Manzanares: otro año truncado

El diestro alicantino se vio obligado a interrumpir su temporada por una compleja lesión cervical

22 ene 2018 / 08:40 h - Actualizado: 22 ene 2018 / 08:41 h.
  • Manzanares, liado en su capote, antes de iniciar el paseíllo en la plaza de la Real Maestranza. / Prensa J.M.M.
    Manzanares, liado en su capote, antes de iniciar el paseíllo en la plaza de la Real Maestranza. / Prensa J.M.M.

sevilla{El nombre de José María Manzanares ya planea en todas las quinielas del Domingo de Resurrección. Su presencia ha sido una constante en los últimos años, exceptuando la dolorosa e inoperante ausencia de 2014 a la que, no sabemos si arrepentido, guardó luto taurino. El diestro alicantino mantiene casi intacto ese idilio sevillano y su vuelta a la plaza de la Maestranza en los mejores carteles del ciclo se da por hecha. La enésima lesión que le obligó a cortar la temporada al finalizar el mes de julio añade un plus de interés a la comparecencia del alicantino y, sobre todo, al diagnóstico de su actual fondo y su estado de forma.

La noticia saltó en la yema del verano. Una lesión cervical, que suponía una auténtica bomba de relojería para la movilidad del torero y el hombre, le obligaron a parar en medio de la contienda. El fantasma del dengue o el infierno de los tendones volvía a hacerse presente. La temporada –otra vez– se había partido por la mitad. El día de Santiago se había vestido de luces por última vez y el siete de agosto entraba en el quirófano. Los partes médicos hablaban de serios peligros para la vida del torero aunque en ese momento no descartaba concluir el calendario de actuaciones cuando lograra recuperarse. Entonces no lo sabía pero la temporada se había acabado.

La había comenzado a favor de estadística en Olivenza. Sin solución de continuidad sacó lo mejor de sí mismo en Illescas. El Manzana indultó un ejemplar de José Vázquez en presencia del reaparecido Pepe Luis y su cuate Morante. Valencia pasó en blanco y lucró doble trofeo en Castellón mientras se dibujaba en el horizonte una de sus citas más queridas: la tarde de Resurrección en Sevilla... Era el primer compromiso de los tres que había contraído en la primavera hispalense. Le quedaba un cuarto en San Miguel que no pudo cumplir por la lesión. El Domingo de Pascua sorteó un gran ejemplar de Cuvillo con el que le costó entenderse aunque estuvo a punto de cortar una oreja que encalló en la espada. La segunda tarde sorteó la bola premiada de la buena corrida de Juan Pedro Domecq. Estuvo mejor con el quinto que con el segundo sin llegar a dar lo que puede y debe. A ambos les cortó una oreja. Le quedaba otra, la de Victoriano del Río, aunque la fortuna que había favorecido a Roca y Castella en el sorteo le fue esquiva al alicantino.

A partir de ahí hay que anotar los trofeos de Jerez; la tibieza de resultados de su doble pase en Madrid o el reencuentro –siempre triunfal– con su gente de Alicante en la feria de Hogueras. El alicantino volvería a anunciarse en Valencia en el mes de julio cortando dos orejas de un toro de Núñez del Cuvillo. Volvió a salir a hombros en Roquetas y repitió paseo triunfal en Santander. Se había acabado el año.

Manzanares se resistió a anunciar el definitivo corte de temporada aunque la importancia de la lesión y la laboriosa recuperación iban dando la razón a los más escépticos. A finales de septiembre, en vísperas de su cuarto compromiso sevillano, seguía sin dar por perdida una temporada que tenía que concluir, precisamente, a orillas del Guadalquivir. A esas alturas nadie esperaba verlo vestido de luces en la plaza de la Maestranza; tocaba pensar en la definitiva rehabilitación para volver a la palestra en una fecha que emulaba –en ganado y actuantes– la que no pudo cumplir en Sevilla. Esa reaparición se cumplió el pasado 3 de diciembre en Lima. El diestro de Alicante pudo ceder los trastos que no pudo entregar a Rafa Serna en Sevilla para que confirmara la alternativa en Perú. El cartel lo completaba Andrés Roca Rey y los toros eran de sus apoderados: los Matilla.

El Manzana ha contado con un consejero y un acompañante de lujo en su preparación: hablamos del gran Paco Ojeda, mito viviente del toreo, al que han acompañado otros amigos como Miguel Litri o Fermín Bohórquez. La truncada temporada 2017 ya está amortizada. Toca mirar al futuro inmediato. Josemari está obligado a reverdecer el gran torero que lleva dentro para tapar las bocas de los replicantes. El aficionado quiere ver en la plaza al mismo matador que resumió lo mejor de sí mismo –con capote, muleta y espada– en el faenón de la Beneficencia madrileña de 2016. Los años de productivismo –refugiado en terrenos y ventajas– deben dar paso al artista luminoso que un día enamoró a la afición hispalense, que le prestó su más hermosa banda sonora: Cielo Andaluz. El Domingo de Resurrección ya está cerca... ~