Las claves de los libros «milagrosos»

Desde antes de inventarse la etiqueta, algunos de estos títulos ya se vendían por millones. Aquí desentrañamos algunos de los secretos que rodean a los libros de autoayuda

11 nov 2017 / 21:01 h - Actualizado: 11 nov 2017 / 22:43 h.
"Cultura","La autoayuda, ¿funciona?"
  • De izquierda a derecha: Paulo Coelho, Walter Riso, Richard Bach y Manuel Bernabé Cañadas. / El Correo
    De izquierda a derecha: Paulo Coelho, Walter Riso, Richard Bach y Manuel Bernabé Cañadas. / El Correo

Cuando se habla de libros de autoayuda, suelen salir a flote algunas cuestiones recurrentes: ¿Es arte, o fraude? ¿Qué calidad literaria se le puede exigir a estas obras? ¿Sirve al menos para ahorrarse unas sesiones de terapia? Lo único cierto es que las legiones de seguidores de este género son solo igualados en número por su concurridísima parroquia de detractores, que no dudan en calificar los manuales de autoayuda como productos basura.

Resulta difícil concretar cuándo comenzó el fenómeno en cuestión. Para muchos, el primer bombazo del género, antes incluso de que se concibiera esta etiqueta, fue El profeta, del escritor libanés Gibran Khalil Gibran, una suerte de breviario de la búsqueda de la felicidad trufado de frases sentenciosas y barnizado con una irresistible pátina de orientalismo. Desde su salida a la luz en 1923 vendió 11 millones de ejemplares en todo el mundo. Poco después, en 1936, un empresario estadounidense llamado Dale Carnegie triunfaba con Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, que llegó a registrar ventas de 15 millones.

Más lejos aún llegó Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, que desde 1970, y valiéndose de una prosa llana y de un argumento iniciático a partir de la metáfora del ave que aprende a volar, despachó la friolera de 40 millones de ejemplares. Para hacernos una idea, el doble de lo que vendió El Padrino de Mario Puzo o El mundo de Sofía de Jostein Gaarder, o el triple de Los pilares de la tierra de Ken Follett o La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón. Que hoy pocos se dignen leer la reedición que se hizo hace diez años (para quienes ya no podían hallarlo en los tenderetes de saldo) es algo que no parece importarle a sus agradecidos editores.

Al libro de Bach le siguieron en los años 80 otros éxitos mundiales como Usted puede sanar su vida de Louise Hay (35 millones) o Los siete hábitos de las personas altamente efectivas de Stephen R. Corvey (15 millones). Habría que esperar al año 1988 para asistir al alumbramiento del superventas absoluto del género: El alquimista del brasileño Paulo Coelho, una más o menos edulcorada paráfrasis de un cuento de Las mil y una noches que ha sido traducida a más de 63 lenguas y publicado en 150 países, y que ha vendido nada menos que 65 millones de copias en todo el mundo. No esta mal para tratarse de una obra que, según el propio autor, fue escrita en dos semanas porque «ya estaba escrita en mi alma», afirmó Coelho.

Con independencia de que estos libros funcionen o no para el lector, van desde luego de maravilla para el bolsillo de sus autores. Pero, ¿se hace todo por la pasta? ¿Qué anima a alguien a escribir un libro de autoyuda? Para averguarlo preguntamos al gaditano Manuel Bernabé Cañadas, autor de un modesto superventas, Los siste secretos del éxito, publicado en Argentina por el prestigioso sello Kier. «Yo no sé lo que le animan a los demás, a mí me animó muchísimo a hacerlo las ganas por compartir aquello que a mí me estaba funcionando», explica. «El mundo de la autoayuda, y podría decir que en la vida en general, solo tiene sentido si llevas a la práctica aquello que crees. De nada te sirve en la vida saber hacer una tortilla de patatas, si cuando te apetece una tortilla, y tienes en casa huevos y patatas, no la haces. Pues justo lo mismo ocurre con la autoayuda, de nada te sirve saber la teoría, y conocer herramientas que te hacen la vida diaria más cómoda por el positivo control de tu mente, no ponerlas en práctica Pues eso me llevo a mí a escribir ayutoayuda, querer animar a los demás a utilizar aquello que has conocido, que has llevado a la práctica y que a ti te está haciendo tanto bien. Considero que si te gusta escribir y conoces estrategias para que la vida diaria tenga algo de más colorido en un mundo dónde tan fácil ver nuestros días en blanco y negro, es muy egoísta no compartirlo y que los demás se beneficien de aquello de lo que yo me he beneficiado». explica.

Cuando se le pregunta por qué es tan denostado el género, medita la respuesta: «Yo puedo compartir contigo la experiencia que hace bastantes años que escribí mi primer libro de autoayuda, en ese libro puse a propósito una dirección de correo electrónico para que los lectores pudieran comunicarse conmigo», recuerda. «Hubo una época que recibía decenas de correos diarios haciéndome consultas y dándome todo de agradecimientos. Eso me llevó a llegar a varias conclusiones. La primera que el libro se estaba vendiendo, la segundo que el libro se estaba leyendo y la tercera, y más importante, que el libro se estaba poniendo en práctica. En la multitud de correos electrónicos de agradecimientos que recibía y que, bajo mi percepción, hablaban desde el corazón, no percibía ese desprecio».

«Es muy fácil opinar de aquello que no se conoce», prosigue Cañadas. «Yo era muy contrario a comer pescado crudo, no entraba en mi cabeza, hasta que un día abrí la mente y decidí probar algo de sushi, hoy en día es de las comidas que más placenteras me resultan. Es cuestión de abrir la mente y practicar lo que a otros ya les funciona. Te gustará o no y ahí podrás opinar de los resultados que has encontrado o no en tú vida, pero decir que eso es todo una milonga cuando no has puesto en práctica un solo libro de crecimiento personal, es como decir que el jamón serrano está malísimo, sin haber probado una sola loncha en tu vida. Probablemente es más culto hablar de otro tipo de obras literarias, considerando que se le califique como género literario, ya que puede haber críticos que solo lo consideren un negocio. Pero para mí la opinión de los lectores es muy importante, y se quiera o no, estos libros son literalmente amados por millones de personas».

¿Puede un autor de libros de autoayuda comprobar si «funcionan»? «Obviamente sí, si no hubiera sido una estafa escribir mis libros. De hecho, siempre repito lo mismo, ‘no te creas nada de lo que leas, compruébalo tú mismo’. Lo bueno de llevar a la práctica herramientas positivas que benefician y potencias tus procesos mentales, y por tanto, tus resultados en la vida, es que se mecanizan», comenta. «Cuando aprendimos a conducir nos costaba mucho un simple cambio de marcha o un aparcamiento, cuando llevas varios años de carnet lo haces tan mecánico que ni te das cuenta que lo estás haciendo. Pues con la mente pasa lo mismo, de tanto trabajarla mecanizas los procesos mentales positivos y ya no te das ni cuenta que te estás haciendo un bien con esa forma de mirar y actuar en tu propia vida. No soy partidario de decir lo que cada uno tiene que hacer, estoy más a favor de invitarle a que no se lo crea hasta que lo ponga en práctica».