«Intentamos innovar pero siempre en la línea de la Cabalgata de Sevilla»

Ya en el mes de marzo o abril, Jesús Corral empieza a maquinar las nuevas carrozas, que no comienzan a tomar forma hasta primeros de julio. Un trabajo sin descanso para que miles de sevillanos sientan la ilusión y la magia de los Reyes Magos cada 5 de enero

Manuel Pérez manpercor2 /
04 ene 2018 / 22:20 h - Actualizado: 05 ene 2018 / 07:30 h.
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  • Corral, con su ropa de faena, en la sede de la Cabalgata ante una de las carrozas. / Jesús Barrera
    Corral, con su ropa de faena, en la sede de la Cabalgata ante una de las carrozas. / Jesús Barrera
  • «Intentamos innovar pero siempre en la línea de la Cabalgata de Sevilla»

La Cabalgata ha consolidado en sus últimos años una línea artística cuyos pilares son la luz y el color. Estos ingredientes permiten que los Reyes Magos puedan derrochar ilusión, magia y fantasía por las calles de Sevilla. Pero este empeño tiene nombre y apellidos: Jesús Corral. Es el director artístico de la Cabalgata y su labor dota al séquito de sus majestades de una idiosincrasia de fastuosidad.

—¿Cuándo empezó su labor como director creativo de la Cabalgata?

—Hace ocho años empecé trabajando dentro del equipo artístico y hace seis años se me nombró director artístico.

—¿Qué hace exactamente un director creativo de una Cabalgata como la de Sevilla?

—Bajo las directrices del director de la Cabalgata, yo llevo toda la parte artística. El diseño de las carrozas, coordinar al equipo de modistas con el vestuario, la parte artística de los beduinos... Por ejemplo, los trajes que se hicieron nuevos el año pasado para los beduinos pasaron por mis manos. Los abanicos, el Heraldo... Todo lo que tenga un ápice de algo artístico tiene que pasar por mis manos.

—Su trabajo es, quizá, el más vistoso de todos. ¿Es también el menos agradecido?

—Es verdad que es el que más la gente puede o vanagloriártelo o destrozártelo. O le gusta mucho o no le gusta nada. Es mucho más criticable. Aunque es de los más vistosos, sí es verdad que hay un equipo muy grande detrás que hacen otras cosas que no se ven tanto como el mío y, quizá, sea menos agradecido lo de ellos que mi trabajo. La crítica que tengo es bastante buena y uno se siente orgulloso. Pero también tienes la parte crítica. Tienes que aguantarlo todo.

—En una ciudad como Sevilla, ¿cuáles son sus vías de innovación?

—Cuando se me propuso llevar la dirección artística de la Cabalgata, siempre decíamos de innovar. Pero Sevilla es inmóvil, le cuesta mucho trabajo hacer cualquier cosa. Nunca ha sido así, pero ya somos así de clásicos. También es verdad que la Cabalgata de Sevilla tiene una idiosincrasia, una forma de ser. ¿En qué innovamos? En las luces, por ejemplo. Ahora le metemos mucha más luz que antes. Ahora tenemos luces LED con esas tiras que van cambiando de color, algún efecto especial como el humo, los confetis, materiales que brillen más... Intentamos innovar en esas cosas, pero siempre en la línea de lo que es la Cabalgata de Sevilla.

—¿Qué objetivos se marcó cuando se hizo cargo de esta área? ¿Cuántos ha podido cumplir ya?

—Yo soy de Salteras y siempre escuchaba a la gente alabar la Cabalgata de Sevilla. Cuando vine a verla comprendí por qué es la Cabalgata en la que se miran todas las cabalgatas de Sevilla. Pero llegó un punto en el que perdió un poco. No tenía esa luz que tenía antes, ese brillo, ese colorido... Era todo excesivamente realista. Hacíamos un castillo y el castillo era color marrón, muy triste. Quizá como obra estuviese muy bien terminada, pero no decía nada. El hito que yo me marqué fue el volver a la Cabalgata que todo el mundo había escuchado, a aquellas cabalgatas de Jesús García Díaz, que fue un antes y un después. Si no un cien por cien, casi un 90 por ciento lo he ido consiguiendo con el tiempo.

—¿Qué cambiaría de la actual Cabalgata?

—No sé si cambiaría muchas más cosas. Siempre tienes la idea de decir que tendrías que meter menos niños o que tendrías que meter menos personajes principales y, a lo mejor, más carrozas de niños solos... Pero no creo que deba cambiar mucho más.

—¿Cuál es la mayor dificultad a la que debe enfrentarse año tras año?

—Hacer un diseño para que quepa una cantidad de niños, que a la vez quede fantástica, y no como un cajón en el que van muchos niños, y, además, hacer una especie de bodega, que es donde van todos los caramelos. Unir esas tres cosas es complicado.

—¿Qué tiene la Cabalgata de Sevilla que la hace tan especial?

—Que es muy interactiva. Es una Cabalgata que se ve a pie, que la ven niños, mayores y todo el mundo disfruta de esa Cabalgata. En otras ciudades la Cabalgata se ve detrás de una valla porque los personajes saludan y poco más. En este caso no. No es que sea ni mejor ni peor, simplemente, es diferente.

—¿Cómo sabe si su trabajo va por el camino correcto?

—Siempre hay algún que otro matiz para que al año siguiente se pueda mejorar, pero que te digan «Jesús, cada año mejor» o «cada año más bonita» hace que sigas luchando y creas que tu trabajo va en el sentido en el que tiene que ir. Además, el día de la Cabalgata me gusta esconderme la acreditación y meterme entre la gente para escuchar a ver qué dice uno o qué dice otro. Te va costando trabajo porque ya la gente te va conociendo [risas].

—¿Cuáles son las principales novedades de la Cabalgata de este año?

—De las 34 carrozas que salen este año, 13 son nuevas jugando con esa línea que voy siguiendo: cuentos populares y temas infantiles. Sobre esa línea vamos a ver un bosque encantado con flores gigantes llenas de mariposas con cosas hechas de porexpan, de gomaespuma... Y el colorido, que es el santo y seña de la Cabalgata. El colorido y la luz.