Beltrán Pérez: un sastre en el palomar de la Plaza Nueva

El portavoz del PP en el Ayuntamiento se ha hecho un traje a medida para erigirse en la baza del PP para pelearle a Espadas la Alcaldía

Iñaki Alonso @alonsopons /
30 dic 2017 / 20:18 h - Actualizado: 31 dic 2017 / 08:52 h.
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Beltrán Pérez no da puntada sin hilo. Los trienios acumulados por los pasillos de Plaza Nueva han atemperado su carácter, más impetuoso cuando era el martillo pilón sobre aquel tándem de izquierdas de Monteseirín y Torrijos. El sabueso –disculpen la expresión– más eficaz del PP en la oposición, capaz de exprimir hasta la saciedad las fotos de mariscadas en Bruselas o llevar más allá de los tribunales las causas contra el gobierno local por los suelos de Mercasevilla, recibió el poco decoroso premio de quedarse con las sobras en el reparto de delegaciones –dícese Participación Ciudadana–, cuando sus compañeros se pegaban un festín tras la aplastante victoria de Juan Ignacio Zoido y sus 20 concejales en las elecciones de 2011. Lo bueno –tal vez lo único– del ostracismo es que da tiempo de sobra para pensar. Pérez no ha desperdiciado ni un segundo y, durante seis años, ha ido remendando su traje político para que, a finales de este 2017, sea el que mejor luce entre los populares en eso de pelearle la Alcaldía a Juan Espadas.

Pérez aguardó a esa caída del imperio de Zoido en Sevilla, con la pérdida de 60.000 votos en las urnas y la posterior marcha del líder popular y su guardia pretoriana (Curro Pérez y Gregorio Serrano) a Madrid por orden de Mariano Rajoy para tomar las riendas del Ministerio del Interior. De la mano de la otra Pérez –Virginia– y Javier Arenas ejerciendo de padrino del cambio, Beltrán apostó públicamente a crítico en un partido, el PP, que no es dado a mostrar sus jirones ni descosidos. Y ganó, al menos, la primera batalla de lo orgánico, con el nombramiento de Virginia Pérez como la nueva presidenta de los populares al vencer en abril, por estrechísimo margen, al zoidista y oficialista Juan Bueno. Ni dos meses después, Beltrán Pérez ya ejercía como portavoz del PP en el Ayuntamiento. Desde el palomar –así se conoce a la segunda planta de la casa consistorial, lugar destinado por tradición al principal partido de la oposición– ha estado medio año remendando el traje de ganador del PP, obviamente hecho a su medida con idea a presentarse a ese casting de candidato a la Alcaldía que el PP andaluz, y en concreto su líder, Juan Manuel Moreno, postergó hasta este 2018.

En su corta estancia como el rostro de los populares en la capital, ha sabido revestirse de alcalde. La presencia de su mentor, Javier Arenas, en Madrid, le ha abierto puertas para codearse –y fotografiarse– con ministros y vender como éxito propio que, por ejemplo, Fomento se interese por la conexión ferroviaria de Santa Justa con el aeropuerto. E incluso ha cerrado el año presentando un presupuesto alternativo que, aunque quede en papel mojado, le sirve para presentar credenciales como gestor.

Nada queda al azar. Ni siquiera aprovechar la herencia recibida de esa política de la papelera rota y la loseta partida que tanto practicó Zoido en la oposición y que tantos beneficios le trajo. Pérez fue testigo –y aprendiz– de ello y tomó nota. Y se nota en un periplo como portavoz que comenzó en verano con quejas por «la crisis de las caídas de ramas» del arbolado de la ciudad, pero que prosiguió en otoño con un marcaje estrecho a Lipasam y la suciedad en las calles de la ciudad. La última vuelta de tuerca ha sido con Tussam, de la que se queja por su falta de puntualidad y accesibilidad. Y habrá más, seguramente, en este 2018.