«A las mujeres nos han vendido»

Los expertos. La profesora Ana Bernal-Triviño, profesora de la UOC, analiza los datos y las claves más relevantes de la sentencia contra La Manada por abuso sexual

Manuel Pérez manpercor2 /
26 abr 2018 / 20:46 h - Actualizado: 27 abr 2018 / 15:11 h.
"Tribunales","Justicia","Indignación por la sentencia"
  •  Varios centenares de personas, en su mayoría mujeres, se concentraron ayer en Sevilla. / Raúl Caro (Efe)
    Varios centenares de personas, en su mayoría mujeres, se concentraron ayer en Sevilla. / Raúl Caro (Efe)

La sentencia contra La Manada no ha tardado en sacar del cajón de sastre de la web a numerosos tuiteros y blogueros disfrazados de juristas. Sin duda alguna, el fallo de los magistrados navarros levantó un amplio debate por lo controvertido de las condenas. De la sentencia se desprende que el tribunal no aprecia ni violencia ni intimidación en el caso de La Manada, por lo que desaparece el delito de agresión –que era el que solicitaban acusación y Ministerio Fiscal– para condenarlos por abuso, un tipo penal con un castigo mucho menor.

En este sentido, los expertos temen que este sentencia «siente jurisprudencia», como señala la profesora de la Universitat Oberta de Catalunta (UOC), Ana Bernal-Triviño. En su opinión, el fallo del tribunal navarro «expone a una situación bastante peligrosa a las mujeres» en un país en el que se produce una violación cada ocho horas, según datos del Ministerio del Interior.

Según se expone en la valoración general de la sentencia, «la discrepancia se concreta en la voluntariedad o no del mantenimiento de dichas relaciones sexuales», principal baza usada por la defensa. «Para los jueces, no existe intimidación, no existe violencia y desaparece todo lo imprescindible para que se considere como una violación», explica Bernal-Triviño, quien se pregunta que «¿qué es lo que demanda la Justicia para que se considere violación?», ya que, según esta profesora de la UOC, «se está vaciando de contenido el concepto de violación, se está redefiniendo».

En este sentido, el factor violencia juega un papel fundamental. Según el propio Código Penal, el abuso sexual –delito por el que se condenan a los miembros de La Manada– supone acceder al cuerpo de otra persona sin consentimiento y sin violencia física, algo que no aprecian los jueces a tenor de lo expuesto en la sentencia. La duda está en qué se entiende por violencia. ¿Cuándo es violencia y cuándo no?.

Una de las claves ha sido la nula resistencia ofrecida por la víctima. Como ella misma relató en sus declaraciones, y así se recoge en la sentencia, «no sabía lo que estaba pasando, no entendía la situación, no podía reaccionar». Ella misma lo definió como un «bloqueo» que, según explica el juez, «le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad».

No obstante, Bernal-Triviño defiende que la reacción de bloqueo no es óbice para considerar que es una violación. «Es una reacción que se ve en muchos animales y surge en el momento en el que la víctima entra en shock», explica la profesora de la UOC, quien añade que «el cerebro se bloquea como mecanismo de defensa ante un intento de agresión». En este sentido, Bernal-Triviño ejemplifica lo sucedido con un conejo que se encuentra con un zorro al salir de la madriguera. «¿Qué hace? Se queda quieto, porque sabe que no se puede enfrentar a él y sabe que si huye se va a ir corriendo detrás de él, por lo que se queda quieto esperando a que pase».

La docente de la UOC reconoce que «si cinco tiarrones de 27 años, que son el doble que tú, te acorralan en un portal, tienes tres alternativas: huir, defenderte o someterte». En este sentido, Bernal-Triviño recuerda el caso de Diana Quer, que fue asesinada por resistirse a su agresor. «Es algo instintivo y normal», señala Bernal-Triviño antes de explicar que incluso los manuales de Recursos Humanos dicen que «si estamos trabajando en una tienda y vienen a atracarnos, no debemos poner resistencia para poder vivir».

La propia sentencia refleja que los condenados se valieron de su «superioridad física y numérica y de la imposibilidad de la denunciante de ejercer resistencia ante el temor a sufrir un daño mayor y la imposibilidad de huir del lugar». No obstante, el tribunal descarta el empleo de la violencia y la intimidación porque «las acusaciones [...] no han descrito en qué forma ni con qué fuerza fue impulsada o compelida a hacer lo que no quería» y señala que esta situación «tampoco quedó aclarado» por la víctima.

A juicio de Bernal-Triviño, el problema está en el propio sistema judicial, al que tacha de «patriarcal» y, por lo tanto, activan los mecanismos para que «la cultura de la violación normalice ese lenguaje que responsabiliza a las víctimas y no a los agresores». Algo que queda patente en numerosas campañas informativas que pretenden prevenir las agresiones y los abusos sexuales. «Se nos dirigen a nosotras para que andemos con cuidado, a ver cómo nos vestimos... Y, sin embargo, no se les lanza mensajes a ellos para que no agredan», lamenta la docente de la UOC.

En este sentido, Bernal-Triviño teme que el caso de Pozoblanco –en el que están involucrados tres de los cinco miembros de La Manada– acabe con una sentencia similar. «Yo no tendría muchas esperanzas para esa víctima», señala la profesora de la UOC, que no pierde la esperanza, ya que aún quedarán por resolver los recursos ante el Tribunal Superior de Justicia de Navarra y, en última instancia, el Tribunal Supremo.

Aun así, la profesora Bernal-Triviño se siente decepcionada por el fallo de los magistrados. «Nos han vendido», señala la docente, quien explica que esta sentencia «hace muchísimo daño a las mujeres» en tanto que «puede tener un efecto disuasorio sobre las víctimas» en tanto que podrían entender que el proceso judicial «no les compensa». «Nos han expuesto a que se haga de nosotras cualquier cosa», concluye Bernal-Triviño.