Una pelea diaria con la enfermedad

Los pacientes de cáncer de piel recuerdan la importancia de protegerse bien del sol en el verano

10 jun 2017 / 22:03 h - Actualizado: 10 jun 2017 / 22:03 h.
"Salud","Cáncer de piel","Cáncer de piel"
  • Manuel Jesús Román ha padecido un calvario por culpa de un melanoma. / Jesús Barrera
    Manuel Jesús Román ha padecido un calvario por culpa de un melanoma. / Jesús Barrera
  • Alexander cogió mucho sol en los deportes náuticos que practicó en su juventud. / M.G.
    Alexander cogió mucho sol en los deportes náuticos que practicó en su juventud. / M.G.

La exposición prolongada y sin protección adecuada al sol puede tener consecuencias serias en la piel. No hay que bajar la guardia, más aún estos meses de verano pues, como insisten los pacientes, «la piel tiene memoria» y siempre recuerda «todos los excesos» que se han cometido en la juventud.

Manuel Jesús Román y Alexander Szego exponen aquí sus testimonios para concienciar de la importancia de prevenir posibles alteraciones en la piel. Son sólo dos ejemplos de cómo puede cambiar la vida tras detectarse «un lunar raro». Eso sí, también quieren dar un mensaje esperanzador para quienes se encuentran en una situación similar: «Lo importante es mantener una actitud positiva. Darle a la enfermedad la importancia que se merece sin exagerar».

MANUEL JESÚS ROMÁN / HA SIDO OPERADO CUATRO VECES POR UN MELANOMA

«Cometí excesos con el sol y la piel tiene memoria»

Manuel Jesús Román lleva años batallando contra un cáncer de piel. Aunque parece que la enfermedad está controlada y las revisiones ya son cada vez más espaciadas en el tiempo, ha tenido que pasar cuatro veces por el quirófano y estar varios meses recibiendo el tratamiento intron a para prevenir que el cáncer regrese.

Lo que comenzó por un lunar en la espalda terminó convirtiéndose en una pesadilla que le ha cambiado completamente la vida. Antes de sufrir este calvario con el melanoma, ya había sufrido otro, dado que había sufrido una isquemia cerebral de la que logró recuperarse perfectamente pero que precipitó su jubilación antes de los 65 años.

«Un día le dije a mi mujer que me mirara la espalda porque me picaba algo. Me vio un lunar un poco raro y acudimos al dermatólogo. Sólo con mirarlo, el médico levantó el teléfono y pidió cita en el quirófano porque tenía muy mala pinta». Tristemente, se confirmaron los peores pronósticos, era un melanoma. Manuel tenía cáncer. Luego llegó una segunda operación para hacer una limpieza aún más profunda y una tercera y una cuarta para quitar algunos ganglios. Todo esto, y dado que por entonces sus dos hijos eran adolescentes y no quería que perdieran a su padre tan jóvenes como le ocurrió a él, le afectaron psicológicamente. «Yo era muy duro pero claro, hasta que no te toca en primera persona no sabes realmente cómo vas a reaccionar». Ahora, cuando ya todo está estabilizado, achaca su enfermedad a las locuras que hizo de joven. «La piel es el único órgano que tiene memoria. De joven estábamos mucho tiempo al sol e incluso nos echábamos aceite para broncearnos más», recuerda. Ahora evita el sol, sale a caminar muy temprano y pasa todo el día en casa hasta que cae el sol. Le da miedo y respeto. Pero de todo esto y del problema cerebral ha sacado una gran afición: caminar. Y ya lleva realizados 17 caminos de Santiago. No hay mal que por bien no venga.

ALEXANDER SZEGO / LLEVA VEINTE AÑOS LUCHANDO CONTRA EL MELANOMA

«Hay que darle la importancia que tiene, sin exagerar»

La lucha de Alexander Szego, de madre catalana, padre húngaro y que ha vivido entre EEUU y España, comenzó hace veinte años. Entonces le detectaron «una primera lesión mínima» en la piel a consecuencia de que en su juventud ha sido un gran aficionado a los deportes náuticos y ha cogido «muchísimo sol». El percance se resolvió con «una extirpación muy sencilla» en un ambulatorio. La enfermedad estaba comenzando a dar la cara.

A partir de ese momento, Alexander cuenta que empezó a tomar precauciones en las exposiciones al sol. «Me mentalicé y tuve que cambiar de estilo de vida. Empecé a hacer deporte con prendas propias para protegerme y comencé a hacerme anualmente chequeos dermatológicos». Sin embargo, ya era tarde. «Desafortunadamente la piel tiene memoria y, por muchos intentos para evitarlo, el mal ya estaba causado».

Hace diez años le volvieron a detectar otro «lunar raro», ahora en el vientre, próximo al ombligo, que hizo saltar las alarmas. En esta ocasión, pese a que inicialmente no se aseguraba que era maligno, la extirpación que se produjo fue «más seria». Los médicos realizaron entonces un estudio más pormenorizado para diagnosticar el cáncer de piel. «La biopsia dio positivo en melanoma. Ahí empecé el tratamiento con la doctora». El año pasado, explica, le hicieron «cirugía para remover la piel». En ese mismo momento le practicaron también la denominada técnica «ganglio-centinela» en la que, aclara, se actúa en el ganglio más cercano a la lesión para evitar que se produzca metástasis. Por su suerte, en su caso, el melanoma estaba controlado y no se había movido. Desde entonces se somete a chequeos oncológicos trimestrales y dermatológicos cada seis meses. «Lo importante es mantener una actitud positiva. Darle a la enfermedad la importancia que se merece, pero sin exagerar. Confiando en los médicos y pasando las ITV que sean. Todo el sol que tomé ha causado este daño», concluye este paciente de 52 años.