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«Ni las empresas, ni la sociedad, ni la Administración tienen sensibilidad con el inventor»

Los inventores todavía no han logrado el hallazgo de algo que los coloque ante la opinión pública como algo más que creativos casuales de andar por casa. Pero están en ello

h - Actualizado: 17 nov 2017 / 07:42 h.
"Inventores andaluces"
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Carla Esteban, desde el Club de Inventores Españoles, es una de esas personas que ayudan a los que ayudan. Es decir, que en España –al menos en España– a quien tiene una gran idea susceptible de beneficiar a la colectividad hay que echarle una mano porque, si no, es muy posible que se hunda con ella, arrastrado por el peso de la genialidad, que siempre ha sido un lastre en las sociedades hormiguero. Puede que la primera gran ocurrencia de los innovadores haya sido una forma de comerse sus descubrimientos con papas. Pero no decaen en su empeño.

—¿Cómo está la situación de los inventores españoles en la actualidad?

—Sigue adoleciendo de los mismos defectos que ha adolecido históricamente, es decir, no hay un estatus de inventor, por aquello de que se les considera creativos casuales, y por lo tanto nunca han estado reconocidos como se merecen, ni siquiera los que han triunfado. Hay que reconocer que es gente importante con un alto sentido de la creatividad y sobre todo un gran talento que permite que vivamos mejor haciéndonos la vida más fácil. La falta de valor que se le da al inventor en aquellas competencias que en definitiva le afectan es una deuda que tiene el Estado, ya sea por parte de la administración central, autonómica, municipal? Llegará un día en que haya buscar un cambio de sentido.

—¿Qué hace falta para incentivar la invención y la innovación?

—Hace falta un marco, como lo hay en el resto de sectores, y que en función de ese marco se regule la actividad. El inventor no tiene nada, es como un verso suelto, y está ahí, sin tener un estatus, sin saber que beneficios tendrá, qué posibilidades tiene para que su invento llegue a realizarse. No hay una línea coherente que le permita que cuando una idea es buena, de alguna manera se le apliquen los recursos necesarios para poderla desarrollar. No pasa lo mismo en otros sectores. Podríamos comparar los inventos con las películas, y a los cineastas con los inventores. En el cine no importa que la película sea buena o mala, ya dispone de ayudas nada más comenzar el rodaje. Es muy similar a lo que pasa con los inventos: en un comienzo no se sabe si van a funcionar o no, pero al no recibir ayudas muchos inventos no llegan a tener la posibilidad de obtener esa respuesta, en cambio muchas películas que han sido subvencionadas, ni siquiera llegan a exponerse o proyectarse y no pasa nada. Los inventores tienen algunas ayudas reguladas para la innovación, pero son ayudas que no se ajustan al perfil de los inventores, que son economías mucho más modestas, hablamos de personas individuales que no tienen la infraestructura que puede tener una empresa que, ya por sí misma, puede encontrar los canales de salida apropiados para esas innovaciones.

Por otro lado, hay que destacar dos puntos por parte de las empresas en España en lo que se refiere a la recepción o acogida de inventos. Por un lado, la sensibilidad que tienen, mucho menor de la que podemos encontrar en otros países como Alemania, y por otro lado, la constancia en lo que se refiere a las posibilidades que tienen los inventores de presentar a las empresas sus innovaciones. Sobre todo teniendo en cuenta lo importante que es para las empresas disponer de una fuente constante de nuevos productos que les permita competir en el mercado actual. Ni las administraciones, ni la sociedad, ni muchas empresas, tienen sensibilidad con el inventor, al contrario. Siempre ha sido un hándicap para el inventor ser considerado como un creativo de baja calidad, como si se tratara siempre de los inventos del tebeo. Sin embargo hay muchos proyectos que tienen un grado alto de desarrollo y que han supuesto un gran avance para la sociedad y para el mundo, contribuyendo a dar riqueza al país donde se han creado. El propio registro de la propiedad industrial avala que de todas las innovaciones que se presentan casi la mitad pertenecen a inventores particulares, por lo que su implicación con la innovación está por encima de las empresas y de las universidades. No habría que salir al extranjero en busca de aliados, podríamos tener muchos muy buenos en nuestro país si se le diera al inventor el valor que se merece.

—¿Cuáles son las principales trabas con las que se encuentra el inventor?

—Las trabas son muchas. En gran parte se debe a que la mayoría de los inventores son casuales, se cruzan un problema y se les ocurre una solución, pero no tienen un conocimiento del funcionamiento de la propiedad industrial. La primera dificultad empieza por ahí, el propio marco legislativo de la propiedad industrial, totalmente desconocido para la mayoría de los inventores, que no saben los beneficios y prejuicios que conlleva introducirse en el sector de la innovación.

La segunda dificultad es el conocimiento técnico. Como particular, un inventor puede tener una idea que nada tenga que ver con el oficio que él desarrolla en su vida profesional, con su ocupación o actividad diaria, por lo que a nivel técnico desconoce las necesidades o posibilidades que puede tener su invento en un determinado campo de aplicación. Tampoco conoce las novedades de ese sector, por lo que no sabe si su línea de trabajo es la adecuada.

Un inventor lo que hace es tener una idea que él considera genial y a partir de ahí intenta materializarla, sin saber si existe, si no existe, si tiene posibilidades comerciales, o si se puede desarrollar técnicamente. Para desarrollar todos esos puntos, o se tiene que buscar la vida solo, o tiene que contactar con una empresa especializada o asociación como la nuestra, que le ayude a orientar el proyecto, sobre todo para que no pierda el tiempo y el dinero, dos factores muy importantes para el inventor, que tiene una economía bastante ajustada.

Otro de los inconvenientes que tienen los inventores es que, cuando tienen su idea protegida, es imperativo legal que en menos de un determinado tiempo la desarrollen, por lo que el tiempo juega en su contra, y si no lo consiguen, terceros pueden adquirir el derecho de solicitar una licencia obligatoria sobre la innovación. Los que no la tienen protegida, se encuentran con la posibilidad de que terceros se puedan apropiar directamente de esa idea, sin ni siquiera tener que dar explicaciones. Así que puestos a arriesgarse, al menos es mejor protegerla.

A partir de ese punto, es cuando se ha constatado que la innovación es buen objeto de negocio que empieza el gran calvario para el inventor. Siendo una idea viable y rentable, se encuentra que no es capaz de reunir todos los elementos necesarios para materializarla. Es la parte más ingrata, porque el inventor al fin y al cabo inventa con un objetivo primordial, poder ofrecer al mundo una buena idea que aporte un valor añadido. Luego, como es lógico, quiere obtener una recompensa económica por esa aportación que sin él habría sido imposible. Nosotros, como equipo adherido al inventor, intentamos aunar en un solo lugar todas aquellas respuestas que el inventor necesita para poder afrontar todas las trabas y dudas con las que seguro se va a ir encontrando a lo largo del camino, tanto a nivel técnico como anímico. Sacar una idea adelante muchas veces puede ser agotador, y puede significar confrontaciones entre la propia familia del inventor, por la cantidad de tiempo o de dinero que puede exigir el desarrollo del invento. Por eso, no solo somos una asociación con 31 años de experiencia, ni ayudamos solo en la parte técnica y legal; también somos un compañero de viaje para el inventor, un equipo que le entiende y que lucha con él por conseguir el éxito, una gran familia de inventores.

—¿Cómo puede evitar un invento que una gran empresa le copie su idea?

—Ese riesgo siempre está ahí, y sin duda, es uno de los grandes temores del inventor. La principal desventaja de un inventor es que a pesar de tener una buena idea no tiene la capacidad de mercado que puede tener una empresa, que ya dispone de unos canales de distribución y de venta establecidos. Si muchos inventores tuvieran al alcance esas herramientas posiblemente ni protegerían sus ideas, porque para la mayoría lo más importante y el mayor reconocimiento es conseguir que su invento se venda y lo conozca la sociedad. Como no es así, no tienen otra opción que invertir al menos en la protección de su idea.

Desde mi punto de vista lo primordial es contar con un equipo profesional que te acompañe desde el principio.

—Un consejo para los inventores.

—Siempre que viene o llama un nuevo inventor al club le digo lo mismo: su invento es una nueva posibilidad de negocio, y la asociación se creó para ayudar en todo lo que podamos a que ese fin se consiga, pero debe ser el propio inventor el primero en luchar por su idea. Un inventor no debe preocuparse de que una empresa le copie, sino querer que todas las empresas le quieran copiar. Eso querrá decir que su invento es realmente bueno. No se trata solo de tener una buena idea, sino de la constancia del inventor para llevarla a cabo. Muchos inventores creen que con la ocurrencia es suficiente, pero sin esfuerzo, es imposible llegar al mercado y conseguir el éxito.