«Después de lo de hoy no habrá nada más grande en mi vida»

Espartaco se viste este domingo de luces por última vez en su carrera. Le espolea la alternativa a su joven paisano Borja Jiménez

05 abr 2015 / 13:00 h - Actualizado: 05 abr 2015 / 23:23 h.
"Espartaco"
  • El diestro de Espartinas posó para las cámaras de El Correo algunos días antes de esta fecha trascendental. / Pepo Herrera
    El diestro de Espartinas posó para las cámaras de El Correo algunos días antes de esta fecha trascendental. / Pepo Herrera

Espartaco sentirá el tacto y el peso del vestido de torear por última vez. Será en la misma plaza que le convirtió en máxima figura del toreo hace treinta años. Podríamos encontrar muchas connotaciones en esta difícil decisión pero sólo encontraríamos una única certeza: El torero quiere ajustar cuentas consigo mismo y seguramente con los suyos. Su hijo menor le cortará la coleta y recibirá la mejor lección que le podía haber dictado nunca el veterano maestro.

—Sevilla, otra vez..

—Sevilla está en mi vida siempre. Lo que ocurre es que las circunstancias de la vida me han llevado a tomar esta decisión. Siempre había estado en mi cabeza sin saber cuándo iba a llegar. Mi padre dice que es una locura pero en el toreo convivimos con la locura a diario.

—Pero en esta decisión sí hay un matiz nuevo: será la última vez vestido de torero.

—Sí, es la última vez. Lo del corte de coleta y todo eso es algo que no me merece importancia pero sí lo he dicho es por comprometerme con Sevilla. Y de una manera u otra, después de esto, no creo que tenga ya algo más grandioso en mi vida. Mis hijas no me habían visto torear de forma adulta y mi hijo ni siquiera había nacido cuando dejé de estar en activo. Saben que Sevilla para mí ha sido todo y esto no tiene nada que ver con lo profesional. Yo ya no busco nada ni quiero alcanzar nada. No voy a llegar más alto. Es un tema personal, con la plaza, con Sevilla y conmigo mismo por mi situación familiar.

—En su fuero interno sabía que llegaría este día.

—Sí, sabía que podía llegar pero se han tenido que reunir muchas cosas. Le doy la alternativa a alguien especial y a lo mejor ésa era la chispa pero también hay que tener en cuenta que las negociaciones de las primeras figuras del toreo no se han podido solucionar o que te pidan un favor. Y no se trata de que la plaza de la Maestranza necesite de mí; yo ya estoy fuera de juego. A quién realmente necesita la plaza es a las actuales figuras.

—¿Sentía la necesidad de demostrarles algo?

—Yo no tenía que demostrar nada a nadie y muchos menos a mis compañeros. Ellos son los que están ahora a la máxima altura y yo no puedo alcanzar ese nivel. La necesidad no era decirle a la gente que había que estar. Era decirme a mí mismo que no podía decir que no. No podía quedarme con ese cargo de conciencia. Tenía que hacerlo por Sevilla y por mi gente.

—La hora ha llegado...

—Cuando lo ves en la distancia no lo percibes como una locura pero cuando ya está cerca dices, ¡ay Dios mío! esto que voy a hacer es tremendo. ¿Por qué? Son muchos matices. Yo soy una persona muy responsable y voy a hacer un esfuerzo. Dentro de mis posibilidades voy a dar todo lo que llevo dentro, todo lo que tengo... Pero tengo que contar con otros factores: mi preparación no es la misma, no he tenido tiempo, contraigo una responsabilidad... la decisión se tomó hace muy poco tiempo, no es algo que se prepare y se le pueda dar muchas vueltas

—¿Ha sido más difícil decir voy o que era la última?

—Decir voy. Y cuando dije voy, sabía que era la última. Podía haber alguna suspicacia de que la gente pensara «este viene a reaparecer, a ver si corta una oreja y le pegan dos ovaciones para ver si esto sigue adelante». Yo tengo 52 años y después de esto no hay nada más grande en mi vida. Mi hijo pequeño me decía que no me tenía que cortar la coleta. Le pregunté que si él iba a tomar la alternativa. No creo, papá, me respondió. Jajajaja, si tú la tomas yo no me la corto...

—Volver a Sevilla implica evocar muchas cosas...

—Todavía me pongo a temblar cuando entro vestido de paisano. Ese temblor sigue ahí y es lo único que me preocupa. Cuando me acuerdo de Sevilla no pienso en qué va a ocurrir cuando salga el toro; pienso que cuando llegue a la puerta de arrastre escucharé los cascos de los caballos, los cinco minutos que faltan, la capilla... quiero que todo eso no me pese demasiado. Con otra edad era distinto y tenía la capacidad de sobreponerme pero ahora me preocupa mucho.

—Y hablando de edad, ¿Cuántos años se ha quitado de encima con esto?

—Ufff, no sé si me he quitado muchos pero el resto siguen ahí, jejejeje.

—En realidad la pregunta va por otro lado. ¿Cuántos se ha quitado su padre?

—¡Ojú! Siempre ha estado a mi favor pero ha sido la persona que ha estado más en contra de esta decisión. Él conoce perfectamente todos los matices de mi vida personal, lo que ha ocurrido, lo que no... y no quiere que me suceda nada. Pero una vez que he tomado la decisión me está apoyando todos los días. Convivo con mis padres y es como una vuelta a los orígenes pero ya no aguanto el mismo ritmo de preparación de mi padre. Le tengo que decir que me deje tranquilo, que no tengo edad... .

—Una de las circunstancias más bonitas de su decisión es que se habla de Espartaco sólo como torero.

—Yo sólo he sido torero y seguiré siéndolo siempre. Lo que yo he alcanzado en mi vida es como torero. Todo esto me traslada a lo que de verdad me gusta: a estar en el toro, a hablar de toros... Por circunstancias de mi vida me he convertido en un personaje público y han ocurrido algunas cosas pero ante todo soy torero.

—¿Cómo se lleva esa intromisión en los recovecos de la vida personal?

—Intentas que no te afecte pero al final lo hace. Cuando uno es un personaje público tiene que asumir las consecuencias de sus actos y aceptarlas pero hay que cosas que se dicen que son falsas y no sólo pueden dañarme a mí, también pueden hacer daño a mi familia.

—Ahora sabemos que la tarde de San Miguel de 2001 en Sevilla no fue la última...

—Sí, la penúltima. Ésa fue la auténtica tarde de mi despedida. A raíz de aquel día dejé de hacer temporada. Ahora llegamos al final, que no puede ser más bonito, sobre todo en el terreno personal. Con la ayuda de Dios, si puedo y los toros lo permiten voy a dar todo lo que llevo dentro. Después de esto no tengo nada más que pedir a la vida en el terreno profesional. Lo que más feliz me hará el año que viene es ver otra vez a las figuras en Sevilla y desde el tendido.

«Mi máximo anhelo es que las figuras vuelvan a torear en la Maestranza»

Juan Antonio Ruiz habló largo y claro sobre el conflicto que separa a la empresa Pagés de las primeras figuras del toreo. Su valoración cobra relevancia a la vez que se enconan las posturas: «Nunca he conocido una época tan convulsa en el toreo. Para mí es nueva. A veces me piden una opinión y no puedo darla. He estado apartado de estas conversaciones y no sé lo que haría si me encontrara en la misma situación. Es algo nuevo y desconocido y veo algunos matices que me duelen. Cada uno tendrá su razón pero sólo pienso en las cosas que podrían perjudicar a la Fiesta. No estoy a favor de unos ni en contra de otros. En absoluto».

«No entiendo el problema. Si estuviera en esas conversaciones podría formarme una opinión y decantarme por unos o por otros pero sí es verdad que deseo que se arregle cuanto antes. Lo de Espartaco o Dávila puede ser muy bonito pero los cuatro que faltan tienen que estar. Ellos son los mejores por algo y todos –empresa y toreros– tienen que hacer lo posible por llegar a un acuerdo para que el año que viene esto no vuelva a ocurrir. Lo único que puedo pedir es que mis amigos y compañeros, esas grandes figuras del toreo, se arreglen con la empresa y puedan llegar a un acuerdo. Ése es el objetivo y lo que más feliz me hará el año que viene».