El arroz salva la cosecha pese al ‘efecto’ pudenta

Campaña. La producción de grano cae levemente por la incidencia de la plaga y la mala calidad del agua. Los arroceros reclaman más esfuerzos en la modernización del riego

25 oct 2017 / 06:14 h - Actualizado: 25 oct 2017 / 09:17 h.
"Agricultura","El arroz salva la campaña"
  • Los tractores empezaron a cosechar el arroz a finales de septiembre, algo antes que lo habitual. También se adelanta el fin de la campaña. / Reportaje fotográfico: Jesús Barrera
    Los tractores empezaron a cosechar el arroz a finales de septiembre, algo antes que lo habitual. También se adelanta el fin de la campaña. / Reportaje fotográfico: Jesús Barrera
  • En Isla Mayor, arroz y cangrejo rojo conviven en el entorno.
    En Isla Mayor, arroz y cangrejo rojo conviven en el entorno.
  • Aunque gran parte de la cosecha está mecanizada, todavía algunos trabajos se tienen que hacer a mano.
    Aunque gran parte de la cosecha está mecanizada, todavía algunos trabajos se tienen que hacer a mano.
  • Una de los trabajadoras descarta los granos picados y verdes.
    Una de los trabajadoras descarta los granos picados y verdes.
  • Una vez pasan el primer control, los remolques descargan el arroz en Arrozúa.
    Una vez pasan el primer control, los remolques descargan el arroz en Arrozúa.
  • Mientras la máquina recoge el arroz, expulsa la paja por la parte trasera. Los terrenos cercanos al municipio no pueden quemar este resto, por lo que lo entierran.
    Mientras la máquina recoge el arroz, expulsa la paja por la parte trasera. Los terrenos cercanos al municipio no pueden quemar este resto, por lo que lo entierran.

Una bandada de pájaros sorprende al visitante a lo largo del trayecto de carretera que lleva desde la Puebla del Río hasta Isla Mayor. Es señal de que Sevilla está en plena recolección de uno de sus productos más valorados: el arroz.

Es un cultivo con historia propia. Fue el salvavidas de un territorio en el que a principios del siglo XX sólo había marisma. Pero con el estallido de la Guerra Civil y la principal zona arrocera bajo el mando republicano, Franco decidió apostar por las marismas del Guadalquivir como zona arrocera, para solventar la escasez de cereal que había por entonces. Una decisión que marcó el destino de Isla Mayor como principal productor a nivel nacional y el segundo más importante de Europa.

Muchos valencianos llegaron a lo que por entonces se le conocía como El Puntal para transferir el conocimiento de la, por entonces, mayor zona arrocera. Valencianos como el padre de Juan Manuel y Tomás Beltrán, cuyo padre llegó a esta zona en 1953 con seis hectáreas de tierra en propiedad. Hoy cultivan 160 hectáreas, de las 38.000 que están en cultivo en la provincia.

De estos terrenos, salen de media al año 340.000 toneladas de arroz, la mitad de la producción nacional, apuntan desde la Federación de Arroceros de Sevilla. Sin embargo, este año la producción será ligeramente inferior por la incidencia de plagas como la pudenta. El 80 por ciento de la cosecha irá directamente a las cooperativas, asegura Aparicio, mientras que el 20 por ciento restante se repartirá entre el almacenaje propio y la venta directa. La campaña dejará más de 500.000 jornales, según avanzó la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Andalucía.

Entre el 20 y el 21 de mayo, las grandes comunidades soltaron agua, «y dos o tres días después empezaron a sembrar», explica Santiago Aparicio, uno de los técnicos de la federación. Cuatro meses después –en torno al 25 de septiembre– arrancaba la recolección, un poco antes de lo habitual, con un grano con poca humedad pero sin estar totalmente maduro. Una campaña que está llegando a su fin cerca de medio mes antes de lo esperado, ya que estaba previsto que se acabase de recolectar a mediados de noviembre. El motivo: este año el ritmo de recolección ha sido mayor debido a la incertidumbre meteorológica que ha marcado el inicio del otoño.

Empezaron recogiendo las variedades de ciclo corto –como Sirio, Hispamar, Bomba o Guadiagran–, esta semana han acabado de cosechar la variedad de ciclo medio, como la Puntal; y el fin de semana pasado empezaban con la variedad de ciclo largo, como la J. Sendra, de la que en Isla Mayor hay unas 5.000 hectáreas, que tardarán en recolectarse «entre una semana y diez días con ayuda de la maquinaria», explica el concejal de Agricultura del municipio y a la sazón vicesecretario de UPA, Francisco Delgado.

Del total de la cosecha, el 60 por ciento corresponde a grano largo, que se utiliza para vaporizados, y que se envía principalmente al mercado europeo. El resto de la producción corresponde a grano redondo, más apto para los guisos y el preferido por el mercado nacional.

Los agricultores consideran que es una buena campaña, pero no ha estado exenta de problemas. El que ha azotado con ganas es el de las plagas, concretamente la de la pudenta, una chinche que pica el grano. «Este insecto se suele alimentar de la sustancia del arroz, por lo que pica el grano para sustraerla y deja una mancha en el grano, que lo deja inservible para su comercialización y, además, provoca que se parta», explica José Fernando Carrascal, técnico de la Federación de Arroceros de Sevilla.

Es un problema que no pueden atajar, ya que no hay producto fitosanitario para su control que esté autorizado, explican los propios agricultores. De hecho, el arroz es uno de los cultivos más indefensos, ya que la Unión Europea ha retirado del mercado en torno al 80 por ciento de productos que utilizaban para el control de plagas.

El agua es otro de los déficit que tiene este cultivo. La escasez «y la mala calidad de este año, dados sus niveles salinidad» con los principales problemas este año, explica Delgado. Por eso, una de las demandas históricas de estos agricultores es la modernización del sistema de riego.

Ya se han hecho varios estudios para ello, en los que están implicadas grandes empresas de ingeniería de la provincia. El proyecto trazado a través de este documento recogía la realización de una obra «monumental» –tanto en envergadura como económicamente hablando– que permitiría a los arroceros obtener el agua de riego desde los pantanos y no del río, como hacen ahora. De esta forma, evitarían que la salinidad del agua afectara al cultivo y además les permitiría ahorrar «entre un 20 y un 25 por ciento de agua», aseguran los técnicos de la Federación de Arroceros. Además, de llevarse a cabo, «los agricultores se comprometieron en su día a financiar el 20 por ciento de la obra», asegura Delgado, quien a su vez también es arrocero.

El problema del agua no es nuevo para un sector que, por el momento, respira tranquilo ante la paralización del dragado del río. Esta posibilidad llegó a sacar los tractores a la calle, ya que según los arroceros «no sólo acabaría con el cultivo, sino también con la industria del cangrejo rojo y todo el pueblo de Isla Mayor», cuyos dos motores económicos son precisamente estos dos productos.

En los últimos cuatro años, el arroz se ha encontrado con un nuevo enemigo: el jabalí. Este suido entra a las explotaciones y se come el arroz, «por lo que muchos agricultores han tenido que poner pastores eléctricos» para disuadir a estos animales, asegura Aparicio.

Para saber cómo funcionará en el mercado esta campaña habrá que esperar a principios del año que viene, cuando se empiecen a negociar los precios de comercialización. En este sentido, desde UPA reclaman que se le dé mayor relevancia a la producción integrada, y que supone el 90 por ciento de la superficie de arroz sevillano. Como apunta la organización agraria, «este sistema mejora considerablemente la calidad del producto, pero sin embargo, este aumento de la calidad no tiene ninguna repercusión sobre el precio por kilo que percibe el agricultor».

Otra de las reclamaciones del sector es una mayor felixibilidad en los requisitos para percibir las ayudas agroambientales. Entre ellas está la de adelantar la fecha del 15 de enero hasta la cual en este momento se obliga a mantener las tablas inundadas.

Arroz con sello propio

La carretera y los caminos son un ir y venir de remolques vacíos y llenos. Es su particular peregrinaje hacia cooperativas como Arrozúa, que carga en sus espaldas con más de cuarenta años de trabajo y con el bagaje de tres cooperativas –Isla Mayor, Arroceros Unidos y Veta la Mora– que decidieron unir sus esfuerzos en una sola en la primera década de los años 2000, hasta convertirse en 2008 en cooperativa de primer grado. En la actualidad aúna a 800 agricultores, que cultivan una superficie que ronda las 13.000 hectáreas, explica su directora técnica, Sara Llopis.

Hace ocho años, Arrozúa se embarcó en un proyecto ambicioso: quería procesar el arroz en todas sus etapas, incluso la del envasado para darle un valor añadido. Empezaron con la idea «de hacer un 10 por ciento de la producción», pero la realidad es que ahora envasan un 90 por ciento. La cuestión no es sólo aumentar la cantidad de arroz envasado, sino también mejorar los procesos, por eso la cooperativa está trabajando en la mejora de la parte del empaquetado. También lo están haciendo con la trazabilidad de todo el arroz, por lo que tratan de automatizar los procesos de control.

Sobre esta campaña, Llopis coincide en que la pudenta mermará la producción. Esto provocará que «para conseguir un kilo de arroz blanco necesiten mucho más arroz cáscara que un año normal». Lo que esté picado se destinará a pienso de animales.

El grueso de la producción (en torno a un 40 por ciento) va destinado a la industria nacional. Y, aproximadamente, un 25 por ciento es para exportación, principalmente a Reino Unido. El brexit todavía no ha hecho mella en este mercado, ya que los contratos se han cumplido y cerrado en su totalidad, aunque, eso sí, con un poco de retraso, asegura Llopis. El arroz de esta cooperativa también se envía a países como Letonia, Polonia y Rumanía.

El 35 por ciento restante se utiliza para el envasado de marcas blancas y las propias marcas de la cooperativa (Doña Ana), un proyecto al que han destinado muchos esfuerzos desde la campaña pasada. «Aunque el molino de Arrozúa empezó a funcionar en 2009 y desde esa fecha estaba registrada la marca, la cooperativa estaba centrada en la exportación y en las marcas blancas (de cadenas como Dia, Aliada, Spar o Covirán)», explica la directora técnica. Pero a principios de este año están centrando todos sus esfuerzos en promocionar Doña Ana, marca que por el momento se puede comprar en la propia cooperativa, en El Corte Inglés o en establecimientos de distribuciones Barea. Además, se puede adquirir y consumir en establecimientos de Isla Mayor.

Para esta campaña, desde Arrozúa se plantean dos retos para el sector. El primero es «alcanzar un precio digno del arroz cáscara para que se pueda mantener la cosecha», sostiene Llopis. El segundo: que la marca Doña Ana genere confianza a los consumidores y se consolide el 100 por cien de la producción.

Pero la industria arrocera en general tiene una demanda, y objetivo aún mayor: limitar las importaciones de arroz. Tanto arroceros como la cooperativa insisten en que hay que contener la entrada de arroz de países como Camboya y Birmania, como parte del acuerdo Todo menos armas (EBA, en sus siglas en inglés) impulsado por la Unión Europea. Un grano que entra sin límites, sin aranceles, sin garantías salariales ni laborales, ni tampoco medioambientales, mientras que a los productores nacionales les exigen ciertas medidas de calidad y seguridad. Por ello, el sector reclama que se contenga la entrada para garantizar y tener a salvo la cosecha nacional.