Andalucía, ¿refugio de empresas catalanas?

Economía. Tres grandes compañías como pastas Gallo, cervezas San Miguel y Sanantur eligen el territorio andaluz para trasladar su sede social. Una decisión que tendrá un importante impacto económico en los municipios

25 oct 2017 / 22:27 h - Actualizado: 26 oct 2017 / 08:29 h.
"Empresas","Desafío secesionista catalán"
  • Pastas Gallo ha decidido cambiar su sede a El Carpio, donde tiene un centro de producción desde hace más de medio siglo. / El Correo
    Pastas Gallo ha decidido cambiar su sede a El Carpio, donde tiene un centro de producción desde hace más de medio siglo. / El Correo
  • La filial de Mahou, San Miguel, se ha mudado a Málaga, donde tiene una fábrica. / El Correo
    La filial de Mahou, San Miguel, se ha mudado a Málaga, donde tiene una fábrica. / El Correo
  • Sanantur ha optado por la Costa del Sol donde el turismo de salud está desarrollado. / El Correo
    Sanantur ha optado por la Costa del Sol donde el turismo de salud está desarrollado. / El Correo

El referéndum catalán, el procès de independencia, los tira y afloja entre Mariano Rajoy y Carles Puigdemont han servido de pasaporte para que más de un millar de empresas catalanas hagan las maletas y trasladen su sede social fuera de su territorio. Un movimiento estratégico que deja clara su postura sobre las aspiraciones soberanistas y que pretende dar estabilidad a la compañía. Ha sido precisamente el empresariado catalán el primero en demostrarle la cruda realidad a las fuerzas independentistas, que aseguraron que no habría deslocalizaciones.

La primera en anunciar su salida fue el Banco Sabadell, el día 5 de octubre, y decidió mudarse a Alicante. Un día después CaixaBank ejecutaba el mismo movimiento. En Andalucía había esperanza de que la entidad se decidiera por esta comunidad para cambiar su sede social, teniendo en cuenta que absorbió el histórico Monte de Piedad y la caja San Fernando bajo el nombre Cajasol hasta que adoptó el nombre de CaixaBank. Finalmente se decantó por Valencia.

Cinco días después otra compañía catalana anunciaba su partida. Se trataba de la cervecera San Miguel, filial de Mahou. Por primera vez, una gran empresa optaba por el sur para su sede social. En concreto por Málaga, donde ya contaba con una fábrica que está operativa desde 1966. Al día siguiente, Sanantur –dedicada al turismo de salud y especializada en injertos capilares– también decidía cambiar su sede a Málaga porque, según su director general, Jordi Solá, la capital de la Costa del Sol es «un lugar excepcional para llevar a cabo su desarrollo empresarial, no sólo por su clima, sus infraestructuras, y el significativo mercado que representa, sino por el excelente estatus adquirido por la ciudad y la provincia como destino preferente en el turismo de salud y estética».

La noticia es más que positiva para la provincia. Pero, curiosamente, tan sólo un día antes, el alcalde de la ciudad, Antonio de la Torre, dejaba claro que, a su juicio, no se debería «dar la sensación de que desde el resto de España estamos tratando de luchar por atraer los componentes de la fortaleza económica de Cataluña». No obstante, en las mismas declaraciones De la Torre insistía en que Málaga «es una ciudad completa», con «unas cualidades extraordinarias para la atracción de talento, para vivir en ella, para trabajar en ella, y para invertir en ella».

Una de las tres grandes empresas que decidió mudar su sede social a Andalucía fue Pastas Gallo. Lo hizo a El Carpio (Córdoba), donde cuenta con una fábrica con más de medio siglo de vida, principal empresa en volumen de trabajo para este municipio, en la trabaja más de un centenar de vecinos.

Este movimiento ha puesto en el mapa para más de uno este municipio de 4.500 habitantes. Como reconoce la alcaldesa de El Carpio, Desireé Benavides, esta decisión ha dado mucha publicidad al pueblo, «sobre todo porque a partir de ahora el nombre de El Carpio aparecerá en la paquetería». No obstante, Benavides señala que le da pena que la decisión se haya tenido que tomar «por la situación que está viviendo Cataluña para darle estabilidad a la empresa y a los trabajadores».

El Carpio tendrá otros beneficios a largo plazo, o al menos eso espera su alcaldesa. Como el del impuesto de actividad económica, «que será un pellizco importante para las arcas municipales», asegura Benavides. Además, tiene la esperanza de que con este gesto las inversiones que haga la empresa tanto en instalaciones como en I+D se hagan en la fábrica carpeña.

Aunque se rumoreaba, el consistorio no conoció la decisión hasta un día antes, cuando recibió la llamada de la empresa. Desde entonces, la comunicación entre la compañía y el Ayuntamiento es constante. De hecho, hace tan solo dos días Fernando Espona, uno de los hijos del fundador y miembro de la directiva, comunicaba por escrito a Benavides el traslado, «una decisión que no es revocable, por lo menos a corto plazo».

Estas son tres de las conocidas y que han efectuado sus movimientos hacia la comunidad andaluza, pero no son las únicas que sonaron. Se especuló con que Planeta elegiría la capital hispalense para ubicar su sede social. El grupo cárnico Prolongo también ha estado barajando Málaga (donde tiene una planta) para trasladar su sede social, pero al final ayer se conoció que la mudaría a Madrid, tal y como hizo el grupo editorial.

Aunque la llegada de empresas a Andalucía siempre es una buena noticia y los responsables del Gobierno andaluz y desde diferentes sectores se apunte a las oportunidades que ofrece esta tierra, hace unos días el consejero de Economía, Antonio Ramírez de Arellano, recalcaba que el éxodo de compañías catalanas a otros puntos del mapa español podía llegar a ser «malo» a largo plazo para la economía nacional por la incertidumbre que genera.

El 1 de octubre no ha sido el único acontecimiento que ha precipitado la fuga de empresas. Cuando las posturas secesionistas empezaron a tomar forma y conciencia del procès, en torno a unas 300 empresas decidieron cambiar su domicilio a la comunidad andaluza entre 2013 y 2015, según destacó en diciembre de hace dos años el presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Javier González de Lara. Los destinos elegidos según la institución fueron Sevilla, la Costa del Sol y Cádiz.

¿POR QUÉ NO MÁS?

Pero ¿por qué otras empresas no han elegido Andalucía para trasladar su sede social? El motivo no es la falta de competitividad. Según el economista y profesor del Instituto San Telmo Fernando Faces, una vez toman esta difícil y dolorosa alternativa ante la inseguridad jurídica que entraña este proceso de independencia (ya que la Unión Europea no reconocería la soberanía catalana y el supuesto gobierno quedaría en la extrema izquierda) el movimiento se hace en base a una de estas dos premisas: la cercanía a la tierra de origen (de ahí se podría entender que CaixaBank optara por Valencia) o porque ya contaban con una sede o centro de producción en el destino escogido, como son los casos de Gallo y San Miguel.

El economista explica que son decisiones tan rápidas que rara vez se toman sustentadas por un estudio de mercado, «se toma por razones de proximidad o porque ya tienen un edificio». Este último es un factor que a priori parece nimio pero que Faces sostiene que es de vital importancia, ya que conocen la zona, tienen desde antes relación con las autoridades... «Son razones internas más que externas, les viene bien puesto que ya tienen infraestructura para soportar este cambio estructural». Por lo tanto, «no es que Andalucía no sea atractiva».

Lo cierto es que las ciudades elegidas se verán beneficiadas a largo plazo. En primer lugar por los impuestos que tributan en las comunidades, como el de actos jurídicos, el de novaciones y sucesiones. Por su parte, el IVA y el impuesto de Sociedades seguirá en manos del Estado, como recuerda Faces. Pero la marcha de una empresa, puede arrastrar a otras, como a los proveedores, señala el economista. Por lo que «el efecto fiscal resulta no ser el más importante, sino el económico».

Por el momento las grandes empresas son las que han decidido abandonar Cataluña y también los bancos –que fueron los primeros en huir por miedo a que la fuga de depósitos fuera mayor, ya que «el dinero es muy miedoso»–. Pero todavía tienen que hablar las multinacionales, de las que se cuentan unas 5.000 en el territorio catalán, como la Seat, que pertenece al grupo Volkswagen. Si se marchan o no es todavía una incógnita y «mientras se queden en España, bien, lo malo es que piensen en salir al extranjero, lo que podría acabar perjudicándonos a todos».

¿Hay posibilidad de que sea reversible la decisión? Asegura Faces que en base a otras experiencias, «está comprobado que cuando las empresas huyen por razones de seguridad no vuelven o les cuesta mucho hacerlo». Por lo que el claro perdedor en este trance es Cataluña.