La trayectoria de El Cid no se puede separar de la historia reciente de la ganadería de Victorino Martín. Algunos de los éxitos más rotundos del diestro de Salteras los ha firmado con toros de este mítico hierro al que se enfrentó por primera vez en 2002 en el ruedo francés de Bayona cortando un rabo a un toro llamado ‘Gamberro’. En ese punto se marcó una constante. Después de Bayona llegarían los éxitos de Sevilla, Madrid o Bilbao. La próxima cita es el Domingo de Ramos y en el ruedo de Las Ventas. El Cid lidiará el primer toro que salte al ruedo en la temporada venteña de 2018.
¿Qué significa esta ganadería para El Cid?
Muchísimo. Ha sido una ganadería que me ha dado grandes tardes en mi vida profesional. Desde que le corté el rabo al toro de Bayona, Victorino ha ido ligado a mi carrera y la ha marcado con grandes éxitos.
¿Con qué tarde se queda? ¿Cuál ha sido el mejor toro que le ha tocado en suerte?
Quedarme con una única faena es difícil. Sí tengo cuatro o cinco tardes en la mente que se quedarán ahí para el resto de mi vida. Recuerdo al toro ‘Borgoñés’ en Sevilla; al quinto toro de la encerrona de Bilbao... son fechas que se te quedan clavadas, como el toro al que corté el rabo de Bayona. También se me viene a la memoria otra tarde en la Feria de la Vendimia de Nimes. Corté 4 orejas. La verdad es que ha habido faenas importantísimas. No puedo dejar de reseñar un toro, no porque fuese el mejor, sino porque marcó también un logro que llevaba desde hace muchísimo tiempo metido en la cabeza. Hablo del toro ‘Gamberro’ que fue al que le corté las dos orejas en Madrid. Aquella fue mi primera Puerta Grande en Madrid y no me puedo olvidar de esta plaza porque es la que me abrió las puertas hacia el universo taurino.
¿Qué recuerdo, qué anécdota, qué palabras recuerda de Victorino Martín Andrés?
De Victorino Martín Andrés, más que palabras recuerdo sus gestos, esa sonrisa que siempre tenía tan picaresca. No dejaba de sonreír, sobre todo cuando veía que sus toros o hasta las vacas de los tentaderos te traían por la calle de la amargura algunas veces. Ese tipo de embestida, ese tipo de situaciones a él le gustaban muchísimo. También le gustaba que sus toros, su ganadería estuviese algunas veces por encima de los toreros en el buen sentido de la palabra. Victorino hablaba después de los tentaderos, incluso después de alguna corrida y daba gloria escucharle porque tenía una visión muy particular de las corridas de sus toros y sus tentaderos. Fue un personaje importante y creo que va a marcar una página muy bonita en la historia del toreo.
¿Qué capacidades tiene que tener un torero para entender al toro de Victorino?
Sobre todo, conocer su comportamiento. El que entiende más al toro de Victorino no es el torero que más valor tiene, ni tampoco el que mejor torea, ni es el torero a lo mejor que más toros ha matado de Victorino, no. Lo que sí es verdad, lo que tienes que tener es conocimiento de su comportamiento. El toro de Victorino es muy cambiante. Si hay que tener una virtud con estos toros es la paciencia. Tener paciencia con ellos es importantísimo, no intentar meterlo en la muleta rápidamente, desde el principio. Hay toros con los que lo puedes conseguir pero hay después un alto porcentaje de toros de Victorino que necesitan paciencia y más tiempo.
Lo que pase en Madrid este año es importante; comienza la temporada un Domingo de Ramos, luego dos tardes en San Isidro...
Siempre he sentido el cariño de la afición de Madrid y cuando las cosas se hacen bien te apoyan. También he sentido el cariño en el otro punto de vista, de cuando las cosas no te salen, te lo recriminan y te exigen. Pero siempre he sido un torero, y siempre lo he dicho, querido en Madrid. Siempre me he sentido muy identificado con el gusto madrileño y de hecho he sido uno de los toreros que en la última década más ha toreado en Madrid. Eso quiere decir algo y es que cada vez que me ha llamado Madrid siempre he estado ahí, a las duras y a las maduras. Siempre he creído que el público de Madrid es el que me lo ha dado todo cuando no tenía nada y la deuda hacia esta afición es impagable.
¿Se anima a seguir apuntándose a la de Victorino?
Mientras pueda, el corazón aguante y físicamente esté bien, si tengo que matar la de Victorino pues la mataré y si tengo que matar los de Adolfo, también lo haré. Este año voy a hacer la gesta de matar la de Adolfo, La Quinta y Victorino, tres ganaderías con un encaste muy similar, pero a la vez distinto uno de otro. Pero si es verdad que son tres ganaderías muy del gusto de la afición madrileña.