Toros

Cumbre de Pablo Aguado en la reaparición de Jesulín

Más allá del indulto del bravo ejemplar de El Torero, el joven diestro sevillano mostró forma y fondo para instalarse en el primer circuito y marcó todas las diferencias con sus compañeros de terna. Su papel sigue cotizando al alza

25 mar 2019 / 08:04 h - Actualizado: 25 mar 2019 / 08:14 h.
"Toros"
  • El diestro Jesulín de Ubrique (c) salea hombros en su reaparición junto a los toreros Cayetano Rivera (d) y Pablo Aguado (i) en la Plaza de Toros de Morón de La Frontera. EFE/ Julio Muñoz
    El diestro Jesulín de Ubrique (c) salea hombros en su reaparición junto a los toreros Cayetano Rivera (d) y Pablo Aguado (i) en la Plaza de Toros de Morón de La Frontera. EFE/ Julio Muñoz
  • El diestro Pablo Aguayo saluda al público. EFE/Julio Muñoz
    El diestro Pablo Aguayo saluda al público. EFE/Julio Muñoz
  • El diestro Jesulín de Ubrique en su faena. EFE/ Julio Muñoz
    El diestro Jesulín de Ubrique en su faena. EFE/ Julio Muñoz
  •  El diestro Jesulín de Ubrique en su faena. EFE/ Julio Muñoz
    El diestro Jesulín de Ubrique en su faena. EFE/ Julio Muñoz
  • El diestro Jesulín de Ubrique en su reaparición. EFE/ Julio Muñoz
    El diestro Jesulín de Ubrique en su reaparición. EFE/ Julio Muñoz

El lamentable percance de Enrique Ponce –que le tendrá una larga temporada alejado de los ruedos- había abierto una nueva puerta a Pablo Aguado, el valor más sólido –con mucho- de la nueva hornada de matadores de la cantera hispalense. Carmelo García, empresario del coso de Morón, supo tener altura de miras para cubrir el hueco con sentido de la excelencia sin dejarse llevar por la habitual y mediocre política de cambio de cromos. El flamante matador sevillano ya venía de puntuar en Valencia pero, más allá de la oreja cortada, volvía a contar con ese placet secreto de los profesionales y los buenos aficionados. Para qué vamos a negarlo: el definitivo interés del cartel de la reaparición de Jesulín de Ubrique estribaba en ver la impresionante proyección de un torero nuevo que torea con infrecuente personalidad, sabor, sentido del temple, el tiempo y la escena que puede dar muchas, muchísimas alegrías.

Cumbre de Pablo Aguado en la reaparición de Jesulín
El diestro Jesulín de Ubrique sale a hombros en su reaparición. EFE/ Julio Muñoz

Jesulín ya había triunfado a su modo con el noble primero; Cayetano había lucrado una oreja sin peso del buen segundo y Aguado, oh fatalidad, iba a sortear un bruto y descompuesto tercero al que había logrado lancear con sabor. Aguado cumplimentó a Jesulín antes de irse a la cara del toro para hilvanar una faena que tuvo en contra la pésima condición de su enemigo. No importó. Supo esperarlo y consentirlo para, con mucha firmeza, extraerle una valiosa tanda de naturales. El toro llegó a avisarle dos veces por el otro lado, librándose por poco de las cornadas que le tiró. Había que entrar a matar pero la espada, desgraciadamente, se atascó.

Cumbre de Pablo Aguado en la reaparición de Jesulín
El diestro Cayetano Rivera. EFE/Julio Muñoz

Tuvo que esperar al sexto para volver a enseñar su calidad capotera y romperse de verdad en una faena que arrancó los oles más auténticos desde su obertura, con sabrosísimos y macizos muletazos rodilla en tierra que tuvieron la virtud de ahormar y domeñar el carbón inicial de la embestida. Pero el ejemplar de El Torero se acabó acoplando a la perfección a la calidad del diestro sevillano. Aguado lo bordó por naturales a la vez que la plaza, por fin, rugía de verdad. Aún supo elevar el tono de su labor después de un inoportuno desarme gracias a su excepcional y natural sentido del toreo, que navega entre el desmayo y un temple infrecuente. Vamos a decir la verdad: La gente había ido a ver a Jesulín y acabó hablando de Pablo Aguado, que siguió toreando, pleno de cadencia y personalidad mientras se barruntaba el indulto que el presidente, después de las primeras dudas, acabó concediendo en medio de un clamor después de que el matador, convencido de su obra, arrojara al suelo muleta y espada. Entretanto, el toro no paraba de embestir y Aguado, generoso, supo seguir luciendo y enseñando esa alegre embestida desbordante con cites muy largos. Los muletazos se encadenaban mientras nadie dudaba del definitivo perdón de la vida del bravo ejemplar, llamado ‘Toledano’, que marcó la guinda de un encierro variado y con fondo bravo que tuvo mucho que torear. La suerte fue para el que la aprovechó. Y lo hizo mezclando calidad, entrega y esa rara personalidad que bebe de las fuentes más clásicas. Ojo con el tío este.

Cumbre de Pablo Aguado en la reaparición de Jesulín
El diestro Cayetano Rivera saluda al público tras cortar dos orejas. EFE/Julio Muñoz

La tarde de Jesulín pivotaba entre dos pruebas: la primera, comprobar el estado de forma y fondo del diestro de Ubrique de cara a afrontar empresas mayores. La otra pasaba por calibrar su definitivo tirón en la taquilla para aquilatar la mecha de sus aspiraciones económicas. Y La plaza de Morón, ese coso levantado por su antiguo apoderado –el controvertido Manuel Morilla- en la cúspide de la burbuja del ladrillo, iba a rozar las tres cuartas partes de su aforo.

Cumbre de Pablo Aguado en la reaparición de Jesulín
El diestro Jesulín de Ubrique en su faena. EFE/ Julio Muñoz

Y es que Jesulín había promovido este festejo con la mente puesta en una hipotética reaparición formal de cara a 2020, año en el que cumplirá su trigésimo aniversario de alternativa. Pero la palabra definitiva la iba a tener el toro. El primero de la tarde, que blandeó de salida, le sirvió para esbozar los primeros lances. Jesulín brindó a El Mangui, el gran banderillero sanluqueño, antes de templar al animal en unos muletazos cambiados que dieron paso a una primera serie, muy bien construida, en la que tuvo que administrar su gasolina. El trasteo subió de tono y la gente entró en la faena mientras el torero, definitivamente relajado, andaba fácil y animoso hasta rematar su labor de una estocada fulminante. Cayeron dos orejas que no harán historia. La lidia del cuarto se vivió entre trompicones. Puso en dificultades al picador, esperó a los banderilleros y volvió a poner en serios aprietos al subalterno José Antonio Muñoz mientras el de Ubrique escogía los terrenos de sol, metido entre las rayas, para darle fiesta a su forma sin que faltara la cantaora de guardia que se arrancó por fandangos. El acero, eso sí, enfrió los entusiasmos aunque no impidió que saliera a hombros con el verdadero triunfador del festejo.

Cumbre de Pablo Aguado en la reaparición de Jesulín
El diestro Pablo Aguayo durante su faena. EFE/Julio Muñoz

Cayetano, ya lo hemos dicho, sorteó un primer ejemplar de buen tipo y carita justa, que acusó en su lidia un fuerte volantín. El menor de los Rivera Ordóñez brindó a Jesulín. Fue un largo parlamento que precedió una faena de tono frío y elegante fachada que no llegó a tomar el pulso a la enclasada embestida del ejemplar de El Torero. Los pases se amontonaron sin que llegará el acople aunque el público, bondadoso, pidió y obtuvo la oreja que paseó. Con el quinto, un toro que puso en tremendos apuros al tercero de la cuadrilla, Cayetano se mostró más animoso. Comenzó por bajo y se descaró antes de ponerse a torear en redondo con garra y entrega aunque, ésa es la verdad, sin llegar a coger el aire a la importante y brava embestida del animal, que acabó recorriendo el anillo en una vuelta al ruedo póstuma. Hubo mejores intenciones que resultados aunque a su labor, de acople intermitente, le sobraron muchos dientes de sierra. Cayetano, qué le vamos a hacer, no está.

La ficha

Plaza de toros de Morón de la Frontera

Ganado: Se lidiaron seis toros de El Torero, desigualmente presentados. El primero resultó tan noble cómo flojo; tuvo clase el segundo; muchas dificultades el tercero; ninguna calidad el cuarto; resultó bravo el quinto, que recibió la vuelta al ruedo póstuma e importante, por bravura, repetición y durabilidad el sexto, de nombre 'Toledano', que fue indultado.

Matadores: Jesulín de Ubrique, de blanco y oro, dos orejas y ovación tras aviso.

Cayetano, de tabaco y oro, oreja y dos orejas

Pablo Aguado, que sustituía a Enrique Ponce, de nazareno y oro, ovación y dos y rabo simbólicos

Incidencias: La plaza registró casi tres cuartos de entrada en tarde muy ventosa.