Una de ciencia ficción: así sería Sevilla con una Cataluña independiente

Un ensayo de pura inventiva acerca de las consecuencias que una hipotética secesión catalana tendrían en Sevilla. Aviso de rigor: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia

07 oct 2017 / 22:55 h - Actualizado: 07 oct 2017 / 23:07 h.
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  • Recreación de divertimentos sevillanos tras la independencia catalana. / Ilustración: Txetxu Rubio
    Recreación de divertimentos sevillanos tras la independencia catalana. / Ilustración: Txetxu Rubio

Aviso a navegantes: todo lo que a continuación se ofrece no está basado, ni de lejos, en estudios concluyentes. Abro paréntesis: al respecto de la cuestión catalana, por mucho que digan a ambos lados del Ebro, el estudio sesudo, objetivo y pormenorizado de los efectos de la secesión es como un unicornio. Simplemente, no existe. Sigamos. Decía que, ni mucho menos, este es un texto científico. Se trata, dilecto lector, de un ensayo con mucha literatura y mayor inventiva, pero guiado, cómo no, por el inefable sentido común. De cualquier modo, estoy seguro que le servirá. Para echar el rato, al menos. O para aplacar y embrollar a su cuñado, en un ejemplo aún más práctico. En ese caso, no olvide que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. No me sea usted de los que pican el anzuelo.

Ahora, déjese llevar. Sitúese en la Sevilla de octubre del 18, en una España a la que le falta su extremo más nororiental. Así es y así se vive en la gran metrópolis del sur de Europa ya confirmada la indepedencia de Cataluña.

Sociedad: en el podio de grandes ciudades

Las editoriales de libros de texto ha vivido un tremendo impacto. Y es que los de Historia ya no valen un pimiento. Los de Geografía, tal cual. Las ciencias sociales, en extensión, se fueron al traste en su configuración tradicional. Tras décadas de cierta normalidad territorial, España ha mutado su planta. Y eso no ocurría desde la descolonización del Sáhara, y con mayor gravedad, tras la pérdida de territorios americanos, norteafricanos y Filipinas. La nueva realidad ha tenido consecuencias geográficas de alto calado en Sevilla, que se aúpa, irremisiblemente, al podio de gran ciudad patria, solo por detrás de Madrid y Valencia. Pese a que durante la década precedente había perdido de forma paulatina población, la capital hispalense, con algo más de 690.000 habitantes, llega a ser, por fin, la tercera gran urbe de España, un objetivo que fue recurrente en el Siglo XX.

La provincia también está de enhorabuena demográfica. Como la capital, gana ese tercer puesto en el ranking de territorios. Y para mayor regocijo, Dos Hermanas, que con la salida de hasta seis municipios catalanes con más habitantes, se coloca en una destacadísima posición 42 de grandes ciudades patrias. Y ojo porque el incombustible Toscano empieza a barruntar la secesión nazarena como novena provincia.

El plano social, Sevilla avanza ya categorizada como tercera gran ciudad española, e incluso empieza a ganar población acechando el segundo lugar de Valencia. La ciudad consigue erradicar la tendencia negativa de su padrón gracias al retorno de emigrantes catalanes. Mataró, Sant Boi y Hospitalet se despueblan y barrios periféricos tradicionalmente obreros como Pino Montano, entre otros, reciben a miles de hijos pródigos que habían nacido en los dominios de la moreneta. Son andaluces catalanizados con doble nacionalidad que ante la deriva radical del nuevo país, la salida de la Unión Europa y consiguiente pérdida de posibilidades laborales, quieren reescribir su historia en la tierra de sus abuelos.

Sevilla vive una explosión de peñas del Barça –e incluso se funda una del Espanyol, ahí es nada–, y no hay velador donde no se sirva un jugoso aperitivo de pan tumaca de barra payesa. Eso sí, el cava, pese al traslado al Aljarafe de un productor carismático, no merma un ápice la producción de mosto, que sigue siendo el rey del otoño-invierno. La rumba catalana irrumpe con fuerza y desbanca al reggaetón-flamenquito como himno de cabecera en garitos juveniles. Lo anterior, es una leve muestra de la explosión multicultural que vive Sevilla, gracias a los hermanos excharnegos, que además, han conseguido abrir el abanico de modas urbanas: cada vez hay más hipsters y skaters, tan pródigos en la otrora ultramoderna Barcelona.

El orbe de las cofradías no se queda atrás. La hermandad de Montserrat cuatriplica su nómina de nazarenos por el empuje de los catalanos –remoquete que reciben los inmigrantes catalanes retornados–. Lo anterior desemboca en un aumento de los tiempos de paso, ya sufrido en el Viernes Santo del 18 –día que realiza su estación de penitencia la cofradía que en el siglo XVI fundara un grupo de catalanes residentes en Sevilla– provocando un nuevo cisma en el Consejo de Hermandades y Cofradías, que una vez ha logrado enjaretar el Martes Santo con el orden inverso, tiene ahora que deliberar una nueva solución, en este caso, para un día que transcurría sin aparente problema.

A nivel diplomático, Sevilla consigue situarse como la segunda gran misión en España, solo tras la capital, Madrid, donde siguen ubicadas todas las embajadas. La ciudad del Guadalquivir acoge a decenas de consulados que huyen de la ciudad Condal tras el no reconocimiento internacional de Cataluña como estado soberano y su no pertenencia a Naciones Unidas.

Política: emerge el sentimiento andalucista

Sevilla, y por extensión Andalucía, no ha asistido de forma impasible a la victoria del independentismo. A nivel político, el contexto se polariza. El PSOE, que tuvo y tiene en la provincia sevillana su gran bastión y joya de la corona, ya ha puesto en marcha un proceso particular de desconexión para formar un partido independiente, a lo PSC. Es decir, vinculado a Ferraz con voz y voto en sus órganos, pero no obligado a seguir sus premisas. La idea que gana fuerza es que se denomine PSOA. En cualquier caso, el socialismo andaluz lanza redes para reivindicar aún más el sentimiento andalucista en un momento en el que en la región parece renacer. Si bien, desde el periodo constituyente, el partido de la rosa amortizó en la región esta corriente, el auge de nuevas formaciones de incluso corte independentista andaluz, ha obligado al refuerzo de las tesis de una Andalucía soberana en una España Federal, herederas de una Declaración de Granada por estos tiempos totalmente obsoleta.

El último 4 de Diciembre, efemérides del 40 aniversario de la gran movilización preautonómica andaluza, Sevilla vivió otra manifestación ciclópea donde los ciudadanos clamaron por mayor dosis de autogobierno. La ANA (Asamblea Nacional Andaluza) liderada por Altamirano proclamó la DUI de los países andaluces con motivo de tan señalada fecha, y fruto de la publicidad que le dio tan peregrina acción, gana fuerza y peso en el entramado político andaluz. Así, agiganta su discurso a favor de una república independiente andaluza, aunque sus apoyos son aún limitados.

Andalucistas moderados impulsan un nuevo partido nacionalista que parece aunar ciertas voluntades. En su ideario no se trata la independencia, y sí la defensa de valores andaluces que consideran vilipendiados por el resto del Estado.

El PP, asediado interna y externamente por la gestión desde el Ejecutivo Rajoy de la crisis catalana, ve reflejada en Andalucía su pérdida de relevancia nacional. Ciudadanos cambia la piel y afronta una estrategia de acoso y derribo al PSOE, a la caza del votante conservador aún furioso por el desenlace de la cuestión catalana y el hecho de que no se enviara ejército ni se aplicara, en su momento, el 155. Podemos radicaliza su discurso y centra su pelea en la defensa republicana, mientras en un doble juego, alienta las ansias independentistas andaluzas.

A este respecto, no son pocos los enfrentamientos a nivel nacional a cuentas de una nueva reforma constitucional, aún no rematada desde que el Estado convulsionara con la independencia catalana. Sevilla pretende jugar un papel fundamental en la nueva Carta Magna, y el incipiente PSOA confronta con el PSOE federal al pretender imponer la figura de Gregorio Cámara –diputado nacional andaluz afín a Susana Díaz– como representante del partido entre los padres de la nueva Constitución Española.

Fiscalidad y PGE: más impuestos pero mayor inversión del Estado

El país ha perdido una pata esencial de su Hacienda, en base a lo que supone la partida de siete millones y medio de habitantes y más del seis por ciento del territorio. A nivel impositivo, la balanza fiscal era negativa para Cataluña –asunto tantas veces allí clamado– mientras que en Andalucía año a año se obtenía un saldo positivo entre lo que la región aportaba al Estado y lo que este reportaba.

La salida de Cataluña, que aún litiga para no corresponder la deuda viva que ha dejado vigente en forma de roncha inasumible para el erario público, estriba también en que en el sur se han de apretar los machos, reduciéndose ese saldo positivo con la subida de impuestos y la merma en transferencias estatales, lo que genera el consiguiente sentimiento soberanista, ya referido.

Aún así, y fruto de lo anterior, con intención de calmar ánimos y mejorar la imagen de Moncloa, el Gobierno de Rajoy, muy limitado en apariciones públicas y que aún no ha convocado elecciones generales, inyecta inversiones Despeñaperros abajo. En Sevilla, se destaca el desbloqueo de la línea 3 del Metro y se aceleran los túneles de la SE-40, de los que Fomento augura estarán a punto en 2019, tras una apuesta sin precedentes por esta histórica infraestructura. Otras reclamaciones históricas, de ámbito cultural, también prosperan, como si fuera ahora coser y cantar y antes era imposible.

Economía: desembarco de colosos

La economía sevillana repunta gracias a la independencia catalana. Grandes colosos emigran hasta la ciudad andaluza, convertida de facto en el segundo gran centro económico del país. El PIB sevillano se dispara gracias al desembarco de entidades financieras de alto rango que huyen de Cataluña, y que pese a priori ocuparon ciudades de los llamados países catalanes, la vorágine independentista provocó nuevos cambios de sede. En este caso, uno de estos grandes bancos, prolífico en clientes sevillanos tras absorciones antiguas, llega a ocupar varias plantas de un conocido rascacielos que ya se ha quedado pequeño. Se habla incluso de la construcción de su torre gemela en el sector sur de la Cartuja. Un afamado arquitecto argentino ya está al tanto.

No es el único caso. Una celebérrima factoría automovilística arriba desde Martorell, y otros importantes desarrollos se producen en el sector agroalimentario, ya referido, como ejemplo, el asentamiento de bodegas de cava en el Aljarafe. Lo anterior, en un agradable círculo, se retroalimenta con el ímpetu que el Puerto gana tras la salida los muelles catalanes de Puertos del Estado. Incluso el aeropuerto se beneficia, entrando, por fin, en el top ten de aeródromos nacionales en cuanto a pasajeros, gracias a la salida de El Prat y al crecimiento de los vuelos con la ciudad Condal.

El turismo se mantiene como puntal económico, e incluso avanza. Gracias, principalmente, al auge crucerista. Barcelona era la ciudad española con más visitantes de este segmento, los cuales, descienden con brusquedad por la inestabilidad que se vive en la región catalana. Sevilla se hace acreedora de muchos de ellos, eso sí, solo de aquellos cruceros a los que el calado del río permite el acceso remontando desde la desembocadura. Poderes fácticos sevillanos y andaluces se replantean el dragado, y el debate que parecía cerrado vuelve a la casilla de salida.

Deportes: éxito total

La independencia catalana conlleva un terremoto deportivo. España pierde a la región que más medallistas olímpicos tributa y una de las que más clubes profesionales, de cualquier índole, alberga. En el fútbol, pese a los intentos de FC Barcelona, Español y Girona, la LFP veta su participación en la Liga española, que incluso los expulsa a mitad de temporada por las presiones de la Federación, UEFA, el Gobierno de la nación e incluso gobiernos extranjeros alineados con la defensa de la unidad nacional. En esta tesitura, el Sevilla FC hace valer la mínima ventaja conseguida en los albores de la competición, y se proclama campeón de Liga, en un estado de euforia desatada en la ciudad que se completa con la clasificación para la Champions League del Real Betis, auténtica revelación del año futbolero. El Sevilla FC incluso afronta uno de los fichajes más ilusionantes de su historia, el retorno de Rakitic, que pretendía seguir jugando con la bandera de España cosida en las botas. El croata dice sentirse pinomontanero por los cuatro costados y propicia su vuelta, en loor de multitudes.

En baloncesto, el Real Betis Energía Plus vuelve a sortear el descenso gracias a la reestructuración de la ACB, que sigue abierta en polémicas sobre su futuro, al no estar aún definido que los clubes catalanes estén obligados a abandonar la competición. Se reconfiguran competiciones deportivas en disciplinas como el balonmano, el waterpolo, rugby o hockey hierba, y Sevilla vive un despertar polideportivo gracias a que los clubes sevillanos ganan peso en el panorama nacional con la salida catalana.

Para mayores alegrías, las que produce Pau Gasol. El gran deportista, uno de los mejores de todos los tiempos en nuestro país, se nacionaliza sevillano por influjo de su mejor amigo Juan Carlos Navarro –que tiene sus orígenes en Aznalcázar y es sevillista confeso– y tras conseguir el anillo de la NBA con los Spurs, otorga a esta ciudad uno de sus mayores hitos históricos en materia deportiva.