideño y tradicional pavo, amén de jamones, una paletilla ibérica, varios quesos, otros cuantos productos ibéricos, aceite, kilos y kilos de paquetes para la despensa (azúcar, garbanzos, arroz, lentejas, harina, pasta, picos, café, dulces), alcohol para olvidarlo absolutamente todo desde el 19 de octubre de 1965 para acá, langostinos, pescado, huevos gordos y morenos, leche... además de un no parar de desayunos, tapeos, almuerzos, cenas y postres en establecimientos del barrio. Y luego, las cosas de enchufar y los artículos diversos: calentador, secador, plancha de pelo, exprimidor, sandwichera, camiseta del Sevilla y del Betis, sesiones de masaje, alfombrillas de coche, mochila de Ágatha Ruiz de la Prada... El sorteo es el 17 de diciembre. El nombre del ganador se mantendrá en secreto. Salvo que explote, claro. En cuyo caso, lógicamente, sería noticia.