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El «hombre alto» que gobierna el arte clásico

El comisario de la exposición ‘Velázquez. Murillo. Sevilla’, Gabriele Finaldi, dejó el Museo del Prado para dirigir la National Gallery de Londres

07 nov 2016 / 22:08 h - Actualizado: 08 nov 2016 / 08:00 h.
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  • El comisario y director de la National Gallery, Gabriele Finaldi, ayer en el Hospital de los Venerables. / Manuel Gómez
    El comisario y director de la National Gallery, Gabriele Finaldi, ayer en el Hospital de los Venerables. / Manuel Gómez

Se podría decir que Gabriele Finaldi (Londres, 1965) es el hombre que más quieren los museos. Su ascenso, en los últimos años, ha sido meteórico, saltando del Museo del Prado a la dirección de la National Gallery de Londres, una de las cinco pinacotecas más importantes del mundo. Estos días anda por aquí, en la Fundación Focus (Hospital de los Venerables) ha inaugurado la exposición Velázquez. Murillo. Sevilla, de la que es comisario. Finaldi, cuya inmensidad de conocimientos se mide con su imponente presencia física, mostró su convencimiento de que ambos artistas se conocieron aunque no esté probado documentalmente, no sólo por el viaje de Murillo a Madrid sino por lo que este artista «pudo ver» en determinados cuadros de Velázquez y plasmar luego en obras suyas.

«Lo dicen las biografías, que apuntan que además tuvieron durante un periodo una relación bastante cercana. Es inconcebible que cuando Murillo viaja a Madrid no se visitaran», añade, al tiempo que explica que «cuando Murillo se está formando como pintor en Sevilla es muy consciente de que Velázquez es ya un pintor de reputación internacional y seguramente las vio con atención y con cuidado». En todo caso, si Finaldi lo cree, todo el mundo del arte le escuchará casi como si fuera religión. «En Inglaterra no hay nadie que mande más que él en el mundo del arte», podía leerse hace dos meses en un tuit del diario Express & Star.

«Muchos de los logros de estos años se los debemos a él por su gran conocimiento y mejor carácter. Su huella queda en la reordenación de las colecciones, en un taller de restauración que es el mejor del mundo, en sus trabajos de investigación y en la manera culta y generosa en la que el museo ofrece al visitante lo mejor de si mismo», dijo de él Miguel Zugaza, director del Museo del Prado cuando glosó la tarea del italiano Finaldi en la pinacoteca madrileña –donde estuvo entre 2002 y 2015– y antes de marchar a Inglaterra.

La National Gallery, en la que se formó y que se encuentra en su ciudad de nacimiento, le convocó en calidad de nuevo director para un reto importante; preparar los fastos de su primer centenario, que se celebrará allá en 2024. Porque a Finaldi solo se le llama para cosas relevantes. Realizó estudios en el Dulwich College de Londres, en Nápoles y Piacenza, y se licenció en Historia del Arte en el Courtauld Institute of Art de la Universidad de Londres en 1989. Allí se doctoraría en 1995 con una tesis sobre la vida y la obra de José de Ribera. Después de haber realizado un periodo de docencia en las universidades de Reading y Londres, en 1992 fue nombrado conservador de pintura italiana y española en la National Gallery de Londres donde permaneció hasta 2002, año en que se incorporó al Museo del Prado, responsabilizándose de las colecciones, los proyectos de investigación y exposición relacionados con las mismas, y la restauración de las obras. «Yo amo a la National Gallery... Estuve diez años trabajando allí como conservador de la Venus del Espejo de Velázquez y de la Cena de Emaús de Caravaggio. Eran los cuadros que me tocaban en mis responsabilidades de conservador. Por tanto procedo de ahí», dijo en abril de 2015 en una entrevista con Elena Cué, del blog AlejandraDeArgos.

A Londres regresó no sin cierta polémica por su sueldo –142.000 libras anuales–, que se apresuró a zanjar en los distintos medios de comunicación en los que se le requirió: «Mi remuneración es pública, no he vuelto a la National Gallery por dinero, Londres es mi casa, aquí están mis raíces», expresó. Y no se volvió a hablar mucho más del asunto. Quizá parte de su sagacidad resida también en su capacidad para no meterse en charcos. «¿El brexit? Pase lo que pase nosotros seguiremos trabajando mano a mano con instituciones de toda Europa. Eso es lo que puedo decir», reconoció a The Guardian. Respuesta diplomática la suya, como todas las que ofrece cuando la cuestión no está estrictamente relacionada con el arte, según comentan quienes le conocen.

Finaldi es un hombre inmensamente alto al que no se le conoce ni una sola imagen en la que no salga vestido de chaqueta –«viste así incluso cuando va a comprar el pan un domingo por la mañana», expresó en Twitter el periodista Andrew Lee–. Y nunca pierde la sonrisa. Ni siquiera cuando fue recibido por trabajadores de la National Gallery con una huelga tras la decisión de subcontratar los servicios de atención al cliente y seguridad a una empresa externa. Su principal reto al frente de la pinacoteca londinense –la segunda atracción más visitada de Reino Unido, tras el Museo Británico, con 6,5 millones de visitantes en 2014– es hacer frente a los recortes presupuestarios que oscilarán entre un 25% y un 40% en los próximos tres años. Finaldi no esperaba «aguas tan turbulentas» cuando le nombraron. Pero asegura a todo el mundo que sabe cómo navegar en ellas. Y, de momento, el gran museo británico seguirá siendo gratuito bajo su mandato. En Sevilla, estos días, es un hombre terriblemente ocupado. Casi como una estrella de cine.