En política son tan importante las decisiones como los gestos. Desde el primer minuto de su mandato al frente de la Alcaldía de Sevilla, Juan Espadas, ha intentado marcar distancias con la política autoritaria y «de rodillo» que sostenían los 20 concejales del popular Juan Ignacio Zoido en sus cuatro años de gobierno municipal. Pero una cosa son las promesas y otra muy diferente lo que demuestran los hechos en este año y medio sobre la verdadera forma de hacer política del alcalde.
Espadas se ha dado de bruces con la realidad. Es más fácil convocar una mesa de diálogo pero no tanto dialogar con quien tienes enfrente y que todas las partes se entiendan y lleguen a un acuerdo. Sobre todo si parten de posturas dispares y el objetivo a alcanzar tampoco es el mismo. Esta semana esto se ha puesto de manifiesto con el asunto de los veladores. Desde hace un año el gobierno local está empeñado en llegar a un consenso con vecinos y hosteleros. Algo que se ha demostrado que es imposible porque unos defienden su legítimo derecho a descansar y otros el de hacer negocio.
¿Y qué ha hecho el Ayuntamiento? Tirar por la calle de en medio y tomar su propia decisión: suprimir el 60 por ciento de los veladores de la Avenida, el 80 por ciento de la calle San Fernando y todos los de la Campana. Aunque horas más tarde, cómo no, Espadas reculó (un poquito) y matizó que podría haber excepciones para algunos establecimientos durante el periodo de alegaciones. O lo que es lo mismo, que ningún sevillano podrá volver a comerse una hamburguesa sentado en una terraza de la Campana pero sí una torrija llegada la Cuaresma.
Y claro, cuando las decisiones no son consensuadas, tienen sus consecuencias. Hasta el punto de que un hombre con la fama de diplomático y prudente como el presidente de los hosteleros, Pablo Arenas, ha acabado por estallar y lanzar un órdago al gobierno. O negociamos o el sector se levantará de todos los órganos municipales en los que tiene representación. Y ojo, no es que estos empresarios se opongan a la aplicación de la ordenanza. Todo lo contrario, justo es esto lo que piden. Prueba de ello es que el pasado jueves aplaudían la batida de inspecciones llevadas a cabo por la Policía Local en el centro y Reina Mercedes.
Este es el modus operandi, Espadas’ style, de un alcalde que ha tenido la capacidad de hacer valer su postura a pesar de gobernar en minoría con solo 11 concejales. Pasó con la zona azul, en la que terminó imponiendo su criterio ante la falta de acuerdo de los vecinos y pasó en la mesa de movilidad, donde los asistentes hacían propuestas que caían en saco roto pues el gobierno ya tenía un plan.
Una mayoría absoluta de tapadillo que hasta ha merecido un revés judicial al no permitir a última hora que se debatieran las enmiendas al presupuesto de Participa y el PP.
Aunque hay que reconocerle que al final llevaba razón, su política no es igual que la de Zoido. Este gobierno decide por sí mismo a pesar de no estar en mayoría.