Una UCI llena de alma

La unidad amplía las horas de visita de familiares, pero también aplica ‘terapias sociales’ como fomento de la lectura, paseos o antifaces para conciliar el sueño

Iñaki Alonso @alonsopons /
10 may 2018 / 07:42 h - Actualizado: 10 may 2018 / 07:42 h.
"Sanidad","Hospital Virgen Macarena"
  • Un paciente es atendido en una de las modernas estancias de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Macarena. / El Correo
    Un paciente es atendido en una de las modernas estancias de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Macarena. / El Correo

Juan Palacios lleva casi dos meses y medio en el hospital Virgen Macarena, y 47 días de ese tiempo ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Un habitáculo donde los minutos se hacen horas y las horas un mundo, puesto que quien acude no es precisamente para un constipado. En el caso de Juan fue debido a una operación compleja de dos válvulas, la mitral y la tricúspide, que le llevó a estar 11 días en coma inducido y más de un mes más en una UCI en la que, y ahí viene lo bueno de la historia, no estuvo solo. Su mujer, Magdalena Bote, y sus hijos, entre ellos Conchi Palacios, han sido sus compañeros de viaje inseparables gracias a que este espacio, antaño limitado a los familiares, lleva meses con su horario ampliado. Un régimen flexible de visitas que no se limita a los intervalos de mañana, mediodía y tarde, sino que permite que al menos una persona pueda estar arropando a su familiar durante casi toda la tarde, desde las 17.00 hasta las 22.30 horas. Solo hay una hora en la que únicamente puede estar presente en la unidad personal sanitario.

La idea surge, según el jefe de la UCI, José Garnacho, tras una encuesta a los familiares, que pedían más tiempo de estancia; y «el convencimiento propio de que esto resulta beneficioso para los pacientes». Para ello, han tenido que hacer un concienzudo esquema para compaginar este régimen de visitas extendidas con la organización del trabajo. De hecho, una de las normas para que no afecte tanto trasiego de visitantes es que los familiares no pueden intercambiarse. Además, esta opción de cinco pases de visita solo se podrá utilizar «cuando la situación clínica lo permita» y es el propio paciente el que elige quién quiere que lo acompañe esas horas.

Con esta fórmula, aplicada desde finales de año, los profesionales detectan que los pacientes «se sienten mejor y más seguros». «La presencia de sus familiares les permite evadirse, más cuando son mayores de edad, que se pueden desorientar en un medio extraño para ellos como una UCI», añade la supervisora de Enfermería de la citada unidad, Lola González.

No es la única fórmula para «humanizar» la UCI. También se permite, a determinados pacientes –en función de su estado–, que lean, escuchen la radio o vean la televisión. También se han instalado en los boxes relojes de gran tamaño para que sepan en qué hora viven, se facilitan antifaces y tapones para los oídos para dormir y se cuenta con un detector de ruidos para evitar que las charlas con los familiares enturbien el clima de una sala donde deben imperar la calma y el silencio.

Así mismo, se está desarrollando un Plan de Movilización Precoz, donde los profesionales de la UCI y el fisioterapeuta realizan ejercicios que eviten o aminoren la atrofia muscular, llegando en algunos casos, cuando su estado se lo admita, a caminar por estas dependencias, lo cual les proporciona la conexión con la realidad. También se está trabajando en la fisioterapia respiratoria, donde hay estudios que concluyen que deja menos secuelas ante el tratamiento de determinadas patologías.

Pero, más allá de esas medidas, está el día a día. Conchi no tiene palabras para dar las gracias a los profesionales de la UCI. «Se han portado con mucha humanidad y, hasta en los peores momentos, mantener el mensaje de que mientras vida hay esperanza», señala esta familiar, que estaba exultante porque, si sigue esta progresión, su padre, de 74 años, recibirá el alta y podrá regresar a su casa de Huelva mañana viernes.