Ciencia y tecnología de primer nivel para avalar el recuerdo de la Expo 92

Valoración. Finaliza la conmemoración del XXV aniversario con satisfacción entre sus promotores por «poner en valor» y dar a conocer el Parque Científico y Tecnológico de Cartuja

11 oct 2017 / 15:46 h - Actualizado: 12 oct 2017 / 09:44 h.
"Expo 92","25 años de la Expo 92","XXV Aniversario del fin de la Expo"
  • Curro saluda a los visitantes de la muestra conmemorativa del 25 aniversario de la Expo 92. / El Correo
    Curro saluda a los visitantes de la muestra conmemorativa del 25 aniversario de la Expo 92. / El Correo

Acaba la conmemoración del XXV aniversario de la Expo 92 y entre sus promotores existe acuerdo en que los objetivos que se plantearon se han cumplido. Porque, en contra de lo que tal vez pudiera pensarse a bote pronto, el gran objetivo explícito era «recordar a los sevillanos que existe un legado del 92. La Cartuja no es un páramo, sino que allí existe muchísima actividad. La Expo nos ha dejado un legado que está muy aprovechado», resume el presidente de la asociación Legado Expo, Ángel Aramburu, que representa al colectivo de la sociedad civil que con más fuerza, y paciencia, peleó para que el recuerdo de este cuarto de siglo no pasara desapercibido.

«Efectivamente –abunda la delegada de Economía, Comercio y Relaciones Institucionales del Ayuntamiento de Sevilla, Carmen Castreño– de no se trataba únicamente de un cumpleaños, que también estaba muy bien porque fueron grandes momentos para Sevilla, porque el objetivo fundamental era poner en valor lo que entre todos hemos sido capaces de hacer después: convertir esos terrenos, de forma permanente, en un parque científico y tecnológico».

Aramburu mantiene su valoración positiva, pero también una visión crítica. «Siempre se puede hacer más», concede, y razona que los meses de verano en Sevilla son complicados, de manera que la mayor actividad quedó para septiembre y octubre. «Sí es verdad que ha podido pasar un poco desapercibido para algunas personas. Pero la conmemoración no consistía en hacer unos fastos enormes: era una conmemoración para volver a poner en valor a Sevilla», reitera, y emplea como ejemplo el interés que han mostrado medios de comunicación nacionales e internacionales, que quizá no se hubieran desplazado hasta Sevilla sin este aniversario.

Castreño reflexiona también sobre lo que la ciudadanía conoce, y lo que no. «Es verdad que yo creo que el Parque Científico y Tecnológico es un gran desconocido para Sevilla, para el común de los sevillanos, por lo menos en su significado total», apunta, y luego aporta datos para que su valoración sea ajustada a la realidad. Porque allí acuden a trabajar alrededor de 7.000 personas, que se reparten por más de 400 empresas cuya facturación anual supera los 2.000 millones de euros.

El afán de apoyar el parque Científico y Tecnológico de la Cartuja, aunque central, no ha sido lo único que ha ocupado a quienes han participado en la conmemoración. Por el contrario, se han ido sucediendo acciones que tenía un carácter más, podría decirse, emotivo, como la muestra conmemorativa que, durante seis meses, ha podido visitarse en el pabellón de la Navegación. Y ésa sí que lleva el sello de Legado Expo. «No la puedo valorar», comienza Aramburu, en tanto que organizadores, pero luego se explaya: «El resultado ha sido extraordinario. Hemos trabajando en ella dos años, no se nos ocurrió de un día a otro. Ya teníamos la experiencia previa de una exposición más pequeñita, y poco a poco nos hemos hecho valer y hemos conseguido reunir piezas de coleccionistas privados y de organismos público. Ha tenido una grandísima acogida, y prueba de ello es que prolongamos hasta el 15 de octubre».

Queda la duda de saber qué pasará ahora que la conmemoración finaliza. Castreño explica que «vamos a tener en noviembre una actividad que tiene relación, que simboliza aquella visita de tantos países: hemos convocado el primer foro de alcaldes por la sostenibilidad para hablar de los problemas de las ciudades, de las agendas urbanas que tienen la ONU y Europa, y potenciar ese gran valor que tienen las ciudades para resolver los problemas que más acucian a los ciudadanos por su cercanía». Aramburu, por su parte, recalca que «ésa es otra parte del trabajo. Se acaba la conmemoración, pero hay que intentar que la llama siga viva: seguir trabajando para que la gente siga yendo a Cartuja: a Isla Mágica, al Caixafórum, a los conciertos en el monasterio... y recordar a todo el mundo que allí hay un parque tecnológico, el primero de España, y la importancia de las empresas que allí se asientan. Y recordar a los que están arriba que deben promocionarlo mucho y muy bien». Un nuevo reto.

Curro, la mascota de la Expo, o el retorno de un icono

Más allá de la reivindicación del valor del Parque Científico y Tecnológico como legado de la Exposición Universal de 1992, esta conmemoración ha contado con actos y actividades de carácter diverso, más pensados para implicar a la ciudadanía a través de un carácter emotivo.

Porque, además de los colectivos e instituciones implicados directamente en la organización, ha habido participantes diversos, cada uno en su ámbito y dentro de sus posibilidades. El presidente de Legado Expo, Ángel Aramburu, destaca incluso a colegios o institutos, promotores de «pequeñas actividades», como fiestas de fin de curso tematizadas en la Expo 92, disfraces de Curro incluidos.

Por cierto que Curro, 25 años después, ha vuelto a triunfar. La actividad más multitudinaria fue la celebración de su cumpleaños, que tuvo lugar a finales de junio y dejó la imagen de un centro de Sevilla abarrotado de sevillanos con ganas de pasarlo bien. «La verdad es que cada vez que hemos hecho algún acto ha habido emotividad por el recuerdo», admite Castreño, que se rinde a la evidencia: «Tengo que referirme a la mascota: cada vez que ha salido Curro en una actividad, la gente se ha volcado. Lo que más me ha satisfecho es ver las caras de alegría, la ilusión por recordarlo, por verlo. Eso es muy importante porque la Expo significó la ilusión de una ciudad, una ilusión enorme, por abrirse de nuevo al mundo».

Una ilusión rememorada durante seis meses que han servido para que trabajadores de la Expo se reencontraran o para que las imágenes de aquel 92 tomaran la Avenida de la Constitución. Muchos actos, que cada uno vivió a la medida de sus recuerdos. Seguramente, de eso se trataba.