Dos Hermanas: ¿cuna del toro bravo?

La génesis del actual ganado de lidia está íntimamente ligada a las tierras bajas nazarenas y a un apellido, el de los hermanos Rivas, que cambió la historia del toreo

15 ene 2017 / 21:40 h - Actualizado: 15 ene 2017 / 21:58 h.
"Toros"
  • Célebre azulejo -reproducido por Mariano Cifuentes en su blog ‘Los coquillas de Cifuentes’- que retrata a Antonio Miura y su amparador en un tentadero en La Isla. / El Correo
    Célebre azulejo -reproducido por Mariano Cifuentes en su blog ‘Los coquillas de Cifuentes’- que retrata a Antonio Miura y su amparador en un tentadero en La Isla. / El Correo

¿Qué tiene que ver Dos Hermanas con la génesis del toro bravo? Tradicionalmente -con indiscutible merecimiento- se ha recalcado el papel fundacional de los campos de Utrera. Pero las tierras bajas y salitrosas del término nazareno en la margen izquierda del Guadalquivir se anticiparon a los predios utreranos. La verdadera llave de la bravura hay que buscarla en Dos Hermanas ligada a un apellido -el de los hermanos Rivas- que crió y seleccionó una manada de toros negros, nobles y recortados cuyo origen remoto sigue siendo una hermosa incógnita para los geneaologistas de la bravura.

La historia echó un velo sobre los criadores nazarenos. Aquellos torillos negros de Dos Hermanas lograrían prestigio y fama bajo el timbre de la corona condal -y advenediza- de Vistahermosa, que adquirió y dio nombre a la remota punta de ganado que ha encastado en el 99% de las vacadas bravas contemporaneas. Las primitivas reses pasaron en 1774 de las dehesas nazarenas a la finca Salvador Díaz de la mano de un mítico mayoral, Curro El Rubio, que fue el verdadero catalizador de aquel trasvase de bravura. Pero antes de llegar a manos de Pedro de Ulloa, primer conde de Vistahermosa, los toros zaínos de las marismas ya habían sido lidiados en Sevilla bajo el apellido Rivas. Filiberto Mira menciona en su revelador libro El toro bravo, hierros y encastes -casi un incunable moderno- el nombre de un tal Alonso Rivas, titular de los toros que se jugaron en mayo de 1733 en la plaza provisional erigida sobre el monte Baratillo, en el mismo lugar -ojo- en el que se comenzaría a levantar la obra de la plaza de la Real Maestranza ese mismo año.

Los Rivas eran unos acomodados labradores de Dos Hermanas. El apellido se perpetúa en el censo nazareno en la actualidad. Pero nos interesa saber qué fue de aquellos ganaderos pioneros que debían de gozar de cierto predicamento. Su nombre -Alonso, Francisco y Tomás- vuelve a colgarse de los carteles en la plaza de la Maestranza en las fiestas organizadas en 1746 con motivo de la coronación de Fernando VI. El propio Mira recoge que en aquellas funciones de toros actuó -y fue herido- un tal Juan Rodríguez, un carnicero al que se considera abuelo del celebérrimo Costillares. Domingo Delgado de la Cámara, otro tratadista, recalca un dato fundamental: “los hermanos Rivas eran unos ganaderos de fama acreditada que llevaban lidiando con gran éxito en Sevilla desde 1733”. Es importante recordar que cuando el primer conde de Vistahermosa adquiere y traslada a Utrera la ganadería en 1774, la familia Rivas tenía una experiencia ganadera de más de cuatro décadas.

Pero el toro bravo no se alejó demasiado del entorno de Dos Hermanas. El Cortijo de Cuarto -arrendado a la Hermandad de la Resurrección de Utrera- acabaría siendo el escaparate de los toros de saca de Miura. Allí pastaron y en fincas cercanas -el Conde, el Rincón de la Zarza- fueron tentados a campo abierto. Pero el antiguo reino del toro es ahora un polígono industrial.