Dicen que no hay quinto malo

El Cid cortó una oreja de circunstancias al mejor ejemplar del desigual envío de Fuente Ymbro. La mejor imagen torera, que también puntuó, la dio Joselito Adame

23 abr 2017 / 22:06 h - Actualizado: 23 abr 2017 / 22:10 h.
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Pensar que habría sido de la rajada, floja y posible corrida de Ricardo Gallardo en otras manos es pisar un terreno azaroso. Pero a veces cabe imaginar que la lectura del resultado final, pese a esas dos orejas que se cortaron en la yema de una tarde interminable, habría sido muy distinta. Una de esos trofeos los cortó El Cid al que fue, con mucho, el mejor toro del envío de Fuente Ymbro. Hablamos de un quinto de excelente clase y calidad en la muleta al que toreó queriendo siempre y pudiendo a veces. El Cid de los mejores tiempos lo habría cuajado por todo lo alto pero el toreo -y la vida- es así. El animal brindó embestidas de alta nota, especialmente por el pitón izquierdo y el diestro de Salteras, arreadito, se empleó en una faena de distancias cortas y cites en diagonal que contó con el cariño del público. El espadazo, tan feo como fulminante, puso en sus manos una oreja que le debe saber a gloria después de siete años sin tocar pelo en Sevilla. El Cid también ya había sembrado algunas dudas con un segundo de emotivo pitón izquierdo que acabó muy rajado. El animal tenía un punto de agresividad que habrá merecido la apuesta. Nos quedamos sin verlo. Aquí se acaba su feria este año.

Bien, lo que se dice bien, estuvo el mexicano Adame, que también cortó una oreja del tercero gracias a la actitud y la aptitud con la que afrontó la tarde. El manito toreó con suavidad, medida de los tiempos, paciencia en los cites... los muletazos surgieron uno a uno mostrando el buen aire del animal, que se abría en los embroques anunciando sus ganas de rajarse. Adame llegó a espatarrarse a sus anchas toreando al natural y después de apurarlo en las cercanías lo mató de cine. La verdad es que si el sexto le hubiera durado una docena de muletazos más estaríamos hablando de nuevos trofeos. Joselito, que recibió a ese toro por templados delantales y una serpenteante revolera le cuajó un sensacional inicio de faena que a la postre fue lo mejor de toda la tarde. La faena sólo se podía plantear de las rayas para dentro y en ese terreno le enjaretó una serie diestra, tocando mucho al toro para que no tomara la puerta. Hubo otra más, y hasta un trincherazo de alta nota pero el animal, loco por pirarse acabó descomponiendo el pasodoble. Adame llegó a pasarse de rosca y la espada terminó de frustrar su esfuerzo. Eso sí, su papel cotiza al alza. Enhorabuena.

Cerraba este cartel de circunstancias el riojano Urdiales que volvió a pasar con más pena que gloria por una plaza en la que no terminan de ver las maravillas que le cantan en otros lares. El diestro de Arnedo llegó a torear relajado y con trazo natural al noble primero, un toro pésimamente picado y de motor al mínimo que se puso pronto a la defensiva de puro flojo. Eso sí, se eternizó para echarlo abajo. Urdiales no llegó a meterse de verdad con el cuarto, un animal que le brindó un puñado de buenas embestidas por el izquierdo. Hubo compostura pero no llegó a fajarse.

PLAZA DE LA REAL MAESTRANZA

Ganado: Se lidiaron seis toros de Fuente Ymbro, correctamente presentados. El mejor del envío fue, con mucho, el excelente quinto que tuvo gran calidad en la muleta. Tubo buena condición el inválido primero; interesante y emotivo pitón izquierdo el blando y manso segundo; el sobrero que saltó en tercer lugar fue rajado pero noble. Duró poquísimo el cuarto y se rajó muy pronto el sexto.

Matadores: Diego Urdiales, de tabaco negro y oro, silencio tras aviso y silencio

Manuel Jesús El Cid, de azul Mahón y azabache, silencio y oreja.

Joselito Adame, de pomelo y oro, oreja y silencio.

Incidencias: La plaza registró menos de media entrada en tarde de agradable temperatura. Saludaron Lipi, Curro Robles y Jarocho. Fernando Sánchez lo hizo en los dos toros que banderilléo.