Una red con 17 millones de salvavidas

158 años de historia. Sociedades de socorro para asistir a los heridos de cualquier bando en conflictos bélicos dieron lugar a una gran organización de asistencia humanitaria

16 may 2017 / 06:05 h - Actualizado: 16 may 2017 / 06:05 h.
"Cruz Roja"
  • Convoy de la Cruz Roja en la localidad Siria de Madaya. / Efe
    Convoy de la Cruz Roja en la localidad Siria de Madaya. / Efe
  • Fichero de la Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra. / Txetxu Rubio
    Fichero de la Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra. / Txetxu Rubio
  • Una red con 17 millones de salvavidas

{El 11 de marzo de 2004, los atentados terroristas en el metro de Madrid convirtieron la capital en lo más parecido a un campo de batalla con decenas de heridos y 191 muertos en varios puntos de la ciudad. Esa mañana, todos los profesionales sanitarios estuvieran o no trabajando se activaron para atender a las víctimas. Pero también psicólogos se acercaron a las estaciones afectadas, los hospitales o el pabellón de Ifema habilitado para acoger los cadáveres para prestar asistencia a víctimas, familiares o testigos en estado de shock; 300 taxistas transportaron gratuitamente a quienes necesitaban desplazarse; varios hoteles alojaron gratis a familiares de fuera; y la ciudadanía donó 4.500 bolsas de sangre para cubrir las necesidades de los centros sanitarios. En palabras de la presidenta de honor la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza «Todo el mundo estuvo: los taxistas, el 112, el Samur, todos los ciudadanos de Madrid estuvieron donde tenían que estar sin que nadie les organizara». Se podría decir que Madrid funcionó como una auténtica «sociedad de socorro», el concepto ideado por el fundador de Cruz Roja, el empresario suizo Henry Dunant, hace 158 años tras quedar impresionado al ver un escenario tan dantesco como el del Madrid del 11M: el campo de batalla de Solferino (Italia) sembrado de soldados heridos y fallecidos a los que se pasó días atendiendo con la ayuda de la población local en la iglesia de una aldea cercana.

La experiencia impactó tanto a Dunant que la recogió en un libro publicado en 1862, Recuerdo de Solferino, en el que plantea la idea de formar en tiempos de guerra sociedades de socorro con personal enfermero para que en caso de guerra apoyen a los servicios médicos de los ejércitos de todos los bandos implicados y subraya la importancia de que ese personal goce de protección internacional en base a su neutralidad e independencia.

Sus ideas llaman la atención de dos médicos, un militar y un filántropo que en 1863 se reúnen en Ginebra y fundan el Comité Internacional de Socorro a los Militares Heridos, que posteriormente pasó a llamarse Comité Internacional de la Cruz Roja porque fue éste el símbolo elegido para identificar con un brazalete a los voluntarios que actuaran en el campo de batalla para que fueran distinguidos por los ejércitos y no atacados. Se decidió ese mismo año en la primera Conferencia Internacional que los cinco socios fundadores organizaron en Ginebra con representantes de gobiernos e instituciones para impulsar la creación de sociedades de socorro en cada país y acordar los principios rectores que regirían esas sociedades y los compromisos que adquirían los gobiernos en la protección de sus miembros.

España fue uno de los 12 países que asistió a esa Conferencia Internacional, con el conde de Ripanda y el médico mayor de Sanidad Militar Nicasio Landa como representantes. Y en 1864 se creó una Sociedad de socorro española según los principios acordados en esa Conferencia y convertidos en Convenio internacional con rango de ley para los Estados firmantes en una convención diplomática organizada por el Gobierno suizo en 1864 (a la que asistieron 16 Estados, entre ellos España). El Convenio de Ginebra para el mejoramiento de la suerte de los heridos en los ejércitos en campaña fue el primer tratado de Derecho Internacional Humanitario.

Las guerras austro-prusiana (1866), franco-prusiana (1870) y los conflictos en los Balcanes de 1875, 1885 y 1912 fueron las primeras contiendas en las que actuaron efectivos de Cruz Roja (en la franco prusiana fue la primera vez que colaboró España). Junto a la asistencia sanitaria, en la guerra franco-prusiana Cruz Roja creó la primera Agencia de Informaciones para llevar noticias de los militares heridos o capturados a sus familias. Una labor que aún actualmente sigue realizando la entidad in situ en cada conflicto o catástrofe en la que interviene que provoca dispersión de la población y grandes desplazamientos. En la era de internet, también cuenta con un servicio online para solicitar información sobre desaparecidos (https://familylinks.icrc.org).

Pese a la experiencia acumulada en anteriores conflictos, la I Guerra Mundial marcó un antes y un después en la historia de Cruz Roja. Multiplicó su personal voluntario y expandió geográficamente su actuación pero también amplió su ámbito de acción de la atención sanitaria a los combatientes heridos a la actuación humanitaria con la sociedad civil. También, en el marco de su neutralidad e independencia, la organización realizó labores diplomáticas para visitar campos de prisioneros y exigir el respeto a los derechos humanos (tras la contienda, en 1929, una Conferencia Diplomática impulsada por Cruz Roja aprobó el primer código internacional sobre el tratamiento de prisioneros de guerra). De nuevo en la I Guerra Mundial Cruz Roja realizó una labor de recopilar información que ofrecer a las familias mediante la creación de la Agencia Internacional de Prisioneros de Guerra que, entre 1914 y 1923, recogió en seis millones de fichas datos sobre 2,5 millones de personas. Un fichero que aún hoy se puede consultar en el Museo de Cruz Roja en Ginebra e inscrito en el Registro de la Memoria del Mundo de la Unesco.

Tras la I Guerra Mundial surge la idea de reforzar los lazos entre las Sociedades Nacionales de Cruz Roja, creando una Federación Internacional, para multiplicar el efecto de sus acciones mediante el intercambio de ayuda e incluso el envío de voluntarios de otros países. Inicialmente sólo se unieron las Sociedades de Cruz Roja de cinco Estados (Gran Bretaña, Francia, Italia, Japón y EE.UU). Hoy aglutina a las de 190 países.

También tras la I Guerra Mundial, en 1921, el Comité Internacional de Cruz Roja adoptó cuatro principios rectores para definir su identidad y guiar sus decisiones y su labor: Caridad, Universalidad, Independencia e Imparcialidad (en 1965 la Caridad fue sustituida por la Humanidad y se añadieron la Neutralidad, la Unidad y el Voluntariado conformando los siete principios fundamentales de Cruz Roja en vigor).

La II Guerra Mundial marcó otro hito en la entidad. Tuvo que organizar sus actividades humanitarias en cinco continentes al mismo tiempo. Al final de la contienda, las fuerzas aliadas y organizaciones no militares, entre ellas la Cruz Roja británica, forzaron la creación de un Servicio Internacional de Búsquedas para recopilar información sobre las víctimas de los campos de concentración nazis y desplazados tras la guerra bajo la protección de organizaciones internacionales. En 1955, se encomendó la dirección de este servicio (con sede en la ciudad alemana de Bad Arolsen y cuyos archivos tienen actualmente datos de 17,5 millones de personas) al Comité Internacional de Cruz Roja por su neutralidad e independencia y su experiencia en la recopilación y búsqueda de este tipo de información. Cruz Roja dejó de administrar este servicio en 2012, ahora bajo la gestión del Gobierno alemán.

La población civil fue la principal víctima de la II Guerra Mundial y ello evidenció la necesidad de revisar el Convenio de Ginebra para extender la protección no sólo a los militares heridos sino a los civiles y no sólo en conflictos armados internacionales sino también en guerras no internacionales. En la Conferencia Diplomática de Ginebra de 1949, 63 países firmaron cuatro convenios para la protección de los heridos y enfermos de las fuerzas armadas en tierra y en el mar, prisioneros de guerra y civiles. En 1977 se complementaron con dos protocolos adicionales.

Estos documentos son custodiados por el Departamento Político del Consejo Federal Suizo, a donde deben dirigirse los Gobiernos para adherirse. Actualmente hay 194 países que los han suscrito. Su objetivo es poner límites al uso de la violencia y proteger a la población civil, aunque las guerras que desde su firma no han parado de desencadenarse en todo el mundo demuestran que su cumplimiento es relativo.

Incluso el terrorismo internacional y el despliegue de operaciones internacionales contra Estados acusados de protegerlo o apoyarlo han puesto en jaque el respeto a la neutralidad e independencia de Cruz Roja. En muchos conflictos actuales, sus miembros han pasado de estar protegidos a ser incluso objetivo, igual que la población civil. Hay impedimentos de los gobiernos a la labor humanitaria de Cruz Roja. Pese a ello, 158 años después y aunque se han multiplicado las organizaciones de asistencia ante conflictos y catástrofes naturales, es difícil pensar en ninguno de ellos en los que el símbolo que Dunant ideó para identificar a esos ayudantes voluntarios no esté presente para llevar esperanza a las víctimas.