Si los monjes cartujos levantasen la cabeza...

Escenario para conciertos. El_Monasterio de Santa María de las Cuevas, sede del CAAC, se ha consagrado como un lugar de referencia en el que todos los artistas y programadores quieren tener su propio espacio

29 ago 2017 / 21:41 h - Actualizado: 30 ago 2017 / 09:51 h.
"Cultura","Conciertos","La Cartuja rompe su silencio"
  • Miles de personas acudieron a la segunda edición del Festival Interestelar, que se celebró en el Monasterio de Santa María de las Cuevas los pasados 17 y 28 de mayo. / Festival Interestelar
    Miles de personas acudieron a la segunda edición del Festival Interestelar, que se celebró en el Monasterio de Santa María de las Cuevas los pasados 17 y 28 de mayo. / Festival Interestelar
  • Si los monjes cartujos levantasen la cabeza...
  • La cantante Bebe, en los jardines del CAAC el 27 de julio. / El Correo
    La cantante Bebe, en los jardines del CAAC el 27 de julio. / El Correo

La historia del Monasterio de Santa María de las Cuevas está indefectiblemente relacionada con el silencio. Antes de su construcción, los almohades instalaron en estos terrenos, allá en el siglo XII, grandes hornos alfareros de cocción. Tras el hallazgo de una virgen en una cueva, hacia 1400 la Orden Franciscana se establecería aquí levantando el templo que hoy domina la Isla de la Cartuja. Ya en nuestro tiempo, con los fastos de la Expo’92 el desacralizado Monasterio se transformó en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). Y hoy, en 2017, además de ser un espacio museístico de capital importancia en Andalucía; las estancias y los jardines que un día fueron transitados por monjes, los rincones que visitó el mismísimo Cristóbal Colón y la fábrica de loza que un día también fue, se yerguen reconvertidos en un gran escenario de conciertos pop-rock; un maridaje arquitectónico sonoro que no tiene parangón.

Durante la primera dirección del Centro por parte de José Antonio Chacón, las exposiciones que en él se llevaban a cabo se ponían en estricta relación con algunos modestos pero fundamentales conciertos consagrados a la música de vanguardia. Un tiempo aquel que se fracturó con la llegada de José Lebrero; en la que comenzaron los recortes y, a nivel musical, solo el ciclo de pop-rock Nocturama llenaba los veranos. Desde hace unos años, con Juan Antonio Álvarez Reyes al frente, y con una rotunda crisis impidiendo alumbrar grandes ingenios, el CAAC ha ido ensanchando cada vez más sus puertas. «Tenemos una línea principal de actuación que es el arte contemporáneo; junto a ella, la música es nuestro segundo eje mediante los conciertos. El criterio es priorizar la música independiente, pero también el flamenco, el jazz y las músicas del mundo. Nuestra programación busca mirarse en el espejo de Radio 3. Estamos empezando a potenciar la música electrónica y tenemos que conseguir programar de manera estable música contemporánea, aunque esto último nos está llevando más tiempo del deseable», reflexiona el responsable del Centro.

Es cierto que este no es el primer museo de arte contemporáneo que se abre a manifestaciones sonoras más o menos actuales y más o menos populares. La Casa Encendida y Matadero (Madrid) y LABoral (Gijón) también lo hacen. Como lo hará, en el inmediato futuro, el nuevo espacio cordobés C3A, cuya dirección artística quiere potenciar la música. Sin embargo, ninguno de los espacios citados se encuentra radicado en un edificio centenario en el que un día primó el recogimiento y la oración. Nunca llueve sin embargo a gusto de todos, hay quienes como Javier López, promotor él mismo de conciertos, que considera que «el CAAC debería explotar aun más el filón proponiendo actividad musical durante todo el año, no solo en los meses de sol». O la otra cara de la moneda, expresada por el pintor sevillano Gerardo Delgado, que actualmente mantiene en el espacio su exposición Aprender de todas las cosas. «No tengo nada en contra de que en el exterior se dé la música que sea, pero un sitio como este debería poder también programar música de vanguardia, del mismo nivel de exigencia que las muestras pictóricas que plantea», sostiene. Su crítica es compartida por quienes consideran que no es este el tipo de música que debería acoger por sistema el espacio museístico.

En todo caso, el CAAC no es solo ya ese lugar en el que una vez al año se presenta Territorios –un festival literalmente quebrado en 2016– y que en verano se abría tímidamente a los conciertos indies de Nocturama. El pasado mes de mayo el mastodonte Festival Interestelar se desplegó en la pradera a los pies del Monasterio. El cartel estuvo formado por 57 grupos que actuaron en cuatro escenarios. En total, más de 20.000 personas pasaron por el que, con solo dos ediciones a sus espaldas, ya se ha convertido en el evento de mayores dimensiones que se lleva a cabo en el Monasterio de la Cartuja. «Es lógico que este lugar, de enorme valor patrimonial, no esté dispuesto a acoger conciertos masivos de estrellas que, por otra parte, harán siempre más taquilla en el Auditorio Rocío Jurado o en el Estadio Olímpico, el CAAC debe permanecer como un lugar que privilegie lo indie, lo independiente; que concite a un público que también pueda sentirse apelado por la oferta expositiva que hay tras los muros; creándose así un trasvase de espectadores», comenta Julián Mínguez, productor musical. En ese mismo sentido, el director del CAAC, Álvarez Reyes confirma cómo la actividad musical «ha contribuido a cambiar la percepción de que estábamos lejos del centro, cuando en realidad nos encontramos a un corto paseo andando o en bicicleta», dice.

Además, lejos de ser un mero contenedor de conciertos, el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo está muy pendiente de seleccionar y dar el visto bueno a las propuestas que reciben. «No alquilamos los espacios ; nuestra idea desde hace más de 15 años es colaborar con productoras, grupos y organizaciones para conseguir poner en pie los ciclos y los festivales que encajan dentro de nuestra línea. Tenemos una idea clara de lo que queremos y procuramos llevarla a cabo», defiende el responsable. «La relación de la música y el arte contemporáneo es muy fluida e intensa. Ambas manifestaciones culturales se nutren. Hace pocos años organizamos un ciclo de exposiciones dedicado a la música como fuerza social transformadora. Es decir, el beneficio cultural que se produce es muy amplio. Además, estamos ofertando a la ciudad y más allá una programación musical muy amplia, lo que también repercute en la proyección cultural de esta y de sus ciudadanos», refuerza Juan Antonio Álvarez Reyes. Teniendo en cuenta que, del alrededor de tres millones de euros que recibe el CAAC, poco más de 200.000 euros va a parar –una vez pagados todos los gastos internos– a la programación; que el Monasterio de Santa María de las Cuevas sea hoy un referente pictórico y musical tiene visos de proeza, gracias a los equilibrismos presupuestarios y programativos. «Impulsar nosotros mismos cualquier actividad que no sea expositiva está fuera del alcance; aunque entendemos lo que se realiza actualmente como propio, si bien existen distintos grados de mayor o menor proximidad con respecto a según qué actividad musical», concluye.

Flamenkeando es uno de los ciclos, promovido este por la Bienal de Flamenco, que ha echado raíces en el CAAC; intentando inocular el virus de lo jondo en el público más rockero que visita el Monasterio. Organizado por Green Ufos, el Spring Music Days es otro clásico cuando el tiempo vira hacia los meses más calurosos; como también es una cita infaltable el singular Festival Día de la Marmota, a mitad de camino entre el solsticio de invierno y el equinoccio de verano. Electronic Lunch es otra de las propuestas de ocio diurno y al aire libre en la que se combina música electrónica, gastronomía, arte y tecnología. Pop Caac, Música por juguetes y el Festival Radiópolis son otras citas que se van consolidando en el calendario. Además, a título individual en los últimos meses se han programado conciertos de artistas como la Orquesta Sinfónica de Triana, Leiva, Iván Ferreiro, El Kanka, Gwendal, Bebe y Chambao, entre otros. Además de los venideros festivales Soulville y Caravan Sur, el próximo 14 de septiembre, y en el marco de su gira Nocturnal, el dúo zaragozano Amaral también ha elegido el Monasterio de Santa María de las Cuevas para continuar perturbando el eterno sueño de los monjes cartujanos que una vez vivieron aquí.