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De la Fuente cortó la oreja y Passalacqua hizo el mejor toreo

El aspirante de la Puebla del Río se sumará a la final del próximo día 27 junto a los novilleros Manuel Diosleguarde, Francisco de Manuel y Rocío Romero

21 jul 2017 / 09:38 h - Actualizado: 21 jul 2017 / 11:46 h.
"Toros"
  • Daniel de la Fuente, con su oreja. / Antonio Delgado-Roig
    Daniel de la Fuente, con su oreja. / Antonio Delgado-Roig
  • Excelente pase natural de Álvaro Passalacqua. / Antonio Delgado-Roig
    Excelente pase natural de Álvaro Passalacqua. / Antonio Delgado-Roig
  • Rodrigo Pipió toreando con la mano derecha. / Antonio Delgado-Roig
    Rodrigo Pipió toreando con la mano derecha. / Antonio Delgado-Roig
  • Pipió sufrió una fuerte paliza del primero de la noche. / Antonio Delgado-Roig
    Pipió sufrió una fuerte paliza del primero de la noche. / Antonio Delgado-Roig
  • Daniel de la Fuente. / Antonio Delgado-Roig
    Daniel de la Fuente. / Antonio Delgado-Roig
  • Daniel de la Fuente entrando a matar. / Antonio Delgado-Roig
    Daniel de la Fuente entrando a matar. / Antonio Delgado-Roig
  • José Fernando Molina. / Antonio Delgado-Roig
    José Fernando Molina. / Antonio Delgado-Roig
  • José Fernando Molina. / Antonio Delgado-Roig
    José Fernando Molina. / Antonio Delgado-Roig
  • José Fernando Molina. / Antonio Delgado-Roig
    José Fernando Molina. / Antonio Delgado-Roig
  • Alejandro Adame. / Antonio Delgado-Roig
    Alejandro Adame. / Antonio Delgado-Roig
  • Los aspirantes posan en el túnel de cuadrillas antes del paseíllo. / Toromedia
    Los aspirantes posan en el túnel de cuadrillas antes del paseíllo. / Toromedia

Las orejas cortadas en los tres festejos clasificatorios han vuelto a ser el criterio fundamental para escoger la terna de finalistas del próximo día 27 hasta el punto de sumar dos novillos más para dar cabida a los cuatro aspirantes que han logrado puntuar. El último en hacerlo fue, anoche mismo, el novillero cigarrero Daniel de la Fuente que fue –todo hay que decirlo- el que llegó más y mejor arropado a su cita maestrante. Ya se habían cortado tres orejas en las dos primeras novilladas y los seis integrantes del cartel de ayer hacían el paseíllo con el hándicap de superar o igualar lo acontecido en los jueves anteriores.

El caso es que la oreja, convertida en pasaporte a la final, la cortó Daniel de la Fuente pero el mejor toreo de la noche lo hizo un malagueño de inusual apellido –Álvaro Passalacqua- que supo imponer a un novillo a contraestilo un toreo personal y espatarrado, pleno de expresión y hasta desgarro que reveló cierto sentimiento de artista que habría merecido mejor colaborador. El chaval dio una vuelta al ruedo pero se quedó fuera de las cábalas del jurado. En cualquier caso quede constancia de la calidad de su toreo...

Pero la suerte va por barrios y es fundamental en este oficio. Daniel de la Fuente, que ya ha desterrado lo de Liqui en los carteles, se trajo a la plaza de la Maestranza una legión de partidarios inasequibles al desaliento. El dato no es baladí. Es importante que los novilleros se sientan arropados por los suyos; siempre fue así. Y si supo manejar esas armas hay que anotarlo como un mérito. Daniel está puesto, tiene desparpajo en la cara de los novillos y no está exento de valor aunque a su labor le faltó la redondez que sí tuvieron sus deudos pidiendo la oreja como si no hubiera un mañana. Le ha servido para entrar en la final.

Abría el cartel el novillero sevillano, presentado por libre, Rodrigo Pipió que sorteó un ejemplar complicado que le llegó a propinar una fuerte paliza. Pipió dejó entrever algunos retazos de personalidad diferenciada entreverados con un enorme verdor aunque las dificultades de su enemigo impidieron que su labor terminara de redondearse.

El novillero madrileño Alfonso Ortiz optaba a un puesto en la final en representación de la escuela que alienta El Juli en Arganda del Rey. Ortiz brilló con el capote en el quite al novillo de Daniel de la Fuente y sobre todo en el brillante recibo del suyo, contemplado con una frialdad pasmosa por el público. Ortiz está puesto, tiene calidad y también maneja recursos suficientes para vencer las dificultades que le presentó su eral. Tiene proyección y merece la pena estar pendiente de su evolución.

El novillero albaceteño José Fernando Molina basó su labor sobre la mano izquierda con un novillo, el cuarto, que siempre estuvo loco por rajarse. El aspirante manchegho le acabó dando fiesta en su querencia consiguiendo calar en el público. El mexicano Alejandro Adame, hermano del matador Joselito Adame, mostró retazos de su toreo vertical y templado a pesar de sortear otro ejemplar deslucido que le acabó buscando los tobillos. Adame se pasó un poco de rosca y acabó escuchando dos avisos antes de ver silenciada su labor.

Cuminado el festejo y reunido el jurado de los asesores de la presidencia, se confirmó que los tres finalistas que se disputarán el vestido de torear que regala la Real Maestranza de Caballería eran los mismos que habían cortado oreja en los festejos clasificatorios: Manuel Diosleguarde, Francisco de Manuel, Rocío Romero y el propio Daniel de la Fuente.


FICHA DEL FESTEJO

Plaza de la Real Maestranza

Ganado: Se lidiaron seis erales de Cayetano Muñoz, escurridos, abecerrados y mal presentados. Resultaron deslucidos en líneas generales aunque sirvió más y se movió en otro aire el lidiado en segundo lugar.

Aspirantes: Rodrigo Pipió (Sevilla), de pomelo y oro, silencio

Daniel de la Fuente (Escuela de Sevilla), de tabaco y oro, oreja tras aviso.

Alfonso Ortiz (Fundación El Juli), de malva y oro, ovación tras aviso.

José Fernando Molina (Escuela de Albacete), de púrpura y oro, palmas tras aviso

Alejandro Adame (México), de lavanda y oro, silencio tras dos avisos.

Álvaro Passalacqua (Escuela de Málaga), de aguamarina y oro, vuelta al ruedo.

Incidencias: La plaza registró más de dos tercios de entrada en noche de suave temperatura. Rodrigo Pipió fue atendido en la enfermería de la plaza de toros después de lidiar a su novillo de “varetazo corrido en la cara anterior del muslo derecho y contusión dorsal” de pronóstico leve que no le impidió continuar la lidia.