El titular es bastante cliffhanger, pero no lo pude evitar porque esto pasa poco en el mundo editorial español. Es verdad que la literatura de temática LGBTI+ nunca ha pasado desapercibida para la industria, pero cuando a esa cualidad se le suma la nacionalidad mexicana es que no paro de celebrarlo, por razones obvias: me representa.

Hacia las luces del norte (Dos Bigotes, 2018), de Ángel Valenzuela, cuenta la historia de Demetrio y Andrés, dos amigos de toda la vida que se van de viaje juntos, rollo despedida de soltero: pero solos y con muchos temas pendientes por tratar. Demetrio se va a casar, aunque eso a Andrés no le hace mucha gracia. Ha estado enamorado de él desde que tiene memoria, pero jamás se ha atrevido a decírselo.

Poco antes de la boda de Demetrio, Andrés y él se fuman un porro de marihuana, escenario ideal en el que a Demetrio le surge de repente la necesidad de ver la aurora boreal de Canadá, antes de casarse con su novia Marina. Propone un viaje en carretera, atravesando Estados Unidos desde el norte de México.

Pide, casi suplica a Andrés que vaya con él y éste, qué remedio, acepta. Así va por la vida Andrés, dejándose arrastrar, aunque le duela, aunque le gustaría que fuera de otro modo, aunque muy en el fondo sepa que no tiene sentido, él se deja arrastrar. A todos nos ha pasado algo así. Y obviamente no necesitamos ser mexicanos, gays o heteroflexibles. El amor es universal. Todos sabemos más o menos bien lo que significa estar pilladísimo de una persona, sin remedio. Y de esto va la novelita que Ángel Valenzuela escribió y que se presenta en Madrid el 5 de abril en la librería Berkana y en Barcelona el 4 de abril en la librería On de Road, ambas a las 19:30 hrs.

Los editores, Gonzalo Izquierdo y Alberto Rodríguez llevan ya un tiempo mostrándose interesados por la literatura LGBTI+ internacional. Han publicado varias antologías de cuento: una rusa, otra africana, una cubana y otra española. No resulta extraño que depositen su atención en la novela mexicana y homoerótica de Ángel Valenzuela.

Algunas señas que merece la pena destacar del trabajo de Valenzuela son: la brevedad de la obra, en total sintonía con un instinto de puntualidad y oportunidad, es decir, la brevedad es consecuencia inevitable de haber construido una historia que va al meollo del asunto desde la primera línea y que, palabra a palabra, resulta oportuna y precisa. En este sentido, la novela rescata mucho de las formas propias del cuento. Cada página es como un cuchillo afilado y lanzado con tremenda puntería a la diana, que a veces es nuestra mente, otras la entrepierna.

En esta obra mexicana de prosa moderna destaca, irónicamente, el inglés como segundo idioma. Fenómeno irremediable del México fronterizo con Estados Unidos y del México absorbido por la cultura norteamericana. El fenómeno de la mezcla entre español e inglés que es natural en Ángel Valenzuela, ha sido denostado antaño por eruditos y sabiondos hispanohablantes; quizá esto a principios de siglo era raro, porque empezábamos a ser testigos de las consecuencias de la globalización. Ahora, como era de esperarse, resulta normal, enriquecedor y hasta necesario.

Invito a poner atención en la construcción de los personajes que acaparan el drama en la historia. Demetrio representa el perfil del hombre contemporáneo que, muy en contra de los principios que se aferra a representar socioculturalmente hablando, allí donde puede sentirse libre, querido, respetado y seguro, se deja ser sin más. Se deja descubrir que el amor es universal y no tiene fronteras, a pesar de que el mundo se empeñe en hacerle creer lo contrario. Un tipo de hombre que vive bajo el yugo de la apariencia y que no se atreve a tomar las riendas de su vida sexual y emocional, si tiene que hacerlo sobrio y públicamente. Un tipo de hombre que no tiene apuro en pasar por encima de las emociones y los sentimientos de sus amantes furtivos, como si la realidad fuera esa que le han enseñado a creer: «nomás andas de cabrón putero, pero un rato, pues, pa’ probar y luego te regresas con tu vieja».

Andrés, sin embargo, representa ese tipo de hombre gay más o menos reprimido que aún tiene dificultades para aceptar por completo su orientación sexual así como el hecho de que pueda a veces ser algo femenino. A pesar de su cacao metal autorrepresivo, Andrés vive intensamente el amor que siente, aunque sea un amor “imposible”. El tipo de hombre gay torpe e ingenuo que no pierde la esperanza de, quizá algún día, verse correspondido. El tipo de hombre gay que va a la deriva, en función de la dirección que tome el depositario de su amor. Que parece no tener apenas amor propio, hasta que la vida le recuerda que no puede querer a nadie más si no se ama a sí mismo. We have all been Andrés at some point.

Quizá lo más interesante de la obra de Ángel Valenzuela es la profunda capacidad que tiene cada línea para adentrarnos en el universo manido de un hombre gay acongojado y herido porque no corresponden su amor, sin perder la oportunidad de ponernos cachondos a la primera de cambios. Esta, pues, no es una novela para señoras bien que se escandalizan fácilmente. Digamos, querido lector, que le vendrá bien si tiene ganas de explorar el erotismo desde una óptica disidente, picosa, mexicana, sí, pero bien pasada por Gringoland y siempre on the road.

Datos random: conocí a Ángel Valenzuela en 2014, durante uno de los encuentros organizados por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes de México. Ambos fuimos residentes del Programa Jóvenes Creadores. La novela fue prologada por el escritor chileno Alberto Fuget. La novela, obviamente, está disponible anywhere, pero siempre es cómodo que Amazon te la lleve a casita: Lee: Hacia las luces del norte, (Dos Bigotes, 2018).