Sevilla FC: una temporada de la que urge aprender

Dos técnicos y un director deportivo destituidos, alegrías y fiascos sobre el césped, movimientos accionariales en la sombra, Fiscalía... El Sevilla despide el curso con las líneas maestras difuminadas

22 may 2018 / 08:00 h - Actualizado: 22 may 2018 / 21:32 h.
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  • José Castro, con Óscar Arias en una rueda de prensa. El club destituyó al director deportivo y a dos entrenadores. / Jesús Barrera
    José Castro, con Óscar Arias en una rueda de prensa. El club destituyó al director deportivo y a dos entrenadores. / Jesús Barrera

La temporada 2017-18 ya es historia y para el Sevilla debe suponer un punto de inflexión entre su pasado reciente, plagado de éxitos a todos los niveles, y el futuro inmediato, inquietante a tenor de lo visto durante esta campaña que no ha dejado indiferente absolutamente a nadie. El análisis, además, no puede ceñirse al plano meramente deportivo. Son muchas las parcelas que necesitan, y con urgencia, una reconsideración y la puesta en práctica de decisiones acertadas para regresar a la senda que en su día condujo a la entidad de Nervión a sus cotas más altas.

Era de esperar que el primer año sin Monchi, una figura clave en la historia del club, sería difícil, pero quizá no tanto como lo ha sido. Su sucesor, Óscar Arias, ni siquiera ha terminado la temporada al frente de la dirección deportiva, cuestionada siempre por una planificación plagada de incongruencias con el beneplácito de la entidad, con José Castro, su presidente, a la cabeza.

El propio Castro decidió enviar a la hoguera al onubense tras la final de la Copa del Rey, donde el equipo dio una de las peores imágenes que se recuerdan en años. Para entonces ya había hecho las maletas Eduardo Berizzo, el técnico elegido para llevar las riendas del proyecto más ambicioso en cuanto a desembolso económico de la historia del club. El argentino fue destituido en el mes de diciembre y su puesto fue ocupado por Vincenzo Montella, la segunda apuesta de Arias y su grupo de colaboradores –remodelado por él mismo– para el banquillo.

Montella lo hizo muy bien en las eliminatorias, no así en la Liga, donde el equipo se descolgó muy pronto de la lucha por los cuatro primeros puestos.

En la Copa del Rey, el Sevilla logró un sobresaliente y sólo su pésimo papel en la finalísima le privó de la matrícula de honor que le hubiera dado el título.

También podría considerarse brillante su nota en la Liga de Campeones, con esa presencia histórica en los cuartos de final, para alegría de una afición volcada con los suyos.

Por el contrario, el desempeño en la Liga ha sido decepcionante. Sin dejar de valorar la clasificación para la Europa League, en el aire hasta la penúltima jornada, el Sevilla había obtenido el estatus de club Champions y no podía dejarlo escapar bajo ningún concepto, pero la gestión de plantel y el nivel de algunos de los integrantes del mismo han pasado una cara factura, provocando un paso atrás a nivel deportivo y económico.

Los rescoldos dejados por la goleada en el Metropolitano llevaron al club no sólo a destituir a Arias sino, días más tarde, a poner fin a la era Montella. Joaquín Caparrós, todo un nombre propio en el Sevilla, fue el elegido para reconducir la situación junto a ilustres como Antonio Álvarez, Paco Gallardo o Carlos Marchena. Su buen hacer permitió al equipo clasificarse para la Europa League sumando 10 puntos de 12 posibles, uno de ellos frente al Betis, contra el que los nervionenses habían caído por 3-5 en el Sánchez-Pizjuán en la primera vuelta.

MUCHO MÁS ALLÁ. Mientras todo eso ocurría, el Sevilla también ha asistido a una serie de hechos que generaron más inquietud si cabe: la investigación abierta por la Fiscalía ante las presuntas irregularidades del presidente Castro al frente del club –la Fiscalía anunció días atrás que pedirá el sobreseimiento de la causa–; los continuos movimientos accionariales en la sombra que han devuelto a la actualidad a José María del Nido, a quien también abrió –y cerró luego– una investigación la Fiscalía por el uso de una cuenta del club a raíz de un escrito de Castro; las noticias sobre los coqueteos con inversores extranjeros dispuestos a comprar el club...

La sucesión de acontecimientos ha convertido la 2017-18 en una temporada extenuante, sin respiro casi para el aficionado sevillista, cuyo apoyo contra viento y marea ha vuelto a ser clave para sostener al club. Eso sí: siendo crítico cuando hubo que serlo, como, por ejemplo, en el Wanda Metropolitano, donde la pitada al equipo y los gritos contra el presidente recordaron el nivel de exigencia que existe y la necesidad de que quienes dirigen el club y se enfundan la camiseta estén a la altura de las circunstancias.

Ahora llega el momento de tomar decisiones clave para el futuro de la entidad: nombramiento de un director deportivo, elección del nuevo entrenador, rediseño del plantel con jugadores con un gran cartel en el mercado (Lenglet, Nzonzi) frente a los que hay que aguantar el pulso con la lección que dejó la presurosa y mala gestión del caso Vitolo...

Los asuntos que hay sobre la mesa son numerosos y el tiempo apremia por la necesidad de tener un equipo competitivo en el mes de julio, mes en el que arrancará la Europa League para los nervionenses.

¿Serán capaces los rectores del Sevilla de recuperar ese estatus Champions la próxima temporada? Clasificarse para la máxima competición continental será el reto de un proyecto que deberá demostrar con hechos que la recién finalizada campaña 2017-18 ha dejado enseñanzas a todos. Si no es así, tocará dejar paso a otros que aporten nuevas ideas y capacitación porque si algo ha demostrado el sevillismo es no conformarse.