Solo unos días sin ellos

Los hogares particulares y los cuidadores son las alternativas más solicitadas para dejar a nuestras mascotas en vacaciones. Sin embargo, cada vez más hoteles las admiten

08 jul 2018 / 07:04 h - Actualizado: 08 jul 2018 / 08:51 h.
"Maltrato animal","Animales","¿Qué hacemos con las mascotas?"
  • Cada vez surgen más alternativas viables para que podamos irnos unos días de vacaciones con la conciencia tranquila de que nuestras mascotas se quedan en muy buenas manos. / El Correo
    Cada vez surgen más alternativas viables para que podamos irnos unos días de vacaciones con la conciencia tranquila de que nuestras mascotas se quedan en muy buenas manos. / El Correo

La cifra es escalofriante. En 2017 140.000 mascotas fueron abandonadas en España. O, visto de otra manera, diariamente cuando salimos a la calle convivimos con más de 140.000 personas dispuestas a dejar en una curva a su mejor amigo. Nos cruzamos con ellas a diario, puede que incluso sean nuestros vecinos. Y no daríamos crédito de saber lo que serían capaz de hacer en caso de querer deshacerse de su compañero de cuatro patas. En algunas ocasiones las comparaciones sí que son necesarias, y hasta clarificadoras. En Holanda, en 2017, la cifra de abandonos no superó los 340; y en Dinamarca, el registro de perros y gatos en situación de desamparo forzado apenas alcanzó el centenar. 140.000 es nuestra cifra.

No parece lógico pensar que quien está dispuesto a deshacerse de este modo de su animal esté muy interesado en buscar un lugar apropiado y confortable en el que su mascota pueda residir durante los días en que se marcha de vacaciones porque no puede llevársela consigo. «A la inmensa mayoría de quienes contratan servicios de residencia o similares para su mascota durante un viaje no se les ha pasado ni remotamente por la cabeza abandonar a su compañero peludo», dice el veterinario Juan Sacristán. O dicho de otra manera, contra el abandono solo caben didáctica y, sobre todo, multas.

Hubo una década, la de los 90, en la que nuestro país comenzó a llenarse de residencias, unas más modestas, otras casi auténticos hoteles perrunos y gatunos. Hoy algunos de estos establecimientos (los mejores de su categoría) continúan; sin embargo la competencia es cada vez mayor. «Internet ha inspirado nuevos modelo de negocio favoreciendo la aparición de plataformas que, a semejanza de Airbnb, permiten que nos vayamos dejando a nuestras mascotas en manos de hogares, de familias, que adoran a los animales y les van a dar un trato mucho más personal», explica Sacristán. Un tipo de alojamiento que, a medio plazo, favorecerá que se creen vínculos con el animal. «La primera vez que lo dejemos nos extrañará, por supuesto; pero en sucesivas ocasiones nuestra mascota irá viendo a estas personas como conocidas y se irá sintiendo progresivamente bien en nuestra ausencia, se creará un lazo con ellas», añade. Gudog, Holidog, Petandnet... los portales que verifican los anuncios de quienes se ofrecen como voluntarios remunerados para cuidar mascotas no dejan de multiplicarse. «Y, en ellos, al igual que cuando vamos a alojarnos en la casa de alguien, o de la misma forma que elegimos un hotel, el mismo consejo; escoger siempre a quien tenga mejores referencias», dice Sacristán.

De alguna forma, la economía colaborativa también ha llegado al mundo de las mascotas. Una de las plataformas pioneras, que surgió en Estados Unidos, DogVacay, facturó el año pasado más de 70 millones de dólares con la única tarea de conectar a dueños de mascotas y a personas dispuestas a atenderlas en sus necesidades cuando los primeros han de ausentarse. Su base de datos supera los 30.000 canguros disponibles en USA, un duro revés que ha llevado a que muchas residencias a la vieja usanza cierren sus puertas en aquel país.

En Sevilla la situación no ha sido, por ahora, tan drástica. Y unos modelos y otros de negocio y alojamiento conviven con sus más y sus menos. Sin embargo, las residencias han tenido que reinventarse ofreciendo nuevos servicios. «Todo empezó con los paseadores de perros, una forma modesta de que muchos jóvenes obtuvieran algunos recursos económicos que, a partir de 2010, comenzó a hacerse habitual primero en las grandes ciudades. Luego muchos de los dueños que confiaban el paseo de sus mascotas a estas personas comenzaron a preguntarles si podrían hacerse cargo de ellas durante algunos días, una escapada de fin de semana, unas vacaciones...», detalla Jaime Mora, de la plataforma DogVille. «Hay muchas veces que no podemos llevar a nuestros perros a viajes o planes y nos surge la duda de qué hacer con ellos. Siempre han existido residencias, pero al final lo que buscamos es un sitio más familiar, personalizado y tranquilo, un lugar donde se sientan como en casa», sostiene Dado Díez, CEO y cofundador de Snau.

La plataforma española GuDog nació hace seis años en Madrid y ya está implantada en países como Francia, Alemania y Reino Unido. Su creadora, un poco por azar, fue Loli Garrido, que la lanzó a partir de una pésima experiencia en una residencia canina. «Tenían a los perros en jaulas y les daban paseos muy cortos, como si estuvieran esclavizados. Me puse a buscar entonces la siguiente vez a alguien de confianza que cuidara de mi mascota, un lugar donde se sintiera como en casa», cuenta. Y de ahí al estrellato empresarial o, como mínimo, a gestionar una plataforma que funciona como un ejemplar Airbnb canino y felino. Los jóvenes tienen hijos a una edad más avanzada y ya hay más perros que niños en Estados Unidos. Por tanto, la industria de las mascotas mueve miles de millones de euros al año en los conceptos más variopintos. Gudog afirma hacer un control pormenorizado de los cuidadores que se ofrecen en su plataforma, que deben «estar acostumbrados a tratar con perros». Y lo normal es que, antes de confiar a nuestro mejor amigo, tengamos una entrevista personal con el cuidador ocasional para saber dónde y con quien va a vivir.

«Hay un seguro que cubre esta relación, que es el que ofrece cada plataforma. Y, personalmente, me quedo mucho más conforme de dejar a Spritz [un mestizo de caniche] con Elena, en su apartamento, que marcharme dejándole en una jaula, por mucho aire acondicionado que tenga», razona Sofía, sevillana que estas próximas vacaciones volverá a confiar en su cuidadora de cabecera para que atienda a Spritz durante los quince días que ella marchará de viaje. «Y, sí, podría llevármelo, pero él ya conoce a Elena y es demasiado mayor para el trajín que supone un viaje largo en coche», añade después.

No obstante todavía hay quien prefiere seguir optando por las residencias. Las de hoy poco o nada tienen que ver con las que surgieron hace bastantes años. «Me da más confianza dejar a mis perros en Oasis [una de las más importantes de Sevilla] porque los cuidadores tratan excepcionalmente bien a los animales, y estos tienen todas las atenciones que necesitan. Me da mucha más confianza confiarles mis animales a unos profesionales que no a una familia, por muy buena gente que parezcan ser, pueden descuidarlos, escapárseles sin querer...», aduce Manuela, cliente habitual de esta residencia en la autovía de Córdoba, pocos kilómetros más allá del Aeropuerto de San Pablo.

Opciones hay múltiples. Porque también son cada vez más los hoteles que permiten que nos llevemos a nuestras mascotas de vacaciones. Porque los empresarios son conscientes de que la sensibilidad con ellas redundará en una mayor cuota de negocio para ellos. El Registro Central de Animales de Compañía contabilizó 41.877 altas en 2017 en la provincia de Sevilla. A fecha del pasado 31 de diciembre el número mágico era el de 539.790 animales de compañía empadronados en territorio hispalense. Este (solo aparente) amor a los animales que parecemos profesarles no se acompaña sin embargo, y como hemos visto al principio, del debido respeto al adecuado mantenimiento de su calidad de vida durante todo el tiempo que nos acompañan, una media de entre 12 y 16 años que varía en función de la especie (siempre que hablemos de perros y gatos) y de las características de cada uno de ellos.

Algunas opciones

Oasis, un hotel para perros y gatos

A vista de pájaro, la Residencia Oasis parece un hotel de vacaciones ideal. Sin embargo, solo admiten a clientes de cuatro patas. Con dos áreas diferenciadas (perros y gatos), las estancias tienen aire acondicionado y calefacción, además de disponer de amplias zonas verdes, varios paseos diarios y hasta piscinas a escala animal. Precios, entre nueve y 14 euros al día. http://www.residenciaoasis.com.

GuDog, el Airbnb para nuestras mascotas

Posiblemente sea esta, GuDog.com, una de las plataformas con mayor implantación en Sevilla. Los dueños de casas se ofrecen a cuidar de tu perro por horas o durante días. El precio oscila entre 6 y 10 euros por día más una comisión del 19% que se lleva la página por poner en contacto a los interesados con los ofertantes.

Hotel canino solidario en la Fundación BM

Habitaciones con hilo musical, atención veterinaria diaria, paseos a cargo de personal del centro. Así es como se vende el Hotel Canino de la Fundación Benjamin Mehnert, en la autovía de Utrera. Además, alojando aquí a nuestras mascotas ayudamos económicamente al refugio para perros y gatos sin hogar que mantiene el centro. http://fundacionbm.com/

El Galgo Alado, una casa en plena ciudad

En la calle Juan Antonio Cavestany, 13; esta boutique que provee comida orgánica, mullidos cestos para el sueño de nuestros amigos y donde nos los bañan y los peinan, también ofrece un servicio de unidad de día para que los podamos dejar en sus instalaciones durante la mañana y la tarde. Además, sus responsables también prestan un servicio particular de residencia. Elgalgoalado.es.

El Perro Feliz, lo más parecido a un club

Con presentaciones en YouTube de los cuidadores, así es como se hace un hueco entre la competencia el portal https://elperrofeliz.com que funciona mediante el abono de una cuota (alrededor de 19 euros) que permite el acceso a las distintas posibilidades de alojamiento, paseos y manutención que ofrecen las personas (verificadas) que ofrecen sus hogares en esta innovadora plataforma con cada vez más implantación.