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Una panorámica de la calle Castellar, donde se encuentran los corralones. Foto: El Correo
La historia se repite en Castellar, una calle del centro de Sevilla que conecta la plaza de San Marcos con la calle Feria. La citada vía vuelve a estar en el punto de mira de las quejas vecinales. Como ocurriera hace unos años, los antiguos corralones de Castellar han vuelto a acoger estas navidades fiestas «ilegales» que congregan a un gran número de personas y que, según denuncian los vecinos, «no cumplen con las medidas de seguridad, higiene ni normas mínimas» de convivencia. «Ya hace unos años llegaron a ofertarse vuelos desde Rusia con destino a las fiestas de estos corralones. No queremos llegar a esta misma situación», ha criticado la asociación de vecinos y comerciantes de San Marcos, que solicita al Ayuntamiento de Sevilla «un control» y «un seguimiento» de estas celebraciones clandestinas que han irrumpido de nuevo y que tanto preocupan en el vecindario.
Según ha informado a El Correo de Andalucía la asociación de vecinos y comerciantes de San Marcos, la alarma ha saltado estos días de Navidad donde se han sucedido varias fiestas en estos locales que antaño ocuparon artesanos sevillanos, en su mayoría relacionados con el gremio del arte sacro. «Han celebrado fiestas multitudinarias que comenzaban el día 24 [de diciembre] y han terminado el día 25 [de diciembre] al mediodía. El ruido ha sido espantoso y llegaba hasta la calle paralela, como prueban los vídeos que han llegado a grabar los vecinos».
Una calle «llena de vómitos y basura»
Los vecinos lamentan igualmente que estas celebraciones están alertando la normal convivencia de la zona y la imagen de la calle. «Castellar está llena de vómitos y suciedad», apuntan desde la entidad denunciante, que además aseguran que ya han trasladado sus quejas a los responsables del distrito Casco Antiguo para que tomen las medidas pertinentes y eviten que se «vaya a más» y acabe como hace unos años. En este sentido, la asociación vecinal ha reclamado «una mayor vigilancia» sobre estas celebraciones, con «controles» a los corralones y «un seguimiento» a quienes actualmente hacen uso de ellos.