«El campo desemboca en la ciudad a través del encierro»

El periodista vasco presentó ayer su libro 7 de julio en Sevilla. Lo hizo de la mano de Morante y en el marco de la exposición El encierro. El autor disecciona el diálogo entre el toro y el hombre en el marco de un mundo globalizado, ternurista e hipócrita

25 nov 2016 / 09:35 h - Actualizado: 25 nov 2016 / 09:36 h.
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  • El periodista vasco presentó ayer su libro junto a Morante en el marco de la exposición ‘El encierro’ del Pabellón de la Navegación / Manuel Gómez
    El periodista vasco presentó ayer su libro junto a Morante en el marco de la exposición ‘El encierro’ del Pabellón de la Navegación / Manuel Gómez

La cita era en el Pabellón de la Navegación que acoge estos días la muesta El encierro. Chapu Apaolaza se ha sumergido en su propia experiencia para alumbrar un libro –7 de julio– que va más allá de la cáscara deslumbrante de la fiesta pamplonica. Ayer contó con un padrino de excepción para presentarlo a Sevilla.

Sevilla o Pamplona pero siempre el toro como tótem.

–La Tauromaquia es un nexo de unión de sitios tan dispares como Azpeitia, Sevilla o Jerez. Podemos nombrar a Cataluña, Navarra, todos los pueblos de Castilla... el idioma del toro es común a todo el mundo. Esa pasión de estar cerca de ellos, retarnos a nosotros mismos... la Fiesta es un asunto de emociones humanas. Hablamos de valentía, de capacidad para soñar, de saber hacer frente a nuestros fantasmas.

Son valores que no se llevan en el mundo de hoy.

–En una sociedad en la que todo se hace por un beneficio tangible resulta que de pronto hay miles de personas que una mañana salen para ponerse delante de un toro y seguir un impulso oculto pero muy real: jugarse la vida porque les apetece. Es el milagro de unos valores dentro de una sociedad en la que queremos ocultar la muerte y el lado más crudo de la vida... En una sociedad en la que nos prometen que siempre seremos jóvenes y guapos, darse cita con la muerte es un asunto que cada vez tiene menos cabida. Es darlo todo por nada, perseguir el arte como una locura o una quimera en la que podemos pagar un precio altísimo o vamos a tener un rendimiento mínimo.

El libro 7 de julio está escrito desde dentro...

–Soy periodista y me cito a mí mismo. Sólo he tenido que entrevistar mis propios recuerdos. El encierro adquiere una serie de connotaciones que configuran la persona que soy. No son las memorias de un corredor extraordinario; sólo son las memorias de un corredor. Yo no he sido nada para el encierro pero el encierro ha sido todo para mí y ahí estamos muchísimos.

Presenta ese libro con Morante, embajador del encierro en la Puebla del Río.

–Es un honor compartir una charla con un maestro como él. Creo que Morante –al llevar el encierro a la Puebla– ha entendido que es la manera más primaria, efectiva y deliciosamente simple de poner al hombre en contacto con el toro. El toro entra por una calle y es el campo, la agricultura, la ganadería penetrando en la ciudad. Ponernos a la altura del toro y compartir su espacio es muy importante.

–¿Morante sirve de nexo?

–Morante es un enorme misterio como matador y muchas de las cosas que suceden en el encierro o en los corazones de los corredores tienen que ver con ese misterio, con los remolinos de la razón. ¿Por qué estamos en el encierro? Es muy difícil de contar y es bueno que no tenga una explicación clara. La tauromaquia y el encierro son distintos pero Morante y el encierro comparten esa espuma de la vida.

El alejamiento del agro está dificultando enormemene la justificación de la lidia.

–Es un asunto que en su raíz tiene una gran hipocresía. En la tauromaquia se ve la muerte y en el encierro no porque todavía no ha llegado pero es una parte de esa muerte. El toro entra en la ciudad para morir en la plaza. Disponer de la libertad de un toro para el disfrute o la experiencia intelectual de las personas es paralelo al disfrute de la gastronomía. El debate de toros sí o toros no es falso. El verdadero debate debería ser: ¿Tenemos derecho a usar a los animales? Lo demás es pura hipocresía. Si puedo comer una hamburguesa de ternera y disfrutar de ella, ¿por qué no puedo matar un toro o correrlo por una calle?

Se habla poco de ello pero hay que recordar que hay una importante colonia hispalense en San Fermín.

–La lejanía entre Norte y Sur es una mentira. Mi cuadrilla de San Fermín es de Sevilla y se llama El Giraldillo Pamplonés. Se formó por casualidad, por amistad con sevillanos que acudían a San Fermín. Sevilla tiene una connotación personal. Mi padre (el recordado periodista Paco Apaolaza, fallecido en abril de 1998) escribió su última crónica en el hotel Plaza de Armas de Sevilla estando muy enfermo. Sabía que en cualquier momento sería la última y decidió pasar sus últimos momentos en la Feria de Abril. Aunque ya no esté sigue siendo hermano de la Macarena.