La arena en la que murió Germano

Excavación. Un epitafio hallado en Cádiz en 1932 por la muerte de un gladiador samnita apunta a la existencia en la Gades romana de un gran anfiteatro. Andalucía cuenta con grandes edificios aún bajo tierra

21 feb 2018 / 19:52 h - Actualizado: 22 feb 2018 / 14:07 h.
"Arqueología","Lo que Andalucía esconde"
  • Grabado de la ciudad de Cádiz del paisajista Anton Van Wyngaerd. / El Correo
    Grabado de la ciudad de Cádiz del paisajista Anton Van Wyngaerd. / El Correo

Adoptado en el 97 d.C. por el emperador Nerva, Marco Ulpio Trajano se convirtió, al año siguiente, en el primer hombre de Roma tras la muerte de su padre. Cuentan las crónicas que para celebrar su ascenso al poder, se celebraron grande fastos a lo largo de todo el Imperio, y en especial en la provincia de la Baetica, pues el nuevo emperador había nacido en Itálica. Pelayo Quintero Atauri, director del Museo de Bellas Artes de Cádiz (desde 1918), y delegado de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, halló, durante una excavación organizada en 1932, un epitafio latino, que formaba parte de un columbario descubierto cerca de la gaditana Fábrica Nacional de Torpedos, la misma en la que el 18 de agosto de 1947 se produjo una explosión que causó más de 150 muertos y miles de heridos.

En 1960, Antonio García Bellido elabora un estudio de la inscripción, que interpreta las abreviaturas del texto y lanza una hipótesis sobre las letras que faltaban en alguna palabra incompleta. A partir de este trabajo, y según apunta el profesor de Filología Latina en la Universidad de Cádiz, Eduardo del Pino González, en un trabajo de investigación, el profesor Pablo Piernavieja Rozitis ofrece la siguiente traducción: «Germano, samnita, del ludus Iulianus, luchó catorce veces. Era de nación griega y tenía treinta años. Aquí está enterrado».

La inscripción hallada por Quintero Atauri ofrece una pista para determinar que la Gades romana contó con un anfiteatro, pues Germano el samnita fue un gladiador. Los luchadores se formaban en escuelas llamadas ludus, en la que se entrenaban tanto los aprendices como los más famosos. El primer ludus del que se tiene noticia es el de Capua, sí el mismo en el que acabó por revelarse Espartaco. Estaba ya en funcionamiento en el 105 a.C., cincuenta años después el ludus pasa a ser propiedad de Julio César, quien organizó un cuerpo de 5.000 secutores, un tipo de gladiador equipado con espada corta, escudo y casco esférico. La escuela de Capua empezó a ser conocido como ludus Iulianus y sus luchadores eran conocidos como iuliani.

Por tanto, Germano el samnita perteneció a esta escuela y, probablemente, murió en la arena del anfiteatro de Gades. Cerca de la zona en la que se halló la inscripción, Quintero Atauri sacó a la luz figuras de terracota que representaban a gladiadores.

Además de la inscripción, otras fuentes clásicas apuntan a la existencia del edificio, pero no hay evidencia material que lo demuestre. Si hubo anfiteatro, aún está bajo tierra, en la zona de las Puertas de Tierra, según mantienen algunos estudiosos.

Las primeras noticias en las fuentes clásicas de manera indirecta sobre el anfiteatro aparecen en Lucio Junio Moderato Columela, que en su De Re Rustica habla que a mediados del siglo I d.C. se llevaban hasta Gades animales para los juegos que allí se celebraban. Además utiliza el término munera que designa en sentido genérico a los combates de gladiadores, ejecuciones y venationes. También Asinio Polión, hablando de la crueldad de Balbo el Menor, menciona que un soldado de Pompeyo, de nombre Fadio, había combatido dos veces en la arena y Balbo le pidió que lo hiciera otra vez a lo que el soldado se negó refugiándose en el público que lo apoyó, aunque no le sirvió pues fue apresado y enterrado de medio cuerpo en el lodo para ser luego quemado ante todos.

Los Balbo desarrollan su importante labor en el siglo I antes de Cristo. Lucio Cornelio Balbo el menor construyó un puerto, un acueducto, el teatro y todo hace indicar que el anfiteatro. Intentó establecer en Gades la fisionomía que Augusto planteaba para Roma. La decadencia de los espectáculos de gladiadores en el Bajo Imperio dejó al anfiteatro de Cádiz en ruinas. Parece ser que el primer duque de Cádiz, Rodrigo Ponce de León, usó las piedras del mismo para construir el castillo de la villa. El paisajista flamenco Anton Van Wyngaerde pinta en 1567 un grabado de la ciudad en la que aparece el anfiteatro. Agustín de Horozco, también a finales del siglo XVI, aporta datos sobre la construcción, que llevan a pensar que la arena midió unos cien metros de largo por unos 38 de ancho.

La pista de los epitafios de gladiadores hallados en Hispania lleva hasta Córdoba. En la antigua Corduba se han encontrado casi la mitad de estas inscripciones, y todas en una misma zona: el entorno del camino antiguo de Almodóvar. La ciudad andaluza es la segunda ciudad del Imperio en epitafios después de Roma.

Como en el caso de la inscripción hallada en Cádiz, aparecen luchadores extranjeros, que pertenecen también al ludus Iulianis. El profesor Piernavieja Rozitis apuntó a una conmemoración especial la causa de la estancia masiva de gladiadores en Córdoba (de nuevo aparece la hipótesis de los festejos relacionados con el ascenso de Trajano como emperador en el 98 d.C.). Incluso apunta a la posibilidad de que Germano el samnita, el gladiador fallecido en la arena del anfiteatro de Cádiz hubiese estado instalado en primera instancia en Corduba para después desplazarse a pelear a la arena de Gades.

Con estas evidencias, era muy probable que en Córdoba existiera un anfiteatro importante en la ciudad, que era la capital de la provincia Betica.

En la zona de la antigua Facultad de Veterinaria, unas catas arqueológicas ofrecieron en el año 2003 las primeras pistas de un edificio de enormes dimensiones. Las proyecciones demostraron que bajo el suelo se hallaba un anfiteatro, datado en el siglo I d.C., con una capacidad de entre 30.000 y 50.000 espectadores. Se trata de la mayor construcción de la Hispania romana y el tercero de todo el imperio, sólo superado por el Coliseo de Roma y Cartago. Fueron hallados unos muros concéntricos y otros radiales cuyos ángulos no apuntaban a un centro común. Con ello se descartó la estructura circular típica del circo y comenzó a tomar forma la elipse del anfiteatro.

Pero la mayor parte del recinto en el que se dejaron la vida muchos gladiadores sigue bajo tierra, sólo un cinco por ciento está ya en la superficie. Los arqueólogos apuntan a que el anfiteatro fue cristianizado y algunos creen que allí fuer martirizado San Acisclo, patrón de Córdoba. A partir del siglo IV, los gladiadores perdieron mucha reputación y sus espectáculos dejaron de ser seguidos como en centurias anteriores. El emperador Constantino acabó por prohibirlos. Con posterioridad, y debido a la buena calidad de los materiales empleados, este lugar sufrió importantes expolios durante la época califal (siglo X) en la que se construyó un arrabal aprovechando los materiales existentes.

Las excavaciones han destapado hasta el momento la parte que ocupaba la fachada del anfiteatro hasta el podio que marcaba el inicio de la explanada de arena. De las tres plantas que le otorgaban una altura inicial de unos 15 o 20 metros, sólo se conservan unos cuatro metros.

El anfiteatro, que estuvo rodeado por un barrio residencial, contaba con la distribución habitual que rige este tipo de espacios: la arena (o zona central en la que se desarrollaban los espectáculos), el graderío (en el que se disponían los asistentes) y el podio (que separaba las anteriores).