«El Alcázar tiene debilidades pero no se puede actuar por ocurrencias»

Entrevista a Bernardo Bueno. Después de dos años en el cargo, el alcaide del segundo monumento más visitado de la ciudad hace balance y admite los retos que tienen por delante para adaptar las normas de seguridad y el nuevo modelo de turismo. «Nos ha tocado a nosotros hacerlo y no nos asusta»

05 oct 2017 / 21:25 h - Actualizado: 06 oct 2017 / 14:10 h.
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  • El alcaide de los Reales Alcázares de Sevilla, Bernardo Bueno, en el patio del León del monumento. / Manuel Gómez
    El alcaide de los Reales Alcázares de Sevilla, Bernardo Bueno, en el patio del León del monumento. / Manuel Gómez

Desde que ocupó el recuperado cargo de Alcaide del Alcázar, Bernardo Bueno presume de haber puesto en marcha junto a la directora del conjunto palaciego medidas para mejorar el funcionamiento del monumento. Eso sí, admite que hay aún mucho por hacer. «Pero no estamos quietos. Buscamos soluciones» para todos los retos que se presentan, entre los que destaca la polémica transformación de la Puerta del León, cuestionada por Icomos.

—Después de dos años en el cargo, ¿qué diagnóstico hace del Alcázar?

—Un monumento de este tipo tan grande y con tanta carga histórica tiene una serie de debilidades. Tiene mucha potencia pero también unos problemas que históricamente han sido los mismos. Cuando llegamos pusimos en marcha una serie de proyectos para mejorar. Algunos a corto plazo como son los de difusión y otros de conservación, investigación o innovación, como la Puerta del León, que llevan más tiempo, esfuerzo y trabajo porque hay que cuidar mucho todo lo que se hace en el Alcázar. Algunos tendremos tiempo de terminarlos y otros no.

—Ha hablado usted de la Puerta del León, ¿qué le parece el informe de Icomos? ¿Es para tanto?

—No me gustan las polémicas. Apuesto por el consenso pero a veces son inevitables. Estuvimos en Madrid con Icomos explicando el proyecto y las necesidades imperiosas que tiene el Alcázar de resolver el tema de las colas. Les hicimos saber que su informe definitivo tiene que producirse cuando esté el proyecto de ejecución porque lo que está es el proyecto básico, que además cuenta con el visto bueno de la Consejería de Cultura, que es la administración competente. Ellos se mantuvieron en su postura y nosotros también. Si podemos llegar a un acuerdo no lo sé porque eso dependerá no solo de nosotros sino de ellos.

—¿No cree que pueda haber consecuencias?

—El Icomos, con mucho respeto a lo que hacen, no es la Unesco. Es un organismo asesor. Y unas veces la Unesco hace lo que dice y otras no. Por ejemplo, no estaban de acuerdo con la Torre Pelli. Ahí está la torre y Sevilla no quedó fuera del Patrimonio Mundial. Nosotros no vamos a hacer nada que ponga en peligro esa definición. Queremos convencer también a Icomos. Seguimos en conversaciones, los hemos invitado a que vengan y nos aconsejen. En cualquier caso, el proyecto sigue adelante porque no creemos que ninguna autoridad competente en la materia nos haya dicho que no.

—¿Qué cosas se pueden adaptar en el proyecto?

—Hay muchas cosas que teníamos contempladas. Por ejemplo, un informe de impacto patrimonial. Pensamos que tenemos la posibilidad de sacar a la luz parte de la muralla del siglo XIV, almohade, que está tapada. En su momento se hizo la obra para adaptar el turismo incipiente entonces, en aquella época, pero ahora el turismo no tiene nada que ver. Por eso creemos que es una necesidad y ellos no lo ven así. Nos piden un informe de los flujos de personas. De cómo se desenvuelven los turistas en el Alcázar. Lo tenemos en marcha pero eso no es de un día para otro, tiene un tiempo si se quiere hacer con seriedad y rigurosidad.

—¿Qué tiene que decir a quienes critican la gestión?

—La dirección hace un gran trabajo. Sobre todo de investigación. Desde hace dos años se está haciendo una labor preventiva, que hasta ahora no existía. También en el tema de difusión se hacen muchas cosas. Con los distritos, en Navidad, el verano, los niños... y también obras de conservación. Se le critica por el proyecto de la Puerta del León pero no es una idea inicial de este gobierno. Es una idea del PP. Lo que hemos hecho es sacarlo a la luz y ponerlo en exposición a raíz del tema de la seguridad. Pero estamos viendo otras soluciones.

—¿Como por ejemplo...?

—Vamos a estudiar si es posible hacer un cambio para que entren por la puerta del Patio de Banderas. O la Puerta de la Alcoba, que se emplea como entrada de escolares y para los espectáculos nocturnos... Pero para eso tenemos necesidad del informe de los flujos. Eso no pueden ser ocurrencias. Hay que estudiarlo. Estamos estudiando posibilidades. Lo que no estamos es quietos. Buscamos soluciones. Además, estamos viendo la posibilidad de poner un cupo. No solo por el tema de seguridad sino porque igual así se quitaría presión, se evitarían colas. Estamos en ello y se va a ver pronto.

—¿Qué tipo de presión?

—El Alcázar tiene una gran superficie pero la gente no se distribuye por todos los sitios, van a los lugares más especiales como el Palacio del Rey don Pedro, al Patio de las Muñecas que es muy pequeño, al Salón del Trono... Si se distribuyeran no tendríamos problema. Pero es que el propio edificio genera cuellos de botella y eso sí que no se pueden tocar. Con esas dificultades tenemos que trabajar.

—¿Qué consecuencias tiene esta presión de la que habla?

—Mayor carga de trabajo para el servicio de seguridad que tiene que estar continuamente advirtiendo a la gente. Pero evidentemente la presión que los visitantes ejercen en el monumento, el Alcázar lo nota. Pero no solo el número de visitantes sobre todo de los actos. Todo el mundo quiere hacer actos en el Alcázar. Presentaciones, cócteles, exposiciones... y el edificio debe estar al servicio de la ciudad pero no a costa de una presión demasiado fuerte. La presión es inevitable pero exige un esfuerzo mayor.

—Hablaba de cupos por horas, de venta por internet... Suena muy parecido al modelo de la Alhambra.

—Nosotros vendemos mucho por internet y cada vez más. Pero efectivamente no hay cupo de horas. Vamos a estudiarlo. No tiene por qué disminuir el número de personas pero sí las colas. El modelo de la Alhambra es bueno pero como todo lleva su tiempo. Los políticos se quejan pero el Alcázar lleva muchos años y ahora se nos pide que se arregle todo. Vamos a resolver muchas cosas pero no de la noche a la mañana porque entonces nos acusarían de improvisación y eso sí que no se lo puede permitir el monumento.

—Apuntaba antes que los actos es lo que más presión ejerce sobre el monumento, ¿la subida de precios pretende controlarlo?

—Pretendemos ajustar los precios a los de otras instituciones del mismo nivel. No tiene sentido que nuestras tarifas estén por debajo de otros lugares de menor categoría. En general hemos hecho una subida de precios y esperamos que en el caso de los eventos haya más calidad y menos cantidad.

—Porque el efecto del rodaje de ‘Juego de Tronos’ se ha dejado notar...

—Con Juego de Tronos ha habido un aumento de eventos y de gente. Era algo previsible. La gente va buscando los lugares exactos. Es una publicidad que funciona perfectamente.

—Tantos visitantes tiene también el lado positivo en las finanzas, ¿no? ¿Más ingresos se traducirá en más investigación?

—Tenemos una limitación por parte del Gobierno que es la tasa de reposición. Además, debemos ser sostenibles desde el punto de vista financiero. La realidad es que el Alcázar es de las pocas instituciones con superávit. Tenemos la intención de dedicar parte de los beneficios a los edificios patrimoniales del propio Ayuntamiento, sin olvidar las inversiones en el Alcázar, con los proyectos de la Puerta del León o la cripta del Patio de Banderas. Lo primero es el monumento pero hay que saber conjugar las obras con la actividad diaria por eso parte se podrá destinar a otros edificios.

—¿En qué punto está el proyecto de la cripta?

—Hemos elaborado el proyecto sostenible para garantizar que no tendrá pérdidas. Eso ya está hecho, es sostenible, tendrá una entrada paralela al Alcázar y el dinero saldrá del superávit del monumento. Ahora estamos trabajando en el modelo museográfico.

—¿En qué situación se encuentran los azulejos de los palacios góticos?

—El tema del engasado que tanto se criticó es una técnica que se hace para evitar que un día te encuentres con azulejos caídos. Lo primero es evitar que pase y se recurre a una técnica de conservación, el engasado. El problema es que hay intervenciones de envergadura que se tienen que hacer con personas dentro. Lo ideal sería cerrar un día y hacer ese trabajo. Pero quién le dice hoy en día que cierra el Alcázar.

—¿Se contempla esa posibilidad?

—Es una cosa a estudiar porque quitaría presión, ¿pero quién toma esa decisión? ¿Quién le dice a los operadores que cierra el Alcázar un día? Sería distinto porque trabajaríamos con otra presión. Es algo que está ahí porque hay otros edificios, como los museos, que lo hacen y no pasa nada.

—¿Y las casas del Patio de Banderas? ¿Hay algún avance?

—El Patio de Banderas es el Alcázar. De hecho conforme se descubren cosas te quedas maravillado. Pero no conseguimos avanzar en las negociaciones con el Estado. El Ministerio de Hacienda cuando cree oportuno saca casas a subasta. Nosotros creemos que el Estado no hace nada con esas viviendas. Es un gasto porque cuando Urbanismo ve que hay un peligro, actúa de oficio y tiene que pagarlo el Estado. Y luego a las casas que están vacías no le saca beneficio pero al Estado le cuesta desprenderse de sus bienes. La verdad es que no se avanza y no por falta de empeño pero hasta ahora no tenemos buenas noticias.

—Se pusieron los macetones en la entrada, que algunos turistas critican, pero ¿es seguro el Alcázar?

—A mí tampoco me gustan los macetones pero son las medidas de seguridad. El Cecop se va a hacer cargo del Alcázar porque hay cosas aún que mejorar. Se han adoptado medidas. Hemos duplicado el número de cámaras de vigilancia en estos dos años. Pero hay que seguir haciendo cosas.

—¿Qué medidas de seguridad están sobre la mesa?

—Nosotros tenemos seguridad privada. Una vez que el Cecop entra, nos hemos sentado con ellos, van a tener aquí un despacho y vamos a analizar todo lo que hay que hacer aquí. Sabemos que tenemos debilidades. Nosotros hacemos un acto aquí y no le pedimos a la gente el DNI porque se supone que son invitaciones. ¿Es eso lo correcto? Hasta ahora veníamos funcionando de una manera que con el tema del terrorismo ha cambiado radicalmente. No quiere decir que lo anterior estuviera mal pero hay que cambiar. Otro caso es el de los dulces. No hay ningún control. Confiamos en la gente que viene y nadie dice nada. Eso tenemos que pensarlo también. No se trata de quitarlo pero sí de modificar el sistema. Nos ha tocado a nosotros hacerlo y no nos asusta.