Un día para la historia

Rocío de Sevilla. La filial número 29 emprende rumbo a la aldea del Rocío en compañía de su ahijada de El Viso del Alcor, cuya carreta despertó grandes elogios en su debut

17 may 2018 / 14:47 h - Actualizado: 18 may 2018 / 08:31 h.
"Rocío","El Rocío 2018"
  • Los Simpecados de Sevilla y El Viso, en la plaza del Salvador. / Manuel Gómez
    Los Simpecados de Sevilla y El Viso, en la plaza del Salvador. / Manuel Gómez
  • Los estandartes, justo antes de ser entronizados en las carretas. / Manuel Gómez
    Los estandartes, justo antes de ser entronizados en las carretas. / Manuel Gómez
  • Los caballistas también dieron colorido a la mañana. / Manuel Gómez
    Los caballistas también dieron colorido a la mañana. / Manuel Gómez

No sólo compartirán rezos, cantes y noches en el camino, sino que la plata cincelada de sus carretas llevará por siempre el sello y la firma del mismo taller de orfebrería, el de Villarreal. Las hermandades de Sevilla y El Viso emprendieron este jueves desde la plaza del Salvador el que será su último camino juntas. En 2004 unieron sus destinos por las arenas y en este 2018 la hermandad visueña, estrenando su nuevo rango de filial de la Hermandad Matriz de Almonte, podrá al fin presentarse ante la venera de la ermita con el emblema que mejor representa a las embajadas rocieras que cada año acuden por Pentecostés a tierras de las Rocinas, su Simpecado.

La vivida este jueves ha sido una jornada para la historia de ambas corporaciones, cuyos Simpecados presidieron en el interior de la Colegial del Salvador una multitudinaria y emotiva misa de romeros, a la que acudieron el teniente general jefe de la Fuerza Terrestre, Juan Gómez de Salazar, así como los hermanos mayores del Amor y de Pasión, entre otras autoridades.

En su primera misa tras recuperarse de un ictus, el rector de la Colegial, Eloy Caracuel, invitó a los romeros de ambas hermandades y también a los de la malagueña de Antequera –que sigue esperando alcanzar su condición de filial– a vivir un «camino de unidad, de fraternidad y de madurez», al tiempo que recordó que el «objetivo» de la peregrinación no es otro que «recibir al Espíritu Santo». Finalizada la comunión, los hermanos mayores de Sevilla y El Viso intercambiaron las medallas en oro de sus respectivas hermandades para que las luzcan ambos Simpecados. «Gracias, gracias y mil gracias por cómo nos abristeis las puertas», acertó a decir un emocionado José Fernando Santos, el hermano mayor de la filial número 121, en correspondencia al cariño recibido durante tantos años de buen aprendizaje rociero por los romeros del Salvador.

A la conclusión del oficio religioso, al filo de las nueve menos cuarto de la mañana, ambos Simpecados asomaban alineados bajo el dintel de la puerta principal de la Colegial, una fotografía para la historia a la que pusieron banda sonora los acordes de la Marcha Real interpretados por la Unidad de Música del Cuartel General de la Fuerza Terrestre.

Tal es la afinidad que se ha creado entre la hermandad del Salvador y la de Los Alcores que en este último camino juntas ambas carretas comparten incluso ganado, la del hierro La Cuarta de Dos Hermanas. Para la historia particular de la hermandad visueña quedarán los nombres de Fusilero y Caramelo, la pareja de bueyes que sobre los adoquines del Salvador pegó el primer arreón de la carreta del Simpecado.

Sorprendió gratamente que, en el año de su debú por los caminos, la carreta de El Viso luciera tan completa, combinando la orfebrería en sus estípites con la madera de un cielo azul tachonado de estrellas. El responsable de su diseño es el profesor de dibujo Ricardo Jiménez Ruiz, director artístico de la hermandad y autor del lienzo que preside el blanco Simpecado visueño, en el que aparece la Virgen sobre la Vega ataviada con las ráfagas de punta. «Desde un primer momento lo que pretendemos es hacer una hermandad un poco diferente, no estándar, y que tenga su propio sello», aseguraba Jiménez al pie de una carreta cuya traza está inspirada en diversos retablos del convento del Corpus Christi de la localidad y cuyo techo está coronado por la veleta con la efigie de San Miguel Arcángel que remata la parroquia de Santa María del Alcor.