La segunda mano ofrece otra vida al vestuario

Negocio. La reventa de las prendas de vestir y los complementos está en auge: moda ‘vintage’, solidaridad o la opción de comprar más barato

13 nov 2017 / 08:42 h - Actualizado: 13 nov 2017 / 08:44 h.
"Prendas para el ahorro"
  • Escaparate de la tienda Ropero, de Mercedes López. Ofrece ropa de segunda mano pero de buena calidad y seleccionada. / Manuel Gómez
    Escaparate de la tienda Ropero, de Mercedes López. Ofrece ropa de segunda mano pero de buena calidad y seleccionada. / Manuel Gómez
  • Los trajes de flamenca son un clásico en las tiendas de segunda mano, como ésta de la calle Feria. / Manuel Gómez
    Los trajes de flamenca son un clásico en las tiendas de segunda mano, como ésta de la calle Feria. / Manuel Gómez
  • Interior de la tienda de la asociación Debra, Piel de Mariposa, que abrió en mayo. / C.P.
    Interior de la tienda de la asociación Debra, Piel de Mariposa, que abrió en mayo. / C.P.
  • Interior de la tienda Ropero de ropa ‘vintage’, en la calle Feria. / Manuel Gómez
    Interior de la tienda Ropero de ropa ‘vintage’, en la calle Feria. / Manuel Gómez

Las empresas del sector textil facturaron en 2016 (últimos datos disponibles) 18.012 millones de euros, según el informe que elabora anualmente Acotex, la Organización Empresarial del Comercio Textil y Complementos. «Más ropa de la que necesitamos», conviene Ana Abad, responsable de la tienda Piel de Mariposa de Sevilla, que recibe donaciones de ropa y complementos de particulares y empresas prácticamente nuevas, gracias a este afán por estrenar prendas y a los gustos cambiantes de la moda. La crisis, la moda vintage o precisamente este impulso de actualizar continuamente el armario han hecho crecer en los últimos años el negocio de la ropa de segunda mano de forma «explosiva».

Al menos así lo califica el último informe sobre el negocio de reventa elaborado por ThredUP, el eBay de la ropa, en este 2017: la venta de ropa de segunda mano, tanto online como en tienda, es un negocio de 18.000 millones de dólares y se espera que aumente hasta alcanzar en el año 2021 un tamaño de mercado de 33.000 millones de dólares. Es más, el 49 por ciento de las ventas de productos de segunda mano es de ropa, zapatos y complementos. En España, sólo en el primer trimestre de este año el volumen de negocio electrónico de la segunda mano alcanzó los 8.433.357 euros, según los datos disponibles en el portal CNMCData basados en la información recopilada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

Este éxito en internet tiene también su reflejo en la ciudad. En Sevilla sólo tres tiendas se dedican casi exclusivamente a la venta de ropa usada, pero muchos establecimientos de productos de segunda mano de la calle Feria sacan a la acera el perchero con blusas, vestidos y hasta trajes de flamenca, eso sí, la mayoría, muy vintage.

Un caso paradigmático es el de Ropero, la tienda que en 2012 abrió Mercedes López Soria en un intento de salir adelante, «en plan salvavidas», y para «mantenerse ocupada». En 2008, falleció su marido y la crisis empezó a hacer estragos en el comercio familiar, dedicado a la venta de discos de segunda mano. «Mi idea era abrir una tienda de ropa alternativa, pero me di cuenta de que no podía llenarla con ropa nueva, así que empecé a comprar de segunda mano». Ahora tiene tanta que no le cabe en la tienda, por lo que se ha puesto en contacto con una ONG para llevarle la que no vende, una vez que le ha dado una última oportunidad en el mercadillo del Jueves, a un precio que oscila entre uno y cinco euros.

Camisas, chilabas, cazadoras, vestidos de fiesta, bolsos, ropa deportiva... y, sobre todo, muchos vaqueros de marcas llenan los percheros y estanterías de Ropero. Mercedes López compra la ropa «de buena calidad y en perfecto estado» que le traen los particulares y también de tiendas que cierran, la que ve que puede tener salida. «Va por épocas: al principio vendía mucho de los años 50 y vaqueros, pero ya estoy vendiendo prendas de los 80 e incluso de los 90 y los vaqueros se me están acumulando». Tiene precios estipulados para los productos que le ofrecen, aunque siempre llega a un acuerdo con el vendedor en función de las características de la prenda: originalidad, calidad, posibilidad de venta... Tras este filtro, las repasa cuidadosamente, las lava, higieniza y plancha antes de incluirla en su oferta. «Por ser de segunda mano, los clientes lo miran todo más», por esto Mercedes repite la operación cada vez que alguien se la prueba: «El maquillaje, por ejemplo, ensucia la ropa al probársela, de manera que hay que volver a lavarla».

Los precios de venta al público en Ropero oscilan entre 20 y 40 euros –unos pantalones Levi’s, por ejemplo, cuestan 25 euros–, salvo cosas muy excepcionales, como una prenda de piel, «en la que el precio sube», que pueden rondar los 50 o más, «pero se especifica siempre». De hecho, Mercedes ofrece facilidades de pago y premia, al estilo de los bares con los desayunos, a los clientes fijos: por cada 10 euros de compra pone un sello en una tarjeta que el cliente guarda y cuando consigue 10 sellos obtiene 10 euros de regalo para la siguiente compra. «La dificultad aquí radica en encontrar la talla. Cada modelo es completamente distinto y no tengo tallas de todos los modelos. Así que quien quiera unos vaqueros, por ejemplo, debe venir con mucha paciencia para probarse con calma». También en esto Mercedes ha desarrollado su propio sistema de tallaje a partir de un patrón. «También hay clientes puntuales a los que pilla un día de frío en la calle desprevenidos y entran a comprarse una prenda que, en principio, sólo van a utilizar un rato. O para los carnavales, buscan esta ropa vintage como disfraz». El negocio, además de servirle de distracción, le proporciona lo necesario para vivir e ir afrontando pagos especiales.

En la misma calle Feria, pero en el número 145, Debra, la Asociación Piel de Mariposa, inauguró una tienda solidaria, «al estilo de las Charity shop anglosajonas», el pasado 18 de mayo –tienen nueve en España–. Vende ropa, zapatos, complementos, artículos de decoración, libros y juguetes. Productos de segunda mano que reciben de donaciones particulares que dejan en la propia tienda o de empresas, como una colección de zapatos de Pilar Burgos, que cerró sus tiendas en marzo de 2016. «El objetivo es doble: reciclar las cosas, de modo que no se tire tanto, y también permitir que gente con pocos recursos tengan acceso a estas prendas», explica su responsable, Ana Abad. Ofrece batones de bautizo por 30 euros, vestidos de mujer por 4 y hasta una chaqueta de pieles por 12. «El cliente paga un tercio de su precio original», pero eso sí, «tiene que estar en perfecto estado». Por eso, con la ayuda de los voluntarios, examina cada prenda y la higienizan antes de ponerla a la venta. Las prendas que no reúnen sus requisitos se donan a personas sin recursos. El cien por cien de la recaudación se destina a la asociación que atiende a los niños que padecen esta enfermedad «poco frecuente, crónica e incurable». De hecho, el dinero recaudado en las tiendas supone el 58 por ciento del presupuesto de la organización. Y es que la ropa que no queremos todavía tiene muchas posturas.