Evitar que los trabajadores puedan continuar trabajando después de finalizar su jornada laboral. Ese es el principal objetivo de lo que se conoce como desconexión laboral o digital, un derecho reconocido en países cercanos como Francia y que podría entrar en vigor en España si la enmienda propuesta por el PSOE al Proyecto de Ley Orgánica de Protección de Datos de Carácter Personal prospera. Pero, ¿qué es exactamente el derecho a la desconexión laboral? No es otra cosa que reconocer y garantizar el hecho de que el empleado no tenga que responder comunicaciones electrónicas fuera de su jornada de trabajo.

En estos tiempos que corren, la frontera entre vida laboral y personal es cada vez más difusa. Asimismo, la inmersión en el mundo digital ha cambiado por completo la forma en la que se desarrolla la vida laboral. Esta situación ha traído consigo numerosas facilidades. Por ejemplo, ahora es posible trabajar desde cualquier lugar sin más necesidad que una conexión a Internet, lo que se conoce como teletrabajo. No obstante, los avances propiciados por la tecnología también tienen una segunda cara que aún cuesta dominar.

La posibilidad de mantener una conexión a Internet las 24 horas del día hace complicado marcar un principio y un final de la jornada laboral. Ni siquiera el hecho de salir de la oficina es señal de que ya llegó la hora de descansar, puesto que ese correo electrónico de última hora continúa entrando en los dispositivos móviles, principalmente el teléfono.

Según un estudio de Infojobs, el 51 por ciento de la población activa española afirma responder correos electrónicos y atender llamadas de trabajo durante los fines de semana e, incluso, durante las vacaciones. El 36 por ciento lo hace porque se siente obligado a responder y el 34 por ciento de los encuestados declara que responde a tales llamadas o mensajes porque su puesto de trabajo así lo requiere. Asimismo, el 14 por ciento dice hacerlo porque siente la necesidad de estar al día de todo lo que ocurre en el trabajo, aunque esté de vacaciones. Asimismo, son los cargos intermedios y directivos, un 68 y un 84 por ciento respectivamente, quienes más conectados están a los dispositivos digitales fuera de su jornada laboral. Los empleados representan el 45 por ciento de los casos.

Con estos datos sobre la mesa, cabe afirmar que numerosos trabajadores corren el riesgo de padecer síndromes relacionados con las tecnologías, como el burnout, también conocido como estrés crónico del trabajador quemado. También se han diagnosticado numerosos casos de tecnofatiga, que es el cansancio provocado por la continua exposición a la tecnología informática, así como el estrés que genera la espera de un correo electrónico fuera del horario laboral. Todo viene a generar una obesidad digital, es decir, una sobrecarga de información y comunicación que puede llegar a ser dañina para la vida privada de un trabajador.

Para atajar esta situación –que podría ir a más en los próximos años–, el Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados, a través del diputado Artemi Rallo, a la sazón exdirector de la Agencia de Protección de Datos, presentó hace unos meses una enmienda para garantizar al trabajador «el respeto de su tiempo de descanso y vacaciones, así como de su intimidad personal y familiar» fuera del tiempo de trabajo. En este sentido, e inspirándose en la norma francesa, este derecho a la desconexión laboral insta a la empresa a establecer un protocolo interno que defina el ejercicio de dicha desconexión. Estas actuaciones han de ser «acordadas por la empresa y la representación de los trabajadores».

Más allá de la regulación legislativa de este fenómeno, que sigue su curso en el Congreso de los Diputados, algunas empresas ya han decidido tomar las riendas de la situación. La primera en hacerlo fue la aseguradora AXA. Gracias a un acuerdo laboral pactado con CCOO en julio de 2017, «AXA reconoce el derecho de los trabajadores a no responder a los mails o mensajes profesionales fuera de su horario de trabajo, salvo causa de fuerza mayor o circunstancias excepcionales».

No busque vericuetos en tal «causa de fuerza mayor». La directora de Recursos Humanos de AXA Seguros, Carmen Polo, explica que si se trata de una situación excepcional o una urgencia, «hay unos teléfonos específicos que te llaman en esos casos de crisis para que sepas que no se trata de una llamada más de tu jefe». Polo entiende que «como empresa que vela por la responsabilidad civil, es muy importante garantizar el bienestar de los trabajadores».

Para los expertos, apostar por el derecho a la desconexión digital supondría una mejora del bienestar psicológico y social del trabajador y un aumento de su calidad de vida personal y de los que están a su alrededor. Pero la empresa también saldría beneficiada de garantizar el ejercicio de este derecho al trabajador, pues un empleado más sano es un empleado más productivo, creativo y mucho más comprometido con su trabajo.

«El descanso es sagrado», afirma el responsable de Relaciones Laborales de IKEA en España. «Tenemos derecho a desconectar y queremos garantizarlo», explica Giraldo, que entiende que «es importante que se empiece a proteger este espacio personal».

Una reforma legal bien podría sentar un buen precedente para que dicho derecho sea efectivo en España, sin embargo hace falta algo más que la ley. Es necesario un cambio de mentalidad que se ajuste al cambio de escenario que han propiciado las tecnologías de la información y la comunicación. A AXA Seguros le han seguido otras empresas como Ikea o Santander, pero no son suficientes. Hoy en día, solo el 28 por ciento de las empresas afirma disponer de alguna política de desconexión según el citado informe de Infojobs. Así, tres de cada 10 empresas de pequeño tamaño tienen implementadas diversas actuaciones al respecto. No obstante, la proporción se reduce a una de cada 10 en el caso de las grandes empresas.

Para la responsable de estudios de Infojobs, Neus Margalló, «cualquier medida que mejore el clima psicosocial en la empresa y que contribuya la reducción del estrés y a la conciliación, es una buena medida». Sin embargo, Margalló reconoce que la desconexión digital «no es aplicable a todos los sectores ni a todas las empresas. Puede haber excepciones».

En este sentido, aunque un 76 por ciento de la población activa española se muestra a favor de implantar medidas de desconexión digital, solo un 55 por ciento de los directivos, CEO y consejo de administración están a favor de la existencia de una ley de este tipo. También existe un 24 por ciento que no es favorable a esta medida. De estos últimos, el 47 por ciento admite que la naturaleza de su trabajo le impide desconectar totalmente de este fuera del horario laboral.

Sea como fuere, la globalización ha empujado a las empresas a mantener un ritmo constante durante todo el año. Sumado a la digitalización de la economía, los trabajadores permanecen conectados a su puesto de trabajo las 24 horas del día. Una situación que no solo afecta a estos, sino a quienes les rodean, lo que agrava otro problema que bien merece una solución: una conciliación familiar real y efectiva que permita combatir el envejecimiento de la población. Aunque eso da para otro tema de portada.

Desde el 1 de enero de 2017, Francia contempla en su legislación el derecho a la desconexión digital una vez finalizada la jornada laboral. La normativa obliga a la empresa a poner en marcha «dispositivos de regulación de la utilización de los dispositivos digitales» a través de una «política de actuación» acordada con el comité de empresa. Si no hay acuerdo, la ley contempla que el empleador pueda desarrollar dicha política «previa audiencia del comité de empresa». Con anterioridad a esta norma, en 2011, Volkswagen implantó un sistema que desconecta sus servidores de comunicación de los teléfonos móviles profesionales entre las 18.15 horas y las 7 de la mañana del día siguiente. Asimismo, Mercedes-Benz ofrece un sistema Mail on holiday por el que los correos enviados a trabajadores en vacaciones son redirigidos a otros contactos disponibles dentro de la empresa.