Una extensa red donde encontrar una nueva oportunidad

La ciudad cuenta con varias asociaciones que trabajan con las víctimas de la trata de personas de una manera integral y personalizada

24 mar 2017 / 20:40 h - Actualizado: 25 mar 2017 / 08:15 h.
"Sociedad","La trata de seres humanos"
  • El programa ONNA de las Adoratrices cuenta con varios proyectos en los que las mujeres víctimas de la trata se forman en labores que puedan serles útiles tanto para su vida cotidiana como para encontrar empleo. / M.G.
    El programa ONNA de las Adoratrices cuenta con varios proyectos en los que las mujeres víctimas de la trata se forman en labores que puedan serles útiles tanto para su vida cotidiana como para encontrar empleo. / M.G.

Sandra fue vendida a los 11 años por su tío para trabajar en las labores del hogar de una familia. Poco después, terminó en manos de las mafias que la explotaron también sexualmente. Desde su Nigeria natal llegó a España donde su suerte no mejoró. Aquí siguió siendo obligada a ejercer la prostitución bajo amenazas de trabajos de vudú contra su familia y agresiones físicas. Acaba de cumplir 18 años y desde hace unas semanas vive en una casa de acogida después de que la Policía Nacional desarticulara la red que la retenía.

Esta historia ficticia es, por desgracia, muy similar a la que viven muchas de las mujeres que son víctimas de la trata de personas en nuestro país. Detrás de los titulares de prensa sobre las operaciones policiales contra las mafias hay historias, vidas de personas que se vieron truncadas la mayoría de las veces desde su juventud. Algunas lo son desde la infancia porque sus familias las venden, otras deciden huir de sus países por cuestiones económicas o políticas y en el camino caen en las manos de las mafias. En cualquiera de los casos, cuando estas redes son detectadas por las fuerzas de seguridad, estas personas encuentran una nueva oportunidad de la mano de una serie de asociaciones que trabajan desde hace años con el colectivo.

Cruz Roja Española, Villa Teresita, las hermanas Oblatas, la asociación Amiga, Médicos del Mundo, Mujeres en Zona de Conflicto o las Adoratrices son algunas de las asociaciones presentes en la mesa de la trata convocada por la fiscal jefe de Sevilla que trabaja desde enero de 2014 con estas víctimas.

Cada una de ellas tiene una filosofía y se especializan en distintas áreas por lo que habitualmente trabajan en red para aunar esfuerzos. Eso sí, como nexo común tienen que sus proyectos se mantienen en su mayor parte de las aportaciones de entidades privadas y religiosas en algunos casos. «Lo que más necesitamos es financiación», explica Milagros García López, directora del programa ONNA Adoratrices. La administración, por su parte facilita subvenciones a través de los ayuntamientos y el Instituto Andaluz de la Mujer. En concreto, para este 2017 el IAM ha destinado 68.200 euros a cuatro asociaciones sevillanas. «Con eso no tenemos para todo», dice García López cuya congregación, al igual que el resto de asociaciones, tira de imaginación para salir adelante. Rifas, exposiciones, carreras benéficas, mercadillos... todas las alternativas son válidas para encontrar la financiación necesaria.

En el caso de las Adoratrices, su programa ONNA tiene en marcha cuatro proyectos. Por un lado, la casa de acogida y acompañamiento donde tienen 12 plazas. Este es el primer recurso que ofrecen cuando las víctimas son localizadas por las fuerzas de seguridad, aunque también llegan mediante los servicios sociales e incluso por el boca a boca. «Nos llaman cuando estamos de turno en la mesa y vienen a nuestra casa», explica García López cuya congregación tiene en su ADN la atención a las mujeres víctimas de cualquier tipo de esclavitud y la defensa de sus derechos. Su fundadora, santa María Micaela, «fue la primera persona en trabajar con las mujeres que habían sido prostituidas, aunque en 1834 los conceptos eran otros», cuenta la directora.

Las chicas que viven en esta casa hacen una vida completamente normal, «o eso intentamos». Acuden a talleres donde se forman en cuestiones básicas sobre higiene, cuidado personal, del hogar, cocina, idioma... «todo lo que unos padres le enseñan a un hijo», resume. También les ayudan en el tema legal. El trabajo psicológico es el más «complicado». «Algunas de las chicas denuncian años después».

Tras el proyecto Dámaris, la casa de acogida, viene el Betuel, un piso de autonomía. Aquí hay cuatro plazas. Las chicas que viven en él han pasado por la casa previamente. Es un paso más. «Cuando ya tienen un trabajo, algunas de ellas viven en el piso para terminar de adaptarse a la vida en sociedad», siempre con el apoyo de las trabajadoras del programa ONNA.

Además, tienen el centro Escucha donde se imparten talleres de formación a mujeres que no residen en el centro. «Gracias a este recurso ellas aprenden cosas que les pueden resultar útiles y a la vez nosotras detectamos casos de explotación y trata. Pues en ocasiones la víctima no es consciente de la situación en la que vive», explica. Habitualmente la asociación paga una pequeña cantidad a las mujeres «pues no ven la formación como algo importante. Solo quieren dinero para mandar a sus familias». Además, suelen facilitarles tarjetas de transporte, «para que no haya excusas».

A todo esto se le suma la labor de sensibilización que desarrollan en el proyecto Mírame. «Aún queda mucho por concienciar del problema de la trata y la explotación sexual», dice García López que da charlas tanto en colegios e institutos como a los profesionales que pueden tener algún contacto con las víctimas como abogados, policías o médicos. «Debemos ser conscientes de que nuestras acciones y omisiones tienen consecuencias», explica la directora del programa ONNA de las Adoratrices. «Por desgracia hay mucha gente que no es consciente de que detrás de cada cifra, hay personas hay una historia y una vida. Se sigue tratando a las mujeres que son prostituidas como trozos de carne y hay que educar desde pequeños para cambiar esta situación».

Con enfoque feminista

La asociación Mujeres en Zona de Conflicto (MZC) trabaja con las mujeres víctimas de la explotación sexual y la trata desde 2015 y lo hace de una forma integral, multidisciplinar y personalizada.

Los orígenes de MZC se encuentran muy ligados a la trata, explica Carla Cingolani. A raíz de una visita de la directora general de esta entidad a la extinta Yugoslavia. A raíz de la visita a los campos de refugiados, se moviliza para no solo recoger productos de primera necesidad sino para ser altavoz de denuncia de su historia y dar a conocer las distintas formas de violencia a las que estas mujeres estaban sometidas.

Al igual que las Adoratrices hacen una labor de sensibilización a lo que se le añaden labores de investigación así como el trabajo en los países de origen. MZC trabaja de manera directa con las mujeres que son prostituidas en los lugares donde ejercen. «Desde aquí, siguiendo cada caso personalizadamente es como descubrimos situaciones de explotación», dice. A partir del primer contacto, «con cada mujer el proceso es diferente. Ponemos a su disposición todos las opciones para aquello que necesiten y hacemos una labor de acompañamiento», asegura Cingolani quien insiste en que «el camino es muy largo. Es un proceso que tiene de todo menos de sencillo», apunta.

En los casos en los que las mujeres requieren una casa de acogida recurren a alguna de las asociaciones de la ciudad con las que trabajan en red. En Sevilla, Villa Teresita, que ha declinado participar en este reportaje, cuenta también con casa y pisos de acogida, por ejemplo. En el caso de las hermanas Oblatas, su labor se centra más en la formación de estas mujeres y Cruz Roja y el Consistorio hispalense suelen poner a disposición recursos habitacionales tanto para mujeres como para hombres que escapan de las mafias.

Toda una red de recursos que trabajan a diario por dar una nueva oportunidad a las víctimas de la trata. ~