Al Fandi hay que verlo en Granada

El veterano diestro granadino se llevó de calle el festejo después de sobreponerse a una durísima voltereta. El Juli le acompañó a hombros después de cortar una oreja a cada uno de sus toros

22 jun 2019 / 09:35 h - Actualizado: 22 jun 2019 / 09:38 h.
"Toros"
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La Monumental de Frascuelo es una plaza imponente. Por dentro y por fuera. Pero el impresionante coso neomudéjar cobra su dimensión definitiva cuando cierto torero de la tierra -que se ha pegado unas pocas de vueltas a España- pone las velas a todo trapo. Sólo así se entiende realmente la dimensión social, afectiva y taurina de un torero como El Fandi a pesar de los años transcurridos y el inevitable desgaste de su aura. Sentir el hervor de esa olla decimonónica es en sí mismo un espectáculo que quedó sellado en esa volcánica salida a hombros saludada por la incomparable 'Granada, tierra soñada' de Agustín Lara. David Fandila camina, corre y salta -y ojo, torea- en el patio de su casa, dando lo mejor de sí mismo hasta el punto de atropellar la más elemental razón.

Es lo que ocurrió cuando trataba de colocar un par de banderillas de rodillas y con el toro muy abierto. El bicho se le vino encima como un rayo. No había posibilidad de zafarse. Quedó colgado del pitón, que le arrancó una hombrera y hasta la castañeta. Milagrosamente salió indemne pero a partir de ahí se había rendido la plaza. Definitivamente. Repuesto, aún tuvo arrestos para parar al toro en los medios con esos pasitos de claqué que frenan las embestidas.

Pero lo mejor estaba por llegar, en forma de faena templada, sedosa, sentida y hasta expresiva. Era El Fandi en su mejor versión, reconvertido en ese torero asolerado y artista que nunca ha podido ser. Ya lo había mostrado, sin disparar aún toda la artillería, con el tercero de la tarde, otro de los toros de sus apoderados al que cuajó una vistosa lidia escénica que había iniciado con dos largas de rodillas, un templado toreo a la verónica y una buena media, otra vez de hinojos. En el segundo tercio hubo lugar para una moviola, un tremendo par de dentro afuera y hasta uno al violín. Pero la mecha terminó de encenderse en la muleta: toreando de rodillas, espatarrado, perfectamente enhebrado a la condición del toro. La espada, fulminante, puso en sus manos las dos orejas. Lo mejor estaba por venir...

La verdad sea dicha: la salida a hombros de El Juli no tuvo, ni de lejos, la misma dimensión que la de su compañero. Se mostró solvente y profesional con un toro, el segundo, que no terminó de romper de verdad. La estocada efectiva animó la petición de oreja. Fue idéntico premio que consiguió tras pasaportar al quinto. El acero, otra vez, fue determinante para que el palco concediera un nuevo trofeo. Pero la faena, qué le vamos a hacer, no había cogido hilo. Ni en el toro ni en el torero.

La gente se enfadó fuerte con Morante. No le dio ni un pase al espantoso y viejuno cuarto. Tampoco lo tenía. Eso sí: el diestro de La Puebla había dado los mejores muletazos de la tarde al blnadito y noble primero. Algunos quisimos adivinar cierto influjo del 'efecto' Aguado. ¿Puede ser? Quién sabe... Esta tarde llega Tomás con su telonero ecuestre, su indudable atractivo y esa plaza que ha llenado y va a llenar hasta cuatro tardes al reclamo de su nombre. Mañana se lo contamos. Aquí mismo.

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: Se lidió una escalera de los distintos hierros de los hermanos García Jiménez. El primero resultó tan noble cómo derrengado; remiso el segundo; sirvió el tercero; no tuvo un pase el muy feo cuarto; no acabó de romper el quinto; más que potable el sexto.

Matadores: Morante de la Puebla, de caña y azabache, ovación y bronca.

Julián López 'El Juli', de buganvilla y oro, oreja y oreja.

David Fandila 'El Fandi', de coral y oro, dos orejas tras aviso y oreja.

Incidencias: la plaza se llenó hasta la bandera en tarde muy agradable.