Mujer fácil busca nuevo diccionario

Palabras. A la RAE se la critica por decir cómo habla la gente, en vez de aleccionar sobre cómo debería hablar. Pero lo cierto es, guste o no, que solo el hablante decide qué se dice y qué se deja de decir. Democracia pura

05 feb 2018 / 17:53 h - Actualizado: 05 feb 2018 / 22:31 h.
"Temas de portada"
  • El diccionario de la Real Academia Española es uno de los libros más polémicos desde que la sociedad busca en él un reflejo prescriptivo de sus creencias, sus ideologías y sus principios y valores.
    El diccionario de la Real Academia Española es uno de los libros más polémicos desde que la sociedad busca en él un reflejo prescriptivo de sus creencias, sus ideologías y sus principios y valores.
  • Mujer fácil busca nuevo diccionario
  • Empresa cárnica sevillana que sigue el rito halal para los sacrificios. / El Correo
    Empresa cárnica sevillana que sigue el rito halal para los sacrificios. / El Correo
  • La posverdad ha alcanzado altas cotas expresivas con el esperpento catalán. / Efe
    La posverdad ha alcanzado altas cotas expresivas con el esperpento catalán. / Efe

¿Se debe censurar la realidad? O mejor dicho: ¿se puede censurar la realidad? Estas son las preguntas que no suelen hacerse quienes critican el diccionario de la Real Academia Española (RAE) por ceñirse a ser reflejo de la sociedad –lo que dice la gente– en lugar de seguir la consigna de lo políticamente correcto –lo que debería decir, según la línea de opinión mayoritaria–. La última gran bronca, hace apenas diez días, nació –dónde, si no– en ese quemadero de la nueva Inquisición que es Twitter, y fue a cuento de una expresión que los académicos no piensan eliminar de momento: mujer fácil. Es el uso, y no la autoridad o los filólogos, lo que determina la vigencia o no de las palabras y de sus acepciones. La Academia se limita a constatar. Es el resultado de tratarse de una lengua viva, como demuestra el hecho de que durante 2017 hubo 3.345 modificaciones del diccionario, entre las palabras recién admitidas, las supresiones y los matices varios. Toda queja es inútil: mientras hombres y mujeres sigan usando la expresión mujer fácil con el repugnante sentido que tiene, esta se mantendrá lozana en el libro de la RAE; y en sentido contrario, por mucho que los nostálgicos se tiren de los pelos, a colgar el teléfono y a llamar al aldabón les queda muy poquito de vida.

Una de las maravillas de la lengua es que no hay nada más democrático que ella. Recuérdese la que se lio aquella vez, a mediados de 2015, en que la RAE recogió almóndiga, vagamundo y murciégalo, entre otras. Ahora, en esas miles de modificaciones más recientes, no hay términos igual de polémicos que aquellos pero sí muchos que tienen asegurada la discordia. Vayan tres por delante: aporofobia (fobia a las personas pobres o desfavorecidas), clicar (en informática, hacer clic en una zona interactiva de la pantalla) y fair play (juego limpio).

Con independencia de las novedades del diccionario, siempre en el ojo del huracán, rara es la persona que no tiene una palabra que defender y otra que no le agrada tanto. Desde el Ateneo de Sevilla, su presidente, Alberto Máximo Pérez Calero, tiene su propio duelo por «una palabra que se está perdiendo: ética», y su protesta por otra que, en este caso, le «disgusta: finde». Aunque peor lo tienen los franceses, que desde hace décadas dicen directamente week end, anglicismo también bastante exitoso por nuestras tierras. Pero no hay que ser ateneísta para opinar sobre el vocabulario: el enfermero, sindicalista y exconcejal sevillano Antonio Rodrigo Torrijos tiene una debilidad: «¡Que tenga usted un buen día!: Creo que esta frase se está perdiendo como consecuencia de la pérdida, a su vez, de la elegancia en el trato entre personas y el profundo egoísmo y prisas que impone la cultura relacional de este tiempo. De otro lado, hay una palabra de reciente uso que me gusta por su contenido integral. Me refiero a interpelar; va mucho más allá de la mera pregunta, es como más social, más de ida y vuelta».

También el gremio periodístico, que tanto palabreo gasta, tiene algo que decir. Desde Granada, la colega Rocío R. Gavira comenta, puestos a elegir, que entre los vocablos aceptados por la RAE (porque inventados suyos podría decir un porrón), le encantan especialmente «patidifusa y guapérrimo». Y añade: «De los años que llevo en Granada hay dos que me gustan: primor y sexitano (el gentilicio de Almuñécar, me resulta gracioso)». Y luego, las expresiones, claro. Casi todas ellas, escuchadas y aprendidas en el ámbito familiar: Quedarse con las patas colgando, vales un potosí, tienes menos vergüenza que un gato en una fonda, caerse los palos del sombrajo, te va a dar el sol, más flojo que el follar de un borrego... No le gusta resiliencia, que es muy pedante, «y sobaco, que suena muy mal». Y desde el mundillo digital e internáutico, el sevillano Pepe Santos, de Blogosur, se lamenta de que se esté perdiendo el miarma, «una palabra tan nuestra», y que se estén imponiendo los anglicismos, caso de OK en vez de vale y de córner en lugar de saque de esquina. «No me gusta que se pierdan nuestras palabras en castellano por sustituirlas por otras en inglés».

La Academia ofrece en su web un sistema de información sobre dudas que también tiene una modalidad para la red social Twitter: la etiqueta #RAEconsultas, que usa tanto para dar respuesta a las preguntas de los usuarios como para anticiparse a estas mediante recordatorios del buen uso del lenguaje a modo de pildorazos. Es precisamente aquí donde el 29 de enero un tuitero escribía lo siguiente (se reproduce tal cual): Hola, @RAEinforma que recojáis como acepción de fácil «Dicho especialmente de una mujer: Que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales» es denunciable? Porque me parece MUY FUERTE. A lo que la Academia respondía esto: Es obligación del diccionario registrar las voces o expresiones que usan o han usado los hablantes y pueden aparecer en textos escritos en español. Los diccionarios son también claves de lectura, necesarios para poder interpretar adecuadamente los textos. A partir de ahí siguió una apasionante discusión entre usuarios de la red. Uno decía: Es triste pero sí. Realmente está cumpliendo su función de diccionario, la culpa es de la gente que acuña ese término. Otro señalaba: Sin embargo es una discusión interesante, que implica también oportunidades positivas para el registro y la interpretación de la lengua! Por otra parte, en ninguna parte dice que ser sexualmente fácil o abierto sea algo malo. Hagamos crecer la lengua juntos! (sic).

Entre las últimas novedades del diccionario que se citaban antes y que se incorporaron el 20 de diciembre pasado destacan algunas palabras, formas complejas y acepciones que unas veces parecen llegar justo a tiempo y otras da la sensación de que vienen con excesiva demora: acoso escolar (en centros de enseñanza, acoso que uno o varios alumnos ejercen sobre otro con el fin de denigrarlo y vejarlo ante los demás); amusia (incapacidad de reconocer o reproducir tonos o ritmos musicales); biocida (que destruye seres vivos); columna vertebral (eje central en torno al que gira algo); deportivamente (con deportividad); halal (dicho de la carne, procedente de un animal sacrificado según los ritos prescritos por el Corán); perro faldero (persona que acompaña a otra de manera asidua y servil); pinqui (prenda femenina que cubre la planta, el talón y los dedos del pie, y que se pone para proteger este del calzado); postureo (actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción); posverdad (distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales); táper (recipiente de plástico con cierre hermético, que se usa para guardar o llevar alimentos)..., en fin, un no parar. Incluso se corrigen las expresiones sexo débil y sexo fuerte para indicar, en el primer caso, que se usa con intención despectiva o discriminatoria; y en el segundo, que se utiliza en sentido irónico.

De acuerdo o no con lo que se dice en él o con cómo y cuándo se dice, el diccionario de la RAE es la referencia por antonomasia en la materia, como demuestra el que durante el año pasado recibiera nada menos que 750 millones de consultas.