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La Diada de la independencia

El president Torra aseguró que el proceso «no tiene freno» e «irán hasta el final». Puigdemont tildó la jornada de «histórica y colosal»

12 sep 2018 / 07:00 h - Actualizado: 12 sep 2018 / 07:00 h.
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  • Según la Guardia Civil catalana alrededor de un millón de personas celebró ayer en Barcelona una Diada de clara impronta independentista. / Efe
    Según la Guardia Civil catalana alrededor de un millón de personas celebró ayer en Barcelona una Diada de clara impronta independentista. / Efe

El independentismo volvió a congregar ayer una multitudinaria movilización durante la Diada de Cataluña, en la que la reclamación de libertad para los políticos presos y de una «república catalana» fueron las principales reivindicaciones, un año después de la crisis política del 1-O. La Diada, marcada por las consecuencias del pulso independentista de otoño de 2017 que desencadenó la destitución del Govern por el artículo 155, incorporó este año a la reclamación de independencia y de «república catalana» el componente emocional de la petición de libertad para los políticos presos.

Al finalizar la manifestación independentista, el presidente de la Generalitat, Quim Torra, pidió «valentía» al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para que preste atención al «grito democrático» que se ha escuchado y aseguró que la marcha soberanista que se inicia ahora «no tiene freno» e irá «hasta el final, con todas las consecuencias».

El expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, tildó de «histórica, espectacular y colosal» la manifestación, que siguió en video desde la denominada Casa de la República en Waterloo (Bélgica). En otro tuit, Puigdemont defendió: «Todo lo que han hecho para reprimirnos, decapitarnos y liquidarnos no les ha servido para desmovilizar al pueblo de Catalunya». Además, el expresidente insistió: «Pese a la represión, persistimos en la lucha por una república catalana de libertad, igualdad y democracia».

Mientras, una multitud se iba desplegando a lo largo de la Diagonal de Barcelona en una gran «ola sonora» planificada por la Assemblea Nacional Catalana (ANC), en la que, según la Guardia Urbana, participaron un millón de personas, cifra que Sociedad Civil Catalana, contraria a la independencia, rebajó a 200.000. Al finalizar la manifestación, la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, exigió al Govern que no «dilapide» el trabajo realizado por el movimiento independentista «diciendo ahora que el 1-O no era un referéndum» y le pidió que se prepare para un nuevo «embate democrático» al Estado.

Entre las peticiones de libertad para los independentistas encarcelados ha destacado la de ERC, que ha condicionado el diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez a que los «presos políticos» sean puestos en libertad y los «exiliados» puedan volver a sus casas. La cuestión de los políticos presos estuvo presente no sólo en el plano de las declaraciones, sino también en el simbólico, como en el caso de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que durante la ofrenda floral lució un lazo amarillo en la solapa. Los partidos independentistas, incluida la CUP, reaccionaron sustentándose en estas declaraciones para pedir que el Gobierno ordene a la Fiscalía la puesta en libertad de los presos.

La Diada se celebró también en un nuevo escenario político tanto en el Palau de la Generalitat, donde se sienta como presidente Quim Torra en sustitución de Carles Puigdemont, huido a Bélgica, como en la Moncloa, donde gobierna el PSOE de Pedro Sánchez, que relevó en junio al PP con una moción de censura. Lo que sí se ha repetido es la ausencia de la oposición (Ciudadanos, PSC y PPC) en la manifestación independentista, si bien acudieron algunos representantes de los comunes. El líder del PSC, Miquel Iceta, pidió recuperar el «espíritu unitario» de la Diada y «superar divisiones», para así encontrar un camino que permita avanzar en el autogobierno y la mejora de la financiación y demandó que no se pongan «condiciones que impidan» el diálogo.

Por su parte, el presidente del PPC, Xavier García Albiol, exigió a Sánchez que tome medidas ante las pretensiones independentistas del Govern de Torra, al que tachó ayer de «iluminado». La diputada de Catalunya en Comú Podem Jèssica Albiach reclamó la puesta en libertad de los presos soberanistas y la convocatoria de un referéndum «pactado y vinculante», mientras que el dirigente de la CUP Lluc Salellas instó al Gobierno a que haga que la Fiscalía retire los delitos de rebelión y secesión de los dirigentes en prisión.

El líder de ERC, Oriol Junqueras, solicitó a su militancia que «preparen a la gente y al partido» para una sentencia que será «durísima» porque, en su opinión, con ella el Estado español buscará el «escarmiento definitivo» del independentismo. «Preparad a la gente, preparad al partido y aguantad, porque nosotros estamos preparados y preparadas y aguantaremos tanto tiempo como haga falta», expresó en una carta desde la prisión. Para Oriol Junqueras, el «sacrificio» de los políticos presos «no será en vano». «Hemos de saberlos convertir en combustible, el combustible para la victoria, en el gran revulsivo, en la oportunidad para atraer cada vez más y más complicidades y apoyos de todas partes del mundo».

El presidente de Sociedad Civil Catalana (SCC), José Rosiñol, acusó a Torra de usar un lenguaje «de combate» e «impropio de una democracia» en el discurso institucional que pronunció ayer con motivo de la Diada. Otro de los episodios destacados ayer fue la coincidencia durante la ofrenda floral a la tumba de Rafael Casanova en Sant Boi de Llobregat (Barcelona) del president Quim Torra y de la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, quienes se saludaron en un acto presidido por la cordialidad entre las autoridades. La jornada concluyó con la manifestación convocada por la izquierda independentista en el centro de Barcelona, en la que participaron más de 4.000 personas, según la Guardia Urbana, y unas 15.000, según los organizadores.

BORRELL HABLA DE «SECUESTRO» DE LA FIESTA Y CASADO APUESTA POR OTRO 155

El ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, aseguró ayer que el independentismo ha «secuestrado» la Diada y ha «privado» a la población catalana no independentista de manifestar su sentimiento. «La Diada, como fiesta nacional que era, ha sido secuestrada por el independentismo. Y es una pena, porque eso priva a la otra mitad de la población catalana de poder manifestar su sentimiento en torno a la identidad catalana que comparte mucha gente que no es independentista», declaró Borrell ayer durante su visita a Estrasburgo, sede del Parlamento Europeo. Recalcó que, dadas las circunstancias actuales, la Diada es «el día de una parte de la sociedad, es el día solo de aquella parte que se moviliza a favor de la independencia».

En cuanto a los políticos independentistas encarcelados, reconoció que «personalmente» hubiera preferido que el juez «considerase otras medidas de precaución para evitar la fuga, que tomara otra clase de medidas que no fuese la prisión incondicional». «Pero el juez ha tomado esas medidas en función de su criterio y hay que respetar su independencia», explicó Borrell, para a continuación pedir que se deje trabajar a la justicia. Asimismo, señaló que no se puede exigir al Gobierno español decidir sobre la libertad de los presos. «Eso sí que es negar la separación de poderes», subrayó. Preguntado por si el mensaje del Gobierno español sobre la crisis catalana está llegando a la opinión pública europea, consideró que se está «remontando la pendiente», proporcionando más información y rebatiendo argumentos. Ha habido «un gran esfuerzo propagandístico por parte del independentismo, que había deteriorado la imagen internacional de España», admitió el ministro.

Por su parte, el líder del PP, Pablo Casado, lanzó ayer un mensaje al Gobierno para dejar claro que su partido está dispuesto a asumir el «desgaste» que podría suponerle aplicar de nuevo el artículo 155 de la Constitución en Cataluña, algo que sólo se puede hacer con su mayoría del Senado. «Solo tendría que iniciar el procedimiento, requerir el cumplimiento de la Constitución y, si no se hace, aplicar un artículo 155, que hoy en día solo puede aprobar el PP», manifestó Casado dirigiéndose al Ejecutivo del PSOE. Ratificó que en la jornada de la Diada el PP «no tiene nada que celebrar», porque la Generalitat está encabezada por un presidente «xenófobo y racista» y porque esta fiesta quiere «seguir segmentando» la sociedad catalana en función de lo que «piensen, crean o voten» sus ciudadanos.

La líder de Ciudadanos en Cataluña y portavoz nacional, Inés Arrimadas, aseguró que la celebración de la Diada Nacional de Catalunya es una «muestra de la no normalidad» en esta comunidad, con unos actos «organizados por el Govern que excluyen a más de la mitad de los catalanes». Ciudadanos celebró un acto propio con motivo de la Diada bajo el lema, «El amor es más fuerte que el odio», en el que participaron, además de Arrimadas, el presidente del partido, Albert Rivera, diputados en el Parlament y concejales en el Ayuntamiento de Barcelona. Frente a un nacionalismo que «siempre ha hecho lo mismo, despreciar a más de la mitad de los catalanes», Arrimadas reivindicó que «incluir es siempre mejor que excluir», que la «convivencia es siempre mejor que la fractura social».