El auditorio no lo sabía. La amistad sincera que ha surgido entre Alberto López Simón y Cayetano Martínez de Irujo -forjada en momentos complicados para ambos- allanó el camino. Se trataba de hablar de toros y toreros, de caballos y jinetes, pero sobre todo de la vida y los hombres... El aristócrata y el matador trazaron muchos, muchísimos, nexos comunes entre dos profesiones que se apoyan en el aliento incierto de un animal y llenaron de contenido un nuevo mano a mano que recuperaba el amplio salón de actos de la Fundación Cajasol al alcanzar su edición 41 y diez esplendorosos años de vida.
El periodista José Enrique Moreno, alma y conductor de estos encuentros, volvió a ser el mejor nexo entre los ponentes. La charla había entrado en velocidad de crucero cuando Cayetano -más placeado que Alberto en estas lides- trazó algunas analogías interesantes entre la psicología del toro y del caballo. Había sacado una valiosa conclusión: el conocimiento lleva al dominio. «Tienes que ser psicólogo de tus propios caballos», afirmó el duque de Arjona que marcó las diferencias que separan el toreo o la hípica de otras actividades de riesgo como las motos, los coches o la navegación de competición. López Simón terció en ese punto afirmando que «el torero tiene un punto de conexión psicológica y mental con el animal». «Tienes que aprender a bucear en sus gestos», afirmó Alberto señalando que «la única manera de dominar el animal es apoyándote en la inteligencia». Pero para llegar a ese punto hay muchas horas de forja secreta. «Lo mejor de todo es no esperar nada y trabajar en silencio» insistió el joven matador de Barajas. «Al final la vida te regala cosas muy bonitas como las que yo he vivido estos años» señaló Alberto recalcando que el toro le había dado «todo lo que tengo en la vida, incluyendo la amistad de Cayetano que no habría surgido si no fuera por este mundo».
El torero quiso dejar claro que se refería al animal, «que es lo más puro que hay en el toreo; si esto se mantiene es porque es muy de verdad» afirmó el matador. En ese punto terció el jinete: «el asunto antitaurino ha adquirido un tono desquicidado» espetó el aristócrata. «Me gustaría que los activictas fueran a las granjas para que supieran como viven los animales que nos comemos» añadió Martínez de Irujo haciendo una comparación imposible con la vida silvestre que disfrutan el toro bravo y el caballo. El hijo de la duquesa de Alba desveló además que había hecho sus pinitos con la muleta en la mano. «Pero a los quince años me di cuenta de que me cagaba de miedo; yo tenía el valor suficiente para dominar a un caballo pero a un toro no...», broméo el jinete.
No fue el único secreto que desveló el actual duque de Arjona, que siempre tuvo presente el nombre de su madre, la recordadísima Cayetana, y hasta el amargor de un año durísimo en lo personal –al luto por la muerte de la duquesa se unieron hasta cinco operaciones quirúrgicas– que, paradójicamente, le animó a frecuentar más las plazas de toros. En el coso de Alicante, saludando a los hombres de luces, se inició la amistad con López Simón. «Se estableció una conexión inmediata con Alberto; le he acompañado antes, durante y después de los toros y nos hemos hecho muy amigos». El torero completó el relato del jinete recordando que le había acompañado en algunas tardes clave. «Vino con nosotros en la furgoneta desde el hotel y a la vuelta en la última tarde de la feria de San Miguel», recordó el matador. La presión antitaurina, desgraciadamente, ha ido espantando estos rostros famosos. Son necesarios.