Observatorio taurino

Barruntillos otoñales

La presentación oficial del festival a beneficio de las cofradías del Baratillo y la Esperanza de Triana enseña la puerta a la temporada. Llegan las últimas ferias del año...

17 sep 2019 / 12:49 h - Actualizado: 17 sep 2019 / 12:52 h.
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Casos y cosas en el Salón de los Carteles

La temporada hispalense ya ha fijado su clausura. Aunque el cartel era ‘vox pópuli’ desde hace dos semanas, las hermandades del Baratillo y la Esperanza de Triana –pastoreadas por la empresa Pagés- aguardaron hasta el pasado lunes para dar oficialidad a una combinación de toros y toreros que servirá para reforzar las respectivas bolsas de caridad. En el mismo envite, y hablando desde una perspectiva estrictamente taurina, podemos anotar otros beneficios: se trata seguir dotando de contenido una fecha que estuvo a punto de entrar en barbecho. Ya lo aventuramos en estas mismas páginas y lo corroboró Ramón Valencia. Hay otras cofradías en la cola –los 200.000 euros que lucró la Macarena no son moco de pavo- y la primera de ellas es la del mismísimo Gran Poder, que se convertirá en el poderoso motor del evento en su edición de 2020, un año de especiales connotaciones para la historia de la corporación de Sal Lorenzo y la devoción al Señor. A partir de ahí conviene moverse con cautela. No conviene quemar la iniciativa. Valencia también incidió en ese punto: sólo hay que tirarse a esta piscina con el éxito asegurado de antemano, reservando la fecha si la ocasión lo mereciera. Pero ese éxito no faltará el próximo 12 de octubre, apoyado en la fortaleza del cartelazo que ha catalizado el inquieto abogado baratillero Joaquín Moeckel, al que enviamos nuestro más sentido pésame por el reciente fallecimiento de su madre.

Dos perlas que no pasaron inadvertidas

Fiel a su más genuina personalidad, Moeckel capitalizó el acto de presentación en el Salón de los Carteles y dejó dos perlas que no pasaron inadvertidas para la tropilla taurina ni las huestes cofradieras. La primera de ellas llegó a colación de la elección del novillero: “Para evitar ningún tipo de enchufismo o de capricho se ha elegido de forma ortodoxa y justa a la persona que se lo ha ganado en la plaza con la espada y la muleta”. Hablaba de Jaime González-Écija que, efectivamente, es el flamante triunfador del ciclo veraniego de promoción. Bueno. La pincelada para la grey capillita llegó después de ser preguntado por el presunto programa de actividades o iniciativas –la Macarena dejó el listón altísimo- que podría acompañar el evento. “Las hermandades del Baratillo y la Esperanza de Triana tienen la personalidad suficiente para hacer las cosas sin tener que copiar de nadie; son dos barrios con mucha solera con respecto a otros barrios de la ciudad. Algo se hara...”, espetó el abogado. Vale. “Habrá un antes, un durante y un después”, apostilló. Pues ya nos enteraremos.

Otras cosas que contar

Cambiamos de tercio, contemplando en la distancia el desarrollo de las ferias de la vendimia que anticipan el otoño. Se suceden los últimos éxitos, también algunos fracasos mientras se espera al invierno para hacer ajustes de cotización y planes para el año que está por venir. Pero los acontecimientos aún se suceden. Ahí está el caso de Morante, que después de decepcionar al personal en el mano a mano con Aguado de Valladolid, terminó de descender al infierno en Salamanca. Cuando algunos colocaban su nombre en la diana, sacó de todos los conejos de la chistera y abrió la puerta grande de la plaza de Murcia en unión de Paco Ureña, uno de los toreros del año. No lejos de allí, en Albacete, Emilio de Justo volvía a destaparse con un faenón antológico a un gran ejemplar de Juan Pedro Domecq. Pero en el toro siempre hay dos caras y una promesa cierta de dolor. La peor parte de este intenso fin de semana taurino se la ha llevado Javier Cortés, corneado en el ojo por un toro de Albaserrada en la plaza de Las Ventas. La cirugía ha podido salvar el globo ocular pero aún es pronto para saber si podrá recuperar la visión. Mientras tanto, se celebra el juicio contra los indeseables que desearon la muerte al niño Adrián. Sólo cometió un ‘pecado’ en su brevísima vida: encontró en el toro y los toreros la felicidad que truncó el maldito cáncer. Los tres desalmados piden perdón ahora. No sabemos qué les caerá pero la peor condena ya la tienen: vivir con su infamia. Y vamos bajando la persiana hasta la semana que viene. Lo hacemos acusando recibo del último éxito de Rafa Serna y Oliva Soto en tierras americanas. Ambos toreros han salido a hombros en el ruedo peruano de Tacabamba. El camero, además, se traerá a España el ‘Escapulario de Oro del Señor de la Misericordia’ que le acredita como autor de la mejor faena. Suerte y ánimo para ambos.