Peligro: zona de escalones, bordillos y rampas empinadas

Puntos negros. El 80% de las calles no están adaptadas para personas con problemas de movilidad. Entidades de afectados avisan además de «olvidos» en nuevos edificios

Manuel J. Fernández M_J_Fernandez /
22 oct 2017 / 20:23 h - Actualizado: 23 oct 2017 / 16:09 h.
"Urbanismo","Discapacidad","Sevilla, lejos de la accesibilidad"
  • Una joven baja los peldaños que delimitan el perímetro de la plaza del Duque, en pleno centro de la ciudad. / Fotos: Jesús Barrera
    Una joven baja los peldaños que delimitan el perímetro de la plaza del Duque, en pleno centro de la ciudad. / Fotos: Jesús Barrera
  • Muchos templos sevillanos presentan también obstáculos para las personas con movilidad reducida.
    Muchos templos sevillanos presentan también obstáculos para las personas con movilidad reducida.
  • Los colectivos de afectados alertan de que no siempre las rampas cumplen con la inclinación homologada.
    Los colectivos de afectados alertan de que no siempre las rampas cumplen con la inclinación homologada.
  • Escaleras y pendientes inclinadas en la zona del Muelle de la Sal y el paseo del río.
    Escaleras y pendientes inclinadas en la zona del Muelle de la Sal y el paseo del río.
  • Peligro: zona de escalones, bordillos y rampas empinadas

Luis lleva cinco años en silla de ruedas. Pese a los esfuerzos por superar las secuelas del accidente de tráfico que le cambió la vida, este joven de 22 años reconoce que el día a día se le hace «muy cuesta arriba». No tanto por el estado emocional –«si se quiere se puede», es su lema vital–, sino por los escalones con lo que se topa a cada paso que da. Desde que por la mañana va a estudiar a la universidad hasta cuando trata de rellenar un papel o realizar una consulta en un edificio público, pasando por cuando trata de divertirse con sus amigos en algún local de copa. «Me siento discriminado. Todos son barreras y problemas. Hay que entrar por una zona lateral o trasera, no se llega a la botonería del ascensor; y finalmente, cuando se llega al mostrador, es imposible entablar una conversación a través de la ventanilla que está a una altura considerable. Es una odisea». Su testimonio es solo un ejemplo de «la carrera de obstáculos» que aún tiene el colectivo de personas con problemas de movilidad en determinados espacios e inmuebles de la ciudad.

«Desgraciadamente lo estético prima más sobre la accesibilidad y la usabilidad, hasta el punto de que, por desgracia, una maceta siempre va a ganar a una rampa». Lo afirma Joshua, vecino de Alcalá de Guadaíra al que una enfermedad rara (síndrome de Klippel-Trénaunay, una malformación arteriovenosa) le obliga desde 2007 a caminar ayudado por dos muletas e irremediable tiene asumido que pronto tendrá que ir en silla de ruedas. Lamenta que «es muy raro encontrar locales públicos o de ocio realmente adaptados», pues insiste en que «poner una rampa o una pegatina con el símbolo internacional de accesibilidad» no siempre es garantía de que no hay problemas para personas de movilidad reducida.

Los afectados reconocen los esfuerzos que se han hecho en los últimos años para eliminar barreras arquitectónicas en Sevilla por parte de las administraciones aunque avisan de que aún queda mucho por hacer. Técnicos y estudiosos en el tema aseguran que «el 80% de las calles del centro no están debidamente adaptadas y, en su mayoría, cuentan con un acerado que no guarda la anchura mínima, tanto para personas en silla de ruedas como para padres con carritos de bebé, o mayores con muletas y andadores».

No obstante, advierten de las bondades que han traído a la ciudad las recientes peatonalizaciones, entre las que enumeran la Avenida de la Constitución, la Alameda de Hércules, San Jacinto, Asunción o el nuevo paseo del Muelle de las Delicias. «Puede que estéticamente gusten más o menos, pero al menos ahora son zonas accesibles», subrayan expertos que han realizado exhaustivos estudios sobre el terreno localizando cada una de las zonas más conflictivas en el actual mapa sevillano.

Entre los puntos negros de la accesibilidad citan algunos ejemplos de espacios públicos, como las plazas del Museo o del Duque de la Victoria, donde no se cumplen las condiciones mínimas para facilitar la entrada de personas con discapacidad física sin requerir de la estimable ayuda de otros. «No hay rebajes. Están llenas de escalones y barreras». Una situación que lamentablemente se repite en Torneo, donde «es imposible pasear» y, más aún, hacerlo sobre una silla de ruedas o con problemas de visión. «La mayoría no tiene rampas y las que hay cuentan con una pendiente muy pronunciada, por lo que es imposible bajar o subir sin acabar dándose de bruces con el suelo». En este sentido, Joshua recuerda que la normativa aconseja que las rampas no superen el 7% de inclinación, así que para un metro de altura serían necesario siete metros de rampa. «Es cierto que ocupa mucho espacio pero es una cuestión que es solventable hoy en día». En la calle Baños, una de las principales entradas al centro desde Torneo, tampoco se dan las condiciones óptimas para que puedan pasar, no ya personas de movilidad reducida, «sino unos padres con sus hijos en carrito, o la vecina mayor con el carro de la compra». Aquí, subrayan, «ninguna de las dos aceras están correctamente adaptadas», por lo que suponen «un riesgo potencial» para el transeúnte.

Joshua pone también la lupa en el apeadero del tranvía en el Archivo de Indias. «Vale sí, tiene una pequeña rampa, pero no está debidamente señalizada y eso es bastante peligroso. No existe accesibilidad cognitiva, el perímetro no está bien marcado y tampoco se cumple la demarcación sensitiva en la solería». De igual manera, los afectados siguen reclamando rebajes en los bordillos de las calles, especialmente en los barrios, donde «aún hay vecinos que tienen problemas para ir a la consulta del médico o hacer la compra en el mercado».

Las asociaciones de ayuda a la discapacidad avisan de que lo peor de todo son «los olvidos» en las nuevas construcciones. En este apartado, destacan el caso del recién inaugurado Caixafórum. «No es un edificio accesible. Las personas con discapacidad física tienen que entrar por otro lado. Los botones del ascensor y los pomos de las puertas no están adaptados. Tienen aseos discriminatorios. ¿Por qué si hay aseos de chicas y de chicos, un chico con discapacidad tiene que entrar en el de chicas?».

Luis, por su parte, explica que necesita que le echen una mano cada vez que va a la biblioteca Felipe González, porque «los recorridos no están señalizados» y «no hay rampas de acceso como corresponden». A la hora de realizar una consulta en ventanilla la cosa tampoco mejora. «El acceso a la delegación de Asuntos Sociales, en la avenida de Luis Montoto, es caótico. Hay que discurrir sorteando con la silla de ruedas la escasa distancia que hay entre mesa y mesa».

La accesibilidad también es altamente mejorable en las iglesias sevillanas. Incluida la Catedral, donde «en todas sus puertas hay peldaños», con los consiguientes obstáculos para este colectivo. Otro de los templos más visitados, el del Divino Salvador, presenta una gran escalinata en su portada principal. La alternativa es por el patio de los Naranjos, «donde también hay peldaños».

Todos los colectivos de afectados coinciden en que hay que seguir trabajando y, sobre todo, «suprimir las barreras desde la fase del proyecto, porque luego las ayudas técnicas, como la plataforma-escalera no dejan de ser un parche. Si tenemos que usarla, ¿cómo se hace para evacuar a un gran número de personas?»