La solidaridad no entiende de vacaciones

Para los voluntarios del proyecto ‘Levántate y anda’ no hay domingos, festivos ni vacaciones. Todas las noches salen de ruta para ofrecer un gazpacho o una manta a los sin techo

21 ago 2017 / 09:11 h - Actualizado: 21 ago 2017 / 10:17 h.
"Solidaridad","La Sevilla solidaria","Compromiso los 365 días"
  • Los voluntarios del proyecto ‘Levántate y anda’ salen de ruta cada noche, durante los 365 días del año, para ofrecer algo de alimento y compañía a las personas que malviven en la calle en la feligresía de San Vicente.
    Los voluntarios del proyecto ‘Levántate y anda’ salen de ruta cada noche, durante los 365 días del año, para ofrecer algo de alimento y compañía a las personas que malviven en la calle en la feligresía de San Vicente.

La solidaridad no entiende de vacaciones ni de paréntesis estivales. Hasta en los peores días de la canícula, cuando el pulso de la ciudad se ralentiza al mínimo, las puertas de numerosas organizaciones y entidades de acción social permanecen abiertas –agosto incluido– para tender una mano a las personas que sufren las carencias más elementales de subsistencia básica diaria.

Cáritas Diocesana de Sevilla, el organismo oficial de la Iglesia diocesana para promover y coordinar el ejercicio de la caridad en la Archidiócesis, es un buen ejemplo de ello. Su red de cáritas parroquiales –261 parroquias en la que participan cientos de colaboradores– siguen abriendo este mes los brazos a las personas y familias necesitadas de su entorno más próximo, no sólo acogiéndolas y atendiéndolas en sus necesidades materiales más acuciantes, sino animándolas y acompañándolas en sus propios procesos de promoción y desarrollo personal y social. «Aunque es cierto que en algún caso funcionan a medio gas, las puertas de las cáritas parroquiales permanecen abiertas en agosto. Los voluntarios establecen turnos para no desatender la demanda y, a lo mejor, en lugar de abrir un par de días a la semana, atienden sólo uno, pero no cierran sus puertas», se asegura desde Cáritas Diocesana.

La acción de Cáritas, sin embargo, no sólo se circunscribe al ámbito de sus parroquias. Esta organización también desarrolla programas específicos dirigidos a la formación en el empleo, la atención a la población inmigrante (Proyecto Nazaret) y el acompañamiento a personas que viven en situación de exclusión social, con especial dedicación al colectivo de los sin techo.

Ofrecer un vaso de gazpacho y algo de charla y compañía a las personas sin hogar es, precisamente, la tarea que, diariamente, desde hace 13 años, se proponen los voluntarios del proyecto Levántate y anda de la parroquia de San Vicente. Para ellos no existen fines de semana, ni festivos. Su actividad de «acompañamiento» a las personas que malviven al raso en el entorno de la feligresía se despliega cada noche durante los 365 días del año. Ni siquiera en Semana Santa o en Feria, o en fechas tan señaladas como la Nochebuena o el día de Reyes se conceden una tregua para el descanso. «Las personas que viven en la calle tienen las mismas necesidades o más que cualquiera de nosotros; ellos no entienden de vacaciones», señala Puri Morano, una de las voluntarias que asiste a estas personas sin hogar para proporcionarles siquiera una manta y algún sustento alimenticio con el que engañar al estómago: un caldo caliente durante el invierno, algo de gazpacho durante estos meses de verano y «hasta las uvas el día de Nochevieja gracias a la gentileza de la cofradía del Museo, una de las hermandades de la parroquia que colabora con nosotros», añade Puri.

El de la parroquia de San Vicente es el más veterano de los proyectos de atención a personas sin hogar de los que se desarrollan en la diócesis. Desde el 1 de enero de 2006, en que se puso en marcha, un grupo de voluntarios sale cada noche al encuentro de las personas que viven en la calle, dispersas en un radio cercano a los límites de esta céntrica feligresía, para propiciar un encuentro diario con un colectivo que muchas veces resulta invisible a buen parte de la sociedad. Es lo que en la jerga de estos voluntarios se llama «salir de ruta».

Divididos en grupos de entre tres y cinco voluntarios y a bordo de un automóvil que hace las veces de coche de avituallamiento, esta ruta se realiza todos los días del año en un recorrido ya prefijado que suele prolongarse durante dos horas y media y que abarca zonas como la plaza del Museo, las cercanías del puente de Triana, las calles Reyes Católicos y Julio César, el ambulatorio de Marqués de Paradas, el entorno del hotel Plaza de Armas y la capilla de los Humeros, la calle Goles, la Gavidia y las calles Tetuán y Velázquez, «una zona muy buena para que estas personas pidan limosna». «En verano, el número de personas que viven en la calle desciende un poco, ya que algunos aprovechan para trabajar en las campañas agrícolas». Puri Morano, que además de voluntaria del proyecto es la actual responsable de la cáritas parroquial de San Vicente, insiste en que el acercamiento diario a este colectivo resulta fundamental, ya que permite crear un vínculo con las personas que viven en la calle, profundizar en las causas que les han llevado a esa situación y conocer sus necesidades y demandas. El objetivo último del «acompañamiento» a estas personas es su acercamiento a los recursos sociales existentes.

Además de inmigrantes que suelen encontrarse de paso en la ciudad «y que tienden a agruparse en función de sus nacionalidades», el perfil de los sin hogar suele responder mayoritariamente al de una persona enferma mental o que lleva muchos años en la calle y ha desarrollado adicciones al alcohol o a sustancias psicotrópicas. «Aunque te sorprendería conocer –añade Puri– que en la estadística de asistidos se incluyen también biografías de personas que llevaban una vida de lo más normal hasta que se vieron golpeados por la pérdida del trabajo o una separación matrimonial, circunstancia que terminó por empujarles a la calle»