«La sequía nos va a dar la puntilla»

Campo sevillano. La falta de lluvias agudiza la delicada situación en La Vega, con sobrecostes por la mayor necesidad de riego. «Si en 15 días no llueve, la aceituna no se aprovechará ni para molino», temen en la Campiña

13 oct 2017 / 23:45 h - Actualizado: 13 oct 2017 / 23:45 h.
"Sequía","Nuevo ciclo de sequía"
  • El campo de la comarca de la Vega se encuentra completamente seco por la ausencia de precipitaciones en los últimos meses. / F.J.D.
    El campo de la comarca de la Vega se encuentra completamente seco por la ausencia de precipitaciones en los últimos meses. / F.J.D.
  • La ganadería también se ha visto afectada por la falta de agua. / F.J.D.
    La ganadería también se ha visto afectada por la falta de agua. / F.J.D.
  • La aceituna de la Campiña se está secando en el propio olivo. / M.M.
    La aceituna de la Campiña se está secando en el propio olivo. / M.M.

La falta de lluvias preocupa en el campo sevillano. La sequía está afectando a la agricultura y la ganadería, dos sectores en una situación delicada que se está agudizando. Se mira al cielo, esperando unas aguas que refloten la economía agrícola, y que parece hacerse aún más de rogar. Las altas temperaturas contribuyen a agravar la falta de producción.

En la Vega, por ejemplo, el panorama es desolador. «Las tierras están muy secas y sin labrar», señala Manuel Velázquez, agricultor de Alcalá del Río. «Con las primeras aguas de septiembre y octubre están en condiciones para trabajarlas, pero al no haber llovido están muy duras». La consecuencia directa es que «el trabajo necesario de preparación y oxigenación habrá que hacerlo a prisa en dos semanas antes de la próxima siembra, y esa merma la lleva», lo que puede repercutir en su productividad.

«La cosecha de naranja este año se va a resentir mucho, porque engorda con el agua de lluvia, no con riego. Ni le ha llovido ni le va a llover y se va a quedar pequeña». Ante la sequía hay que recurrir más al riego, lo que implica «más coste, menor producción y de menos calidad. Todo ello supone menor beneficio. El panorama es malo».

La sequía ha hecho que se opte por cultivos de secano, como girasol o trigo. «Y en la próxima campaña será más». Ello conlleva una bajada de precios que de forma ajustada da para cubrir costes. Incluso se tiende a un cambio productivo: «en esta comarca se están viendo huertas de árboles nuevos. Por ahorrar agua te obligan a regar por goteo, eso solo se paga con cultivos rentables: caqui, ciruelo u olivo». Aunque son inversiones costosas y no producen beneficios en los primeros años, la tendencia apunta a ello.

Alejandro Correa es agricultor de la pedanía alcalareña de San Ignacio del Viar. También hace referencia al coste del sistema de modernización del riego que ha realizado la comunidad de regantes del Viar, para hacerlo más eficiente y gastar menos agua, aunque necesita una inversión que con lo que dan las tierras es difícil de sufragar. «El coste del goteo es de 2.000 euros por hectárea que hoy día no da ningún cultivo. El algodón en un año normal no da más de 800. Es un cambio impagable. No hay cultivo que deje dinero para pagar el agua».

La situación preocupa: «ya este año hemos tenido reducción en los riegos. Si no llueve este año, el que viene difícilmente se podrá regar», resalta. «La producción es de menos kilos, los cereales son de menor calidad. Además se han adelantado todas las cosechas, como la del algodón, que está casi acabada».

Agricultores de Cantillana señalan que para la aceituna y la naranja hubiera venido bien el agua para su engorde, pero la situación «ya tiene poco arreglo» y habrá pérdidas. «Los años buenos para el campo son los que llueve en primavera. Sin ella, los cultivos de secano producen poco, y así se ha visto en las últimas cosechas». Aseguran que todo esto tendrá repercusión en el empleo joven agrícola: «Los que estamos tenemos que aguantar el tirón, pero le quitamos a nuestros hijos la intención de dedicarse al campo. Aquí no hay futuro». A la vista está que «hay mucha tierra en venta y no hay quien la compre. Se necesita mucha inversión y luego a duras penas se saca un sueldo». Aún así, «gracias a la PAC el campo no está vacío».

Estos estragos no son solo exclusivas de la Vega. En Castilblanco de los Arroyos «a estas alturas ya habría llovido y haría frío por las noches», explica Miguel Ángel Castillo, quien produce hortalizas en invernadero. Sin embargo, en este «verano que empezó en abril va todo retrasado por el calor. La producción no sale, las enfermedades y las plagas no se van porque no ha llovido». La necesidad de riego, que realiza desde pozo y con bomba eléctrica, supone más gasto. Con ello, «hace 15 días ya me planteé echar el cierre. Estamos sacando un 25% de la producción, y los costes son los mismos. Esta sequía nos va a dar la puntilla».

La situación afecta igualmente a la ganadería, cuestión que corrobora su paisano Antonio Fernández. Su explotación es de ganado caprino, con el que produce leche y queso. «Tenemos más gasto en pienso. El ganado extensivo depende del campo, pero no ha llovido. A estas alturas no es que esté seco, es que no hay nada». Esa falta «hay que compensarla a base de piensos, con precios caros». Explica que «el futuro de la ganadería, aunque estuviesen los años buenos de agua, está negro por el precio de los piensos y lo barato que se vende, a precio de hace 15 años».

Como expertos conocedores del tiempo, señalan que ya debería haber caído entre septiembre y octubre «unos cien litros, y no ha caído ni una gota». Un futuro que pinta mal, y ante el que también se mira a las administraciones para que faciliten las infraestructuras y subvenciones. De no ser así hay cultivos «que se van a perder», explica Correa, además del mazazo que el empleo va a sufrir. «Si falta el campo, ¿de qué se va a vivir?», concluye.


«Sin agua de lluvia...»

Tampoco se avecinan nubes en la Campiña. El cielo despejado y el sol resplandeciente desde hace meses auguran los peores pronósticos: no lloverá al menos en los próximos 10 días. Y es que no hay tertulia de vecinos donde la meteorología no sea el tema más recurrente entre la conversación de los parroquianos. Es normal. La generación de jornales depende, y mucho, de la lluvia que ha escaseado por la zona en los últimos tiempos. Es por ello que hay preocupación en el ambiente y cada día se mira al cielo buscando algún atisbo de cambio en el horizonte que haga presagiar un final de campaña del verdeo que mejore las malas previsiones.

Todas las mañana se levanta mirando al cielo Antonio Rodríguez. Este agricultor de Arahal explica que la sequía es totalmente negativa para el olivar que está afectado en un «un 70 por ciento grave y en un 50 por ciento muy grave porque el fruto está agostado». Es más, anticipa que si en 15 días no llueve la aceituna no podrá aprovecharse ni para molino «ya que se está secando la aceituna en el olivo». Unos pronósticos que no avecinan nada bueno si las precipitaciones no llegan a esta zona de Sevilla en poco tiempo.

Aunque a finales de agosto y mediados de septiembre algunos chaparrones mojaron las zonas, «fueron unas gotas insignificantes que calentaron la tierra y tiene un efecto contraproducente para los olivos por las altas temperaturas posteriores», se lamenta Antonio, quien recuerda que la sequía que azota actualmente la zona es algo cíclico ya que «en el año 82 las primeras gotas cayeron en marzo».

Mirando las páginas del tiempo, Francisco Manuel Fernández intenta agarrarse a alguna esperanza para las próximas semanas. Este joven agricultor tiene algunas fincas en secano y otras de regadío. Éstas últimas se «podrían recuperar si lloviera en las próximas semanas, porque como se dicen por aquí, como el agua de lluvia no hay , para darle el último empujón». Sin embargo, previsiblemente esta semana terminará el verdeo en la zona de secano porque el fruto se está desmejorando por falta del preciado líquido.

La pertinaz sequía que padece la provincia tiene un efecto inmediato en el olivar y en los puestos de trabajo que se crean. Del verdeo viven miles de familias en Arahal y la campiña, empleos que se verán mermados por las pérdidas de peonadas debido a las malas cosechas. Según Fernández «se estima que la mitad de la cosecha se va a destinar a molino. En jornales se pueden perder un 35 por ciento, porque el molino genera puestos de trabajo pero no tantos y eso se nota en la economía de una familia porque no es lo mismo dar 35 días que dar 20».

Pero no solo la pluviometría adversa afecta a la aceituna de mesa, sino que la cantidad de aceite que genera el fruto cuando se destina a molino también depende de las preciadas gotas de agua, tan escasas desde hace años. De ahí la gran preocupación.

Una situación muy parecida ocurre en Morón, cuyo Ayuntamiento ha hecho una convocatoria pública para la contratación de peones agrícolas para la recolección de la aceituna en la Casilla Alcázar. Sin embargo, el delegado de Medio Ambiente, Antonio Bermúdez, ha manifestado que «la escasez de lluvia nos va a obligar a no recolectar la aceituna ahora, sino que la vamos a dejar para aceite, para molino, con lo cual la campaña empezaría en los primeros días de noviembre». Bermúdez también señaló que «este año en principio harían falta para la campaña entre 18 y 20 personas para recolección; esperamos que de aquí al 1 de noviembre llueva algo que haga posible alargar el período de recolección algunos días más que el del año pasado».

Unas condiciones adversas que supeditan las cosechas desde hace varios años, también por el déficit en los pozos y las pocas reserva de agua. Desde la presa de La Puebla de Cazalla se abastece para regadío la zona. Sin embargo, en años anteriores se realizaba el desembalse de manera periódica semanalmente, pero ahora está al 10,58 por ciento de capacidad. Es por ello que este año solo se ha realizado un desembalse puntual en junio.

Condiciones climatológicas que afectan y mucho no solo al campo sino también a la forma de vida de toda una sociedad.