La desesperación de una familia que busca por cielo y por tierra a sus dos pequeñas. El sinvivir que les lleva acompañando desde el pasado sábado cuando desaparecieron las sevillanas Sandra Capitán Capitán, de 26 años y embarazada de varios meses, y su hija Lucía Begines Capitán, de 6 años. El grupo de Homicidios de la Policía Nacional sigue investigando los hechos sobre los que se han decretado el secreto de sumario por la juez de Instrucción número 19 de Sevilla, aunque como ya hicieron saber «no se descarta ninguna hipótesis». Este pasado sábado se cumplió una semana de sus desapariciones en el distrito Bellavista. Un suceso extraño que no se aclara.
Parece que la clave de las desapariciones de las dos jóvenes se centra en la actual pareja de Sandra –también en paradero desconocido–, un ciudadano turco con antecedentes por tráfico de droga que fue detenido en 2001 en una operación antidroga. Un hombre al que la familia de la joven no conocía, pero del que no tenían malas referencias. No obstante, fuentes consultadas por este periódico han podido explicar que este varón «seguía vinculado al tráfico de drogas» y ahí puede residir la clave para resolver las desapariciones de estas tres personas.
Hay que recordar que fue la expareja y padre de la menor, Joaquín Begines de 29 años y residente en Los Palacios, el que dio la voz de alarma. Él quedó con su expareja para recoger a su hija y al ver que no contestaban se marchó. Al día siguiente las volvió a llamar y siguieron sin responderle... Cogió el coche y se presentó en el distrito Bellavista. Subió a su casa y al ver que no contestaban llamó a Josefa Raquel Capitán, madre de Sandra, que también se extrañó porque no le contestaban. Entraron en la vivienda y allí estaba la comida a medio hacer. Algo les extrañaba y decidieron presentar una denuncia por desaparición ante la Policía Nacional.
«Mi hija está retenida en algún lugar. No se hubiera ido voluntariamente sin decirme nada», explicó tras la desaparición Josefa a los medios de comunicación en un llamamiento para encontrar a sus pequeñas. Ahora, una semana después la familia sigue destrozada, intentando asimilar una situación que no alcanzan a comprender. Una familia humilde que se ha visto en medio de algo que «ni las va ni les viene porque son gente trabajadora», explicaban fuentes cercanas a la familia.
Siguen sin noticias, pero no pierden la esperanza. Recuerdan que Sandra mide 1,75 metros de estatura y tiene el pelo largo y castaño, mientras su hija Lucía tiene un brazo escayolado motivado por una caída con el patín eléctrico.