El efecto Doppler merma el efecto Díaz

Consecuencias. La participación y derrota de la presidenta de la Junta en las primarias socialistas de mayo fueron decisivas en el año político andaluz. Ciudadanos ha garantizado un plácido Gobierno al PSOE-A

29 dic 2017 / 20:11 h - Actualizado: 30 dic 2017 / 10:09 h.
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A Susana Díaz es posible aplicarle el efecto Doppler. Ese por el cual se produce un cambio de frecuencia aparente de una onda a partir del movimiento relativo de la fuente respecto a su observador. En el momento en el que la andaluza planteó un cambio de ubicación de su carrera política, se produjo el cambio de frecuencia que hizo que la socialista fuera percibida de manera diferente a lo que lo era en su feudo territorial. El efecto Doppler dinamitó buena parte del efecto Díaz. Su derrota en las primarias socialistas de mayo descosió parte de una carrera política en la que hasta entonces no era visible desgarrón alguno.

El antes y el después de la consulta a la militancia del PSOE para elegir al nuevo secretario general ha marcado buena parte del año político en Andalucía. La presidenta de la Junta dejó en suspenso su decisión de presentarse a las primarias hasta el último momento (hay quien opina que esa indefinición no le vino nada bien a su candidatura) y cada vez que se le cuestionaba sobre la cuestión trataba de zanjarlo con el conciso: «ahora no toca». Díaz se enfrentó a Pedro Sánchez y Patxi López, pero también a la decisión de los socialistas de abstenerse en la investidura de Mariano Rajoy. Ella fue una de las que abogó por el ceda al paso del PSOE para evitar unas terceras elecciones (hay quien considera que el más que probable descalabro de Sánchez en esa votación le hubiera abierto las puertas de Ferraz de par en par). La líder del socialismo andaluz basó su campaña en una idea: recuperar al partido ganador de elecciones, a imagen y semejanza de su federación. El problema es que antes que eso el militante necesitaba que le explicaran con pelos y señales el por qué de la abstención a un gobierno del PP. Díaz necesitaba algo para tumbar el exitoso y efectivo «no es no» de Pedro Sánchez, pero no lo consiguió. El resultado de las primarias desveló que el efecto Díaz no producía en el resto del territorio el mismo impacto que en Andalucía.

Después de meses en los que la oposición reprochó a la presidenta de la Junta falta de pulso en la gestión del Gobierno andaluz, Susana Díaz regresó a Andalucía cambiando el «ahora no toca» por el «ahora toca Andalucía». A toda prisa, la jefa del Ejecutivo agitó una crisis de Gobierno, que se zampó a los consejeros de Educación y Salud, que no supieron hacer frente a asuntos que provocaron movilizaciones sociales. Luego, tocó preparar el congreso del PSOE-A en el que la sevillana se hizo fuerte ante el intento de los sanchistas de tener presencia en los órganos de dirección.

En toda esta secuencia, Ciudadanos, el partido que sustenta al Gobierno socialista con el pacto de investidura, tampoco hizo demasiado ruido. De vez en cuando daba un tironcillo de orejas, pero la atmósfera en la que Díaz vivió el proceso fue de lo más respirable. Hasta tal punto, que la negociación para aprobar los presupuestos para 2018 resultó bastante cómoda. Con reforma del Impuesto de Sucesiones incluida, la presidenta de la Junta se apresuró a que Andalucía fuera la primera comunidad con cuentas aprobadas para darle algo de lustre a su imagen de mujer de estado, justo cuando la cuestión de Cataluña hervía.

El PP-A ha intentado durante todo este año trasladar a Andalucía el efecto Doppler. Juan Manuel Moreno Bonilla, su líder, se ha presentado como la enérgica apuesta que necesita la comunidad para mitigar el «letargo y la soberbia» de una presidenta «desgastada». Pero los populares saben que su mejor baza está en la corrupción, el comienzo del juicio del caso ERE en el que se juzga a dos expresidentes socialistas de la Junta o la polémica por el contrato que otorgó el presidente del Parlamento, Juan Pablo Durán, a la empresa en la que trabaja su sobrino, han espoleado al PP-A para vincular a Díaz con «las viejas prácticas del socialismo andaluz».

Podemos e IU, mientras, han tratado de dar forma a su confluencia electoral. La coalición de Antonio Maíllo se ha lanzado de cabeza al proceso después de que su candidatura lograra un amplio respaldo (84 por ciento) en la Asamblea de la formación. Teresa Rodríguez, coordinadora regional de Podemos, navega en ese mar turbulento que es la lucha por el poder en el partido morado.

La legislatura afronta su último año con las maquinarias electorales de los partidos ya en marcha. Susana Díaz ya ha insistido en que no habrá adelanto electoral, aunque existe un runrún innegable. La política tiene muchas cosas en común con el fútbol, basta que se confirme en su puesto a un entrenador para que a la semana siguiente sea fulminado, así que a veces insistir en que no habrá elecciones puede significar que hay que preparar las caravanas. ~